Ha sido la alegría de un año más. Vernos de nuevo y sentir la dicha de estar bien, de que nos vamos conservando, de que la ilusión no decae, de que el camino que comenzamos en aquellos años de adolescencia sigue. En definitiva, la alegría de que la vida continúa y nosotros en ella, aunque, como estrella fugaz, nos asalte y distraiga a veces el recuerdo de los que ya no están, de los que no han llegado. De las bajas que va causando la vida.
La reunión de ayer, miércoles 06-07-2022, ha mostrado que vamos a mejor. Superándonos año tras año.
A destacar es la aguda observación de Fernando Egido: la procedencia heterogénea de cada uno de nosotros. De quienes veníais de lejos, unos estudiando con beca, otros con medios propios. De los que vivíais cerca de Molina y vuestro medio de transporte era la bicicleta.
Luego estábamos los externos, que lo teníamos más fácil, aunque también duro. A vosotros os vigilaba el Molla, el Chapas y demás. A nosotros, ellos en el colegio y los padres en casa, que siempre te mandaban hacer algo. El truco era con un libro simular que estudiabas. El estudio tenía la máxima prioridad.
Tiempos de sacrificio y disciplina que combinámos con alguna que otra travesura. Haber dormido bien o mal, nevara o hiciera bochorno, a las nueve de la mañana en punto sonaba el pito y había que entrar en clase con los deberes hechos y la lección aprendida.
De las materias que nos daban, fueramos de ciencias o de letras, no nos libramos de traducir algo de la Gerra De Las Galias. Por eso nadie nos tose; sabemos latín.
Lo bonito de esto, lo peculiar, lo grande es que nos juntamos, y con independencia de la trayectoria de cada uno, de las circunstancias en nuestras vidas, se respira afecto y alegria entre nosotros. Y es que, en definitiva, hemos hecho guardia en la misma garita.
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Molina de Aragón a 4 de Julio de 2018
Aún siento el frío de Molina, es un recuerdo que ha calado en mis huesos, como una vieja fractura que forma parte de ellos.
Esta mañana, muy lejos ya de entonces, aún sentía nervios al pensar que me iba a reencontrar con ……………….tal vez conmigo mismo, y con mis miedos.
Ahora tan solo me resta gozar, al vencer mis sueños, pesadillas incluso, durante años tensos.
Fue muy duro, fue intenso, marco mi niñez y posteriormente me aturdió durante tiempo, pero hoy, hoy es un día nuevo.
Inquieto me he despertado muy temprano, aún de noche siendo verano, ansioso de sensaciones y de revivir recuerdos, de dar las gracias y reencontrarme con ellos, experiencias, amigos, y alumnos de entonces, que también han superado morriñas, lloros, desencuentros, y que con añoranza ahora comentan entre ellos, satisfechos de su pasado, esfuerzo y éxitos, a sus seres queridos, a seres cercanos, y a otros anejos.
Hoy 4 de Julio, Molina muestra sus luces con un sol intenso, sus verdes de sierra, sus ocres de historia, y su río pequeño; amigo Gallo, se llevaron tus cangrejos, te arrinconaron en tu viejo puente, y ya nos cubres toda la ribera, tan solo, un pequeño ojuelo.
Bajo del coche con mi amigo Manolo, mi hermano de sangre y acudo al reencuentro, no conozco a casi nadie, y trato de asociar pensamientos, incluso vivencias de otros, ya que las mías apenas las tengo, tuve suerte, al rechazar mi yo interno, muchos malos días, muchos malos sueños, que ahora no encuentro.
No conocía a nadie, ya somos todos abuelos, nuestro físico de niños, casi todos arguellados incluso famélicos, se ocultan adentro, bajo nuestras canas y carnes pellejos, aunque muy vivas y deseosas de compartir el tiempo, tiempo pasado, tiempo muy denso, que ahora sentimos como algo muy nuestro, que No queremos olvidar que queremos quererlo, y compartirlo con vosotros y también con ellos, nuestra familia, e hijos, amigos y nietos.
Recorrimos las calles intentando rellenar los huecos de aquellas cosas que atrás fueron los hechos, las filas a la Iglesia ahora sin memoria, sin altar y sin techo, solo un solar interno con triste maleza que oculta su otro tiempo.
Molina envejece, tristemente, no avanza, no se mantiene, se van sus gentes, y sin querer olvidan que fue presente, y que en la edad media acudían a verte, a vivir, a conocerte, y a quedarse porque eras muy fuerte, el Castillo mandando, y abajo, su Pueblo asiente.
Soñamos muchos con Rocío, Marisol, incluso con Charlton Heston, el cine Aguilar, calle las Tiendas y sus recovecos, D. Nicanor, Santo Tomás y todo el resto.
Quien no conoció a Viki la del Estanco, al Piojo o la Cieruelos, D. Gervasio, D. Conrrado y el Fraterno, que no me olvido, que no se olviden, que son todos nuestros.
Quien no recuerda sus fríos, no había calefacción, y con ellos sus penas, los sabañones, los resfriados, sino era algo más fuerte, su falta de calor que apagábamos malamente, con una estufa en el cuarto del bedel, y su agua hirviendo para humidificar el ambiente.
Podría nombrar a muchos, alumnos y concernientes, Moya, y Codes por ejemplo, así como el Mogambo y el Cavero, el primer futbolín, y el heladero con su molde medidas, de vainilla, chocolate y fresa con su media galleta, por 2 reales, por poco dinero.
Solo con los que fuimos tendría abundantes historias para compartir, pero no es eso, ha muerto gente y por eso nos resta, sentirlo unidos y disfrutar nuestra gesta, de volver a vernos año tras año en esta fiesta.
Juan Ignacio Notario
1960 / 1962 (Ingreso y 1º Bachiller)
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