Quedamos como siempre con el capitán Arenas cubriéndonos las espaldas y frente a lo que en otro tiempo fueron los billares Ibarra: al fondo a la derecha una mesa de billar a tres bandas, unos cuantos futbolines repartidos por el local y saliendo a la derecha una máquina de discos y un par de artilugios de aquellos que golpeabas la bola y chocaba contra las setas hasta que se esfumaba por un agujero. Y a la izquierda un mostrador en penumbra desde donde Ladis dirigía el negocio. Tenía un cuaderno para apuntar los préstamos, sin intereses por cierto.
Este año se ha sumado un grupo nuevo: dos Ángeles: Hernández y López, un José María de Otilla, un Alejandro de Algar y tres representantes más de Teruel: Honorio de Santa Eulalia, Jaime de Rodenas, sin acento, y Milla, del mismísimo Teruel aunque con raíces molinesas según contó.
La representación de la capital del señorío aumentó con las incorporaciónes de Sixto y Victor Manuel. Y nos falló uno, el entrañable Nicolás Funes, que disfrutaría de la reunión a su manera.
Hechas las fotos de rigor, seguimos por los Adarves, ¿Os acordáis de lo modositas que subían nuestras colegas desde las Clarisas y las Ursulinas en fila de a dos? ¡Habría que verlas!
Copamos la terraza del restaurante dónde comimos, allí frente al casino y al despacho auxiliar de la renfe, dónde paraban los coches de Madrid-Teruel. Nos tomamos unas cervezas tranquilos y relajados, y cuando nos avisaron pasamos a dar buena cuenta de unos cabritos. Ángel Fraterno se ocupó del discurso a pesar del ruido de la clientela, y Sixto nos enseñó una colaboración de Miguel Sánchez Barbudo, aquel profesor de Ciencias que tuvimos, el de las clases de Taxidermia, palabra desconocida hasta entonces para muchos de nosotros, y que es toda una crónica, listas de alumnos incluidas. Un profesor que supo sacar la enseñanza de las aulas y que muchos se lo agradecimos de verdad.
Unas fotos entre los dos puentes, ya no sale la parabólica, un paseo por las calles de toda la vida, el edificio de la imprenta ha desaparecido del mapa, y a parar a la Granja. Nos unimos a los impacientes, que ya estaban liados con la tónica y disfrutamos de una serie de chistes, buenos y bien contados. Como colofón se rascaron el bolsillo algunos indígenas, un detalle que agradecimos de verdad, y cada mochuelo a su olivo, que a algunos les esperaba un viaje respetable.
Un buen día que esperamos se repita el año que viene. Y a ver si os animáis los perezosos. Vale la pena, no os quepa duda.
PS. Entiéndase lo de indígenas con respeto y aprecio.
Un abrazo a todos.
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Once de la mañana del cinco de agosto de 2014. Una parte de la selección de petanca posa ante el monumento al capitán Arenas en Molina de Aragón.
A su izquierda Manuel Daniel Royo, de Mas delas Matas, allá por la tierra de los famosos melocotones, le sigue Miguel Ángel Benito en otro tiempo aficionado a la cultura celta y a la literatura de altos vuelos. Ahora viene José Luis Pérez Alonso de Hinojosa, aquel pueblo de cuatro vecinos dónde…, con su ermita románica y su soldadesca. A su lado Rafael López Martínez visitante asiduo de su pueblo Tordesilos y buen conocedor de la comarca. En el centro Arturo Sanz Manrique y Julio Tineo aque llos de la Yunta que lo hacían duro y feo. Miguel Ángel Martínez Rodrigo de tierra de pinares que anda por tierras complutenses y Nicolás Funes Ruiz, de Tartanedo que nunca llevaba ni tabaco ni cerillas.
No hace falta aclarar las innumerables horas que todos sin excepción dedican al deporte.
Hecha la foto de rigor seguimos nuestro paseo por la calle de las tiendas, nos asomamos a ver los restos de la iglesia que tanto disfrutábamos en las cálidas mañanas de invierno. Seguimos por el estanco hasta casa Peco. Allí nos encontramos con Fermín Guillén Catalán, el hombre agudo, continuador de la mejor tradición molinesa, con Ángel Hernández Herranz, Fraterno, supongo que por su padre a quien todos recordamos con aprecio, que sigue pedaleando como el que se da un paseo por los Adarves.
Acabamos en el Casino, que por cierto, lo que es el patio sigue como siempre y allí acampamos para tomarnos unas cervezas. Nos sorprendieron Luis María Martínez Santamaría, el chocolatero, que anda por la tierra de los relojes, Basilio Heredia serrano de Rueda que ha hecho su vida por los madriles y un oreano de los muchos que hubo disfrutando de los cálidos inviernos molineses, Pinilla Rustarazo. Nos sorprendió también la aparición de Don Rafael Romero, el profesor de dibujo, que nos acompañó y nos contó algunas anécdotas de su paso por Santo Tomás de Aquino, C.O.P. que unos lo interpretaban como Centro de Obreros Parados y otros preferían darle un significado que dejamos para otro día.
Acabadas las cervezas nos fuimos al restaurante y allí, ¿Os acordáis de Padro Fabián Fabián del valle de la sal? Pues hete aquí que aparece con una lista original de primero de bachillerato con sus anotaciones y todo. Éramos, creo recordar, más de sesenta en el curso según esa lista.
Un día muy especial que en buena medida hay que agradecer a los que tuvieron la idea y se tomaron las molestias de organizarlo. Alos cinco minutos de estar juntos fue como si el tiempo no hubiera pasado. Echamos, eso sí, de menos a muchos que esperamos ver el año que viene y también el cine Aguilar, a quien tanto le debemos.
Pegados a la barandilla de abajo arriba: Pinilla, Fabián, Ángel Fraterno, Santamaría, M.A.Rodriguez, Royo y Alonso. En la fila de atrás: Fermín, Arturo, Basilio, Tineo, Benito y R. López Martínez.
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