Adios con el corazón..
Asi cantábamos en Molina cuando en la madrugada del 5 al 6 de septiembre se despedía la banda musical de Quartell (entonces era de Cuartell).
Se acababan las ferias y fiestas, desmontaban las garitas, se iban los veraneantes y la algarabía de los cinco días anteriores cedía el paso a una tranquilidad que solía ser de buen tiempo bajo ese azul del cielo molinés.
Una pausa que duraba hasta octubre, que comenzaba el curso en el instituto. Nos dedicabamos en ella a hacer "sandas" por las tardes, asanda de patatas, las nuevas que robabamos de las huertas arrancando un par de matas con cuidado y procurando que fueran de las orillas para no dejar rastro y así no lo notaran los hortelanos, que bien sabían de nuestras travesuras.
Ni peligro de incendio ni pamplinas, hacíamos un fuego con ramas y retamas del campo y en sus cenizas calientes las asábamos.
No hay nada que guarde más el calor que una patata, y nos las comíamos bien calentitas. Con la piel tosturrada, estaban deliciosas.
La sal la comprabamos, no se fuera a pensar alguien que la sandas nos salían gratis.
Esa era la vida de los externos.
Así pasaban los dias hasta que llegabais. No se decía los estudiantes, sino los internos. Ya estan viniendo, decíamos cuando un día o dos antes aparecíais los primeros y las primeras. Estas iban, las pobres, directamente a su respectivo convento de Ursulinas o Clarisas.
Primeros recreos despues del comienzo de las clases y otra vez vida en las calles, vida que nos traíais. Algún que otro nuevo y alguna que otra nueva. Estas nos llamaban la atención, pero siempre, claro está, que no fueran muy niñas.
No faltaba nunca una famosa. Recuerdo a la rubia de preu. La virtud más apreciada era que estuviera buena, y la tal rubia estaba.
Los motes se conservaban de un curso al siguiente. El Bicho, el Leno, el Condesito, el Chele, el Emisora son algunos de los que recuerdo.
Y así nos íbamos metiendo en materia al tiempo que se acercaba el invierno y con él el frío. Los estudios, los vigilantes, las clases, las notas, los billares del Ladis eran nuestro mundo.
En él iban transcurriendo los días en los que nos formamos y que, en parte, hicieron de nosotros lo que hoy somos.
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EL DIA GRANDE
X ENCUENTRO EN MOLINA DE ARAGON
18 de junio de 2024
Junio de 2024, día 18, martes, Día Grande para nosotros. Este año se adelantó un poco la fecha. Aun así nos juntamos dos docenas de antiguos alumnos del Santo Tomás de Aquino de Molina de Aragón que en la década de los 60 del siglo pasado convivimos, internos o externos, en el mismo centro durante varios años. ¡Qué gran día hemos tenido!
Como iba solo a la cita, no tuve que consultar con nadie y decidí llegar a Molina por la vieja ruta que seguía el autobús de Agreda, Zaragoza-Molina: Daroca, el puerto de San Martín que ha mejorado poco, Santed, a la izquierda y en la lejanía la laguna de Gallocanta, a continuación Embid, Tortuera, Cillas, Rueda y por fin, desde lo alto, como a vista de pájaro, aparecía Molina, con su castillo majestuoso encima y los oscuros y tortuosos tejados debajo. Si te dabas prisa en buscar, entre sus tejados también encontrabas el colegio Santo Tomás de Aquino. Me sorprendía entonces y también ahora la cantidad de iglesias que poblaban la ciudad, hoy una menos, la de San Martín.
Han pasado muchos años, hemos cambiado de siglo, de aquella juventud ya perdida hemos pasado a esta senectud crónica y a pesar del medio siglo transcurrido, seguimos disfrutando de nuestros encuentros y reuniones como si fuéramos primerizos.
Como siempre nos juntamos en la puerta de Ladis, frente al colegio, a las 11,30. Nos saludamos, nos abrazamos, charlamos y reímos. Preguntamos por las ausencias y lamentamos su vacío. Este año no hubo ningún compañero nuevo a quien presentarse, a pesar de que tenemos alguna nueva ción al grupo de whatsapp que no han podido venir por circunstancias varias, pero no por falta de ganas. Me corrijo, Jesús Lázaro Esteban, de Fuentes Claras, se unió a nosotros en la sobremesa. Para el próximo año contamos con la presentación de Roman Diaz de Greñu de Calamocha y Jose Antonio Corella de Ariza, que junto a Jesús son los últimos incorporados.
Rápidamente la foto de familia con el busto del capitán Arenas sobre nuestras cabezas y de fondo la fachada del colegio. Hago el recuento y me falta uno, como siempre. Basilio llegaría tarde. Otra corrección, ampliando la foto me doy cuenta de que si está Basilio en la pose, pero solo se le ve la gorra. A ver si aprendemos, los pequeños nos hemos de poner delante. Luis Maria, con su inteligencia natural, sabrá arreglar la foto.
A continuación y sin pérdida de tiempo había que iniciar las visitas culturales. Este año tocaba el Barranco de la Hoz y su Santuario. La otra visita, la de los cerveceros que pacientemente esperarán a los barranquistas hasta la hora de comer. Deciros que Basilio, haciendo de guía turístico, se ofreció a unos afortunados, Santos, Benito y yo, a llevarnos a un lugar que no íbamos a olvidar, luego nos bajaría a ver el Santuario de la Hoz y juntarnos con el resto del grupo cultural. Pues bien, después de un buen tramo de camino rural aparecimos en un paraje espectacular, especial para setas en su época y con unas vistas fantásticas. Desde unos balcones naturales a lo alto del acantilado sur del Barranco de la Hoz podíamos ver, a vista de pájaro, primero el HUSO y un poco más adelante la explanada del Santuario.
Todo ello habiendo atravesado un bosque de pino resinero que todavía guarda vestigios de su pasado, con las cicatrices a lo largo del tronco e incluso en algún caso con la vasija cerámica y la chapa clavada en la madera para canalizar la resina. A todo esto, estábamos sin cobertura y no podíamos contactar con los de abajo como era nuestra intención. Lo malo fue que a la hora de bajar al barranco nos encontramos con una rueda pinchada. Yo creía que los mercedes se cambiarían la rueda solos, pero no. Sin mas remedio tuvimos que aprender a ponerle una rueda que parecía de bicicleta a un señor Mercedes y luego arreglarnos para que los bajos del coche no rozaran demasiado en el lomo del camino, para ello teníamos que levantar el coche a la vez que avanzaba sobre el saliente del camino. En fin, después de todas estas peripecias y haber subido la presión de la rueda especial a su nominal, llegamos al molino del batán a punto para comer. Allí nos encontramos a todos los compañeros, la mar de felices y desde luego nada preocupados por nosotros, solo ávidos de saber que nos había pasado.
La comida parecida a años anteriores, hay distintas opiniones pero digamos que se podía mejorar. Habría que pensar para la próxima ocasión en un estofado de judías o un cocido, para recordar, de alguna manera, aquel internado que tanto nos ha unido, es una idea. Lo mejor, el sitio, nos dispusieron en tres mesas redondas muy amplias de modo que estábamos anchos y con la molestia de nuestras propia bulla, después, fuera de la carpa, a la sombra de los frondosos árboles y entre máquinas antiguas, los chistes, los chismes y los chascarrillos fueron surgiendo poco a poco. Al entrar al comedor nos encontramos con un detalle diseñado y realizado por el compañero Alfredo Romero: en cada mesa teníamos un rótulo de metacrilato con iluminación propia, conmemorando nuestro día grande.
La sobremesa lo mejor. Este año no hubo jotas pero si regalos. Alfredo nos ha obsequiado a cada asistente con una tableta de sabina serigrafiada, yo creo que con láser, con el mismo rótulo anterior. También nos entregó un trozo de sílice pura, al 99,99 %, algo inaudito. Ahora bien, el premio gordo se lo llevó su íntimo Fernando Egido, “el Elegido”, al que le entregó un álabe de la turbina del motor de un avión de combate F-18, no sé qué modelo. El material del álabe es platino, nada menos. ¡De dónde sacará Alfredo estos materiales! El año pasado también nos regaló una cuerda de paracaídas que aguantaba un montón de kilos, ¡vaya, como para arrastrar un camión!
Hubo otro regalo para cada compañero. Jose Luis Lafuente nos regaló “Una medida de la Virgen” que para el que no lo sepa, debe su nombre a que coincide con el tamaño real de la talla de la Virgen del Pilar (36,5 cm de altura) pero que representa el Manto de la Virgen y su regalo pretende que el manto nos proteja de todos los males posibles.
Hubo otro regalo personal de Angel Hernandez Herranz a Santos. Le dio unos aragonitos que tenía por casa. Fue tal la emoción de Santos que parecía un niño con zapatos nuevos.
Y ya va llegando la hora de la despedida para los que tenemos que regresar a nuestro origen. Salvo los residentes de Molina y los que pernoctan en el molino que no se sabe cuándo acaba la jornada para ellos. Cuentan las malas lenguas que el año pasado, después de otro recorrido turístico por los bares de Molina, en su regreso al hotel a dormir, no se sabe a qué hora, no encontraban la entrada al molino y por poco aparecen en Castilnuevo (¿Será un bulo esto?). Lo de este año que lo cuenten ellos que ya son mayorcicos.
Con alguno de vosotros comentamos que para fijar la fecha del XI ENCUENTRO EN MOLINA y siguientes, podríamos volver a lo establecido años anteriores, el primer miércoles del mes de julio de cada año. Pido opiniones y si se acepta, la próxima será el 2 de JULIO DE 2025.
Ya solo queda que Luis Maria reúna todas las fotos que se hicieron a lo largo de todo el día y las organice en nuestra página santaclara5.com. Por favor mandarle las fotos que hayáis hecho si valen la pena, a ver si hay una que estemos los 24.
M. Daniel Royo
4 de julio de 2024
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