3.1 FUNCIONES DE LOS SIGNOS DE PUNTUACIÓN
La puntuación tiene como fin primordial facilitar que el texto escrito transmita de forma óptima el mensaje que se quiere comunicar. Para cumplir este objetivo básico, el sistema ortográfico dispone de signos que desempeñan principalmente tres funciones:
3.1.1 INDICAR LOS LÍMITES DE LAS UNIDADES LINGÜÍSTICAS
Gran parte de los usos de los signos de puntuación están orientados a la delimitación de las unidades sintácticas y discursivas del texto escrito, paralelas a veces, pero no siempre, a las unidades fónicas.
Información adicional. Las unidades lingüísticas son de muy diverso tipo. En el plano fónico, cabe distinguir, entre otras, el grupo fónico, que es el fragmento de habla comprendido entre dos pausas sucesivas ( la casa de mis padres), y la unidad melódica, fragmento al que corresponde un patrón entonativo ( La casa de mis padres está cerca). En el ámbito sintáctico, son unidades lingüísticas los sintagmas o grupos sintácticos, estructuras articuladas en torno a un núcleo que admite diversos modificadores y complementos ( el hotel; llena de orgullo; desde su ventana; comprar comida). Los grupos sintácticos combinados dan lugar a las oraciones, unidades que relacionan un sujeto y un predicado ( Mi hermano compró comida). Finalmente, en el plano discursivo, interesan aquí el concepto de enunciado, unidad mínima capaz de constituir un mensaje verbal, y el de texto, que es la unidad máxima de comunicación y está generalmente formado por un conjunto de enunciados interrelacionados. Debe tenerse en cuenta que el enunciado es una unidad de sentido —una unidad mínima de comunicación—
y, por tanto, no tiene por qué ser necesariamente una oración; así, son enunciados secuencias como ¡Cuidado!; De acuerdo; ¿Cuándo llegaste?, o Cómete la sopa que te he preparado.
El uso demarcativo de los signos permite al lector percibir de manera sencilla cómo está organizada la información. Así, en los ejemplos siguientes, el punto, los signos de interrogación y los signos de exclamación señalan la existencia de dos enunciados y los límites entre ellos:
Busca entre sus cosas. Tal vez encuentres algo interesante.
¿Qué opina Javier de todo esto? Me interesa mucho saberlo.
No pienso ir. ¡Ni lo sueñes!
En estos otros ejemplos, las comas, la raya o los paréntesis delimitan no ya enunciados, sino unidades inferiores pertenecientes a un mismo enunciado (grupos sintácticos u oraciones, según los casos):
Inés, venga un momento, por favor.
—¿Qué quieres? —me gritó.
Aunque no venga su madre, la espera (distinto de Aunque no venga, su madre la espera).
Asistirán como invitados representantes de todos los países del Cono Sur (Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay).
En los días de verano, la gente va a pasear a esos montes.
Todos los que se consideran en este capítulo signos de puntuación (excluidos, por tanto, los diacríticos y los auxiliares) son delimitadores, es decir, cumplen una función demarcativa, aunque de diferente naturaleza. Así, cabe distinguir los delimitadores que aquí se llamarán principales —punto, coma, punto y coma, y dos puntos—, pues establecen los límites entre las unidades básicas del texto, de otro grupo de signos, todos ellos dobles —raya, paréntesis, corchetes y comillas—, que delimitan fragmentos de texto para aportar información diversa sobre ellos: que la secuencia que encierran constituye un inciso, que reproduce palabras de otro hablante, que quien escribe se distancia de alguna manera de su contenido, etc. Este segundo conjunto de signos, por tanto, introduce y delimita un segundo discurso que interrumpe el primero con algún fin. Por último, hay que señalar que la función demarcativa solo es una de las funciones, y no la más característica, de los signos de interrogación y de exclamación o de los puntos suspensivos.
La segmentación del discurso que marcan los signos de puntuación es imprescindible para determinar con claridad las funciones gramaticales y las relaciones sintácticas entre los distintos constituyentes de los enunciados. Gracias a la función demarcativa que desempeña la coma, por ejemplo, se identifica Eugenia como vocativo —elemento sintácticamente independiente—, y no como sujeto, en el ejemplo siguiente:
Eugenia, escucha con atención (frente a Eugenia escucha con atención).
Igualmente, la delimitación marcada por la coma informa de que el adjunto temporal por la mañana forma parte de la prótasis condicional en el primero de estos ejemplos, y de la apódosis en el segundo:
Si vienes por la mañana, verás a Luisa.
Si vienes, por la mañana verás a Luisa.
Información adicional. En los periodos condicionales, hay dos miembros: la subordinada, llamada prótasis, que
expresa la condición, y la principal, llamada apódosis.
En casos como estos, la presencia de los signos de puntuación es obligatoria y tiene carácter distintivo, pues las diferencias sintácticas que reflejan llevan aparejados cambios de significado.
3.1.2 INDICAR LA MODALIDAD DE LOS ENUNCIADOS
Se llama modalidad a la manifestación lingüística de la actitud del hablante en relación con el contenido de los mensajes.
Información adicional. Se consideran habitualmente modalidades de la enunciación las que corresponden a las estructuras interrogativas ( ¿Ha comido ya? ), exclamativas ( ¡Ha comido ya! ) e imperativas ( ¡Come ya! ). A ellas se añade, como modalidad por defecto o no marcada, la enunciativa o aseverativa ( Ha comido ya). Además, cabe distinguir las modalidades del enunciado, que añaden ciertas estimaciones al contenido del enunciado mismo, mostrándolo como probable ( Puede que haya comido ya), imposible ( No puede haber comido ya), obligado ( Tiene que comer ya), etc.
Quien emite un mensaje puede presentar su contenido como una información sin más (modalidad enunciativa), como una pregunta (modalidad interrogativa), como la expresión de una emoción (modalidad exclamativa) o como el intento de influir sobre el que escucha (modalidad imperativa). Para ello, así como para transmitir matices enfáticos o subjetivos, se utilizan en la escritura signos de puntuación. Desempeñan genuinamente la función de ser marcadores de modalidad los signos de interrogación y de exclamación, cuya ausencia, igualmente significativa, denota por lo general que el enunciado es aseverativo. Así, se distinguen mediante la puntuación secuencias como Hace frío; ¡Hace frío!; ¿Hace frío?
También los puntos suspensivos pueden ser marcadores de modalidad (en este caso, del enunciado). En una secuencia como Jaime asegura que volverá…, la presencia de puntos suspensivos en lugar de punto para cerrar el enunciado podría expresar las dudas del hablante en lo que a la vuelta de Jaime se refiere.
3.1.3 INDICAR LA OMISIÓN DE UNA PARTE DEL ENUNCIADO
Aunque las funciones principales de los signos de puntuación son las dos señaladas en los apartados anteriores, pues son las propias de la mayoría de estos signos, cabe mencionar una tercera función, característica de los puntos suspensivos: indicar la omisión de parte del enunciado, que queda así en suspenso. Este uso presenta gran relevancia gramatical, pues permite considerar inacabados enunciados que, sin la puntuación correspondiente, serían agramaticales:
Se presentó con un aspecto… / *Se presentó con un aspecto.
Hace un calor… / *Hace un calor.
Ha crecido tanto… / *Ha crecido tanto.
También entre los usos de la coma (§ 3.4.2.2.6) se encuentra el de indicar la elisión de parte de un enunciado:
Su madre trabaja en un banco; su padre, en la industria química.
3.2 LA PUNTUACIÓN Y LAS DISCIPLINAS LINGÜÍSTICAS
El uso de los signos de puntuación se ha venido relacionando con dos disciplinas lingüísticas: la prosodia y la sintaxis. La primera estudia el conjunto de elementos fónicos suprasegmentales (llamados así por afectar a varios segmentos de la cadena hablada), como el acento, el tono, el ritmo y la entonación o curva melódica con que se pronuncian los enunciados. Por su parte, la sintaxis analiza la forma en que se combinan y disponen linealmente las palabras para construir los mensajes lingüísticos.
Aunque la relación, indudablemente, existe, cabe hacer algunas precisiones.
3.2.1 PUNTUACIÓN Y SINTAXIS
En la descripción de las funciones de los signos de puntuación expuestas en el apartado 3.1, queda patente que el uso de estos signos aporta información gramatical relevante para la correcta interpretación de lo escrito, información relativa a la identificación y jerarquización de las unidades lingüísticas, a la modalidad de los enunciados y a la omisión de alguno de sus elementos.
La puntuación supera, no obstante, el ámbito de la sintaxis: no se vincula exclusivamente a la gramática oracional (a las unidades sintácticas propiamente dichas), sino que es igualmente relevante en el ámbito textual, pues sirve para
segmentar y relacionar unidades discursivas como el enunciado, el párrafo o el texto.
La puntuación juega, por tanto, un papel primordial en la construcción del texto escrito, de manera que aprender a puntuar es tanto como aprender a ordenar las ideas.
Así, las diferencias en la puntuación de los ejemplos siguientes reflejan un cambio de las relaciones entre las unidades lingüísticas que, más que implicaciones semánticas, tiene consecuencias comunicativas: no cambia, pues, el significado literal, pero sí el énfasis que el hablante desea imprimir a algunos fragmentos de su mensaje: No quiero ni debo insistir.
No quiero (ni debo) insistir.
Dije que aprendería inglés en tres meses y lo he conseguido.
Dije que aprendería inglés en tres meses. Y lo he conseguido.
3.2.2 PUNTUACIÓN Y PROSODIA
El uso de los signos de puntuación se ha vinculado a dos elementos prosódicos: la pausa y la entonación.
a) La pausa, junto con el acento, determina el ritmo del enunciado. La lengua no es un continuum fónico, sino que en la cadena hablada se presentan grupos delimitados por pausas que obedecen a diferentes motivos. Unas veces son distintivas y, por tanto, obligatorias. Otras son opcionales y se deben a factores personales o de intención comunicativa: responden al estilo de elocución, más o menos pausado, del hablante, se usan para crear expectación ante lo que se va a decir, para realzar ciertos elementos, etc.
Esta variedad de motivos pone de manifiesto que no todas las pausas orales coinciden con límites entre las unidades sintácticas, si bien estos determinan la existencia de muchas de ellas. Al mismo tiempo, como se irá examinando a lo largo de este capítulo, no todas las pausas de la cadena hablada se reflejan gráficamente. Así, al emitir un enunciado como El mensajero encargado del envío
| no apareció por la oficina | hasta las siete de la tarde, se realiza una pausa entre el sujeto y el predicado ( El mensajero encargado del envío | no apareció…) que, según se explica en el apartado 3.4.2.2.2.1, no debe tener reflejo gráfico; tampoco lo tiene la segunda pausa —de carácter opcional, pues podría pronunciarse igualmente … no apareció por la oficina hasta las siete de la tarde—. No es opcional, en cambio, la presencia o ausencia de pausa entre mensajero y
encargado, pues no significa lo mismo la oración con la disposición de las pausas arriba indicada que con esta otra: El mensajero, | encargado del envío, | no apareció por la oficina | hasta las siete de la tarde. Como se verá en el apartado 3.4.2.2.1.1a, tampoco en la escritura la presencia o ausencia de comas es opcional en ese contexto, con lo que en este caso sí puede hablarse de un correlato entre la cadena oral y la escrita.
b) El segundo de los elementos prosódicos que se ha vinculado con la puntuación es la entonación. Sin embargo, la curva melódica con la que se pronuncia un enunciado es el resultado de la suma de variaciones en el tono, la duración y la intensidad del sonido que difícilmente pueden reflejarse en la escritura. La entonación transmite, por un lado, información lingüística, como la relativa a la modalidad (v. § 3.1.2), lo que permite distinguir, por ejemplo, una oración enunciativa ( Viene) de una interrogativa ( ¿Viene? ) o de otra exclamativa ( ¡Viene! ).
También aporta, por otro, información afectiva sobre sentimientos y actitudes del hablante, como ironía, sorpresa, reproche, ira, vehemencia, etc. Por sí misma, la puntuación es incapaz de transmitir muchos de estos matices.
3.2.3 PUNTUACIÓN, PROSODIA Y SINTAXIS (CONCLUSIÓN)
Dada la riqueza expresiva que aportan a la lengua oral la disposición de las pausas y las variaciones de la curva melódica, no puede hablarse en rigor de que la puntuación reproduzca las propiedades prosódicas de los enunciados. La puntuación proporciona más bien información de tipo gramatical y pragmático (relativo a la intención comunicativa), de modo que, cuando se escribe un punto, se indica que en ese lugar termina un enunciado, un párrafo o un texto; si se escriben signos de interrogación, se informa de que la modalidad correspondiente al contenido por ellos enmarcado es interrogativa; al colocar puntos suspensivos, se indica que debe sobrentenderse un texto o un matiz que no se explicita, etc. Es cierto que estas informaciones de carácter gramatical, que responden a las tres funciones de los signos de puntuación antes descritas (§ 3.1), se manifiestan en la lengua oral a través de la entonación y la distribución de las pausas; sin embargo, la organización de la cadena oral responde, además, a condicionamientos propios que no comparte con la cadena escrita, y viceversa.
La puntuación y los elementos prosódicos mencionados son, pues, a menudo,
sistemas paralelos, pero no puede decirse que uno refleje el otro, aunque el intento de reproducir las características prosódicas de oralidad esté en el origen de los signos de puntuación (v. § 3.3).
Por otro lado, es importante tener en cuenta que las unidades entonativas —como el grupo fónico o la unidad melódica— pueden coincidir con las unidades sintácticas, pero no lo hacen necesariamente. Como se irá comprobando a lo largo del capítulo, en esos casos, el uso de los signos de puntuación debe plasmar la organización de estas últimas.
Este enfoque es esencial para entender las actuales reglas ortográficas de puntuación. Como se verá en el siguiente apartado, los criterios que subyacen a la puntuación han variado a lo largo de la historia: mientras que en unas épocas se ha privilegiado la lengua como fenómeno sonoro a la hora de puntuar, hoy la puntuación se basa principalmente en la estructura sintáctico-semántica de los enunciados y los textos.
3.3 LA PUNTUACIÓN A TRAVÉS DE LA HISTORIA
El sistema de puntuación actual es el resultado de un largo y lento proceso de evolución desde un sistema sencillo de notación de pausas respiratorias y delimitación de unidades básicas de sentido hasta otro más rico y complejo, tanto en lo referente al inventario de signos como a las funciones asignadas a cada uno de ellos.
A partir del siglo III a. C., los filólogos alejandrinos, con Aristófanes de Bizancio a la cabeza, utilizan diversas marcas para reflejar en los textos escritos la segmentación rítmica y prosódica, primero del verso y más tarde también de la prosa. Junto a indicaciones relativas, por ejemplo, a la métrica o la acentuación, se reconoce ya entre esas marcas el sistema ternario de puntuación que heredará la tradición latina y, posteriormente, la escritura romance, basado en la colocación de un punto en tres posiciones. Tanto los puntos como los tres tipos de unidades que delimitan reciben en latín los nombres de distinctio (‘separación, pausa’) o positurae (‘disposición, ordenación’). El punto alto (˙), denominado asimismo distinctio, implicaba una pausa prolongada y marcaba un periodo, es decir, una unidad de sentido completo —lo que hoy consideramos un enunciado—. El punto medio o media distinctio (·) indicaba una pausa intermedia que separaba cólones o miembros, unidades menores que el periodo. Finalmente, el punto bajo o subdistinctio (.) significaba la presencia de una pausa menor que separaba comas o incisos. Es frecuente la confusión en los nombres
de los signos y en las unidades que delimitan, pero, por lo general, un periodo está formado por cólones, y un colon, por incisos o comas.
Tanto en la Antigüedad clásica como en la Edad Media, el acto de la lectura solía llevarse a cabo en voz alta, ante un auditorio, dadas las dificultades de difusión de los textos escritos antes de la invención de la imprenta y debido también a que la mayor parte de la población era analfabeta. En este contexto, la puntuación surge como auxilio para indicar al que lee dónde debe establecer las pausas sin que el mensaje pierda su sentido. El origen de la puntuación está, pues, vinculado estrechamente a la reproducción oral del texto escrito.
Por otra parte, en la Antigüedad, la puntuación responde principalmente a los requerimientos de la retórica. En el discurso retórico, concebido para su declamación, las inflexiones tonales y las pausas son elementos fundamentales en una doble vertiente: desde el punto de vista estético, imprimen el ritmo adecuado a la cadena hablada para dotarla de secuencias proporcionadas, armonía y belleza; en el ámbito puramente comunicativo, indican las partes del discurso, articulan sus unidades, crean expectación en el auditorio, realzan una idea, etc. La puntuación constituía, pues, una herramienta útil, aunque limitada, para el orador en su intento de alcanzar estos fines.
Los tratadistas clásicos se refieren en sus obras al mencionado sistema ternario de puntuación; sin embargo, en la práctica, son escasos los textos puntuados y, cuando lo están, los criterios de uso no son uniformes. En ocasiones el sistema de tres pausas pasa a ser binario: este sistema reducido consiste en el empleo de un signo para la pausa fuerte que acompaña a las unidades autónomas de sentido, y otro para la pausa débil separadora de unidades no autónomas desde el punto de vista semántico. Este será el modelo elegido por Elio Antonio de Nebrija, entre otros, en el siglo XV.
En la Alta Edad Media se mantiene básicamente el sistema greco- latino de tres signos, aunque en época carolingia se documenta ya el llamado signo interrogativo.
Con el incremento del empleo de las letras minúsculas, cada vez se hace más difícil distinguir la altura del punto en el renglón, lo que favorece el surgimiento de nuevos signos. Además, concurren en ese momento ciertos factores que propician el aumento de los textos puntuados, como la labor de los gramáticos (san Isidoro entre ellos) o la contribución de personalidades como Carlomagno, gran promotor de la producción y copia de libros en su corte. No obstante, como en la Antigüedad clásica, las funciones de los signos están poco definidas y su uso carece de sistematicidad. Por otra parte, la puntuación continúa ligada a la oralidad y, por tanto, se sigue puntuando principalmente para facilitar la lectura en voz alta; sin embargo, con el desarrollo de las cancillerías y la proliferación de traducciones de la Biblia, una de las funciones de
la puntuación pasa a ser también la correcta interpretación de los textos escritos, ya que una mala lectura puede significar un equívoco jurídico, en el caso de los textos cancillerescos, o una herejía, en el de los bíblicos. Lentamente el sistema evoluciona y se van introduciendo nuevos signos, muchos de ellos con una forma parecida al punto y coma, aunque con valores diferentes.
Los humanistas, en su labor de recuperación de los textos y los ideales clásicos —
y, con ellos, de la retórica—, prestan especial atención a la puntuación, aunque su práctica no deja de ser un ejercicio personal, con criterios variables en función del gusto de quien escribe. El nacimiento de la imprenta constituye en este aspecto, como en muchos otros, un hecho decisivo: el libro alcanza una mayor difusión y, en los talleres, los correctores e impresores necesitan ineludiblemente normas prácticas para preparar los originales. Aunque, al principio, en los textos impresos se reproducen los tipos de letra y de marcas de los manuscritos, pronto se amplía el inventario de signos, cuyo uso va poco a poco delimitándose, al tiempo que se perfilan sus formas —la vírgula se asienta en su trazado curvo, los paréntesis se hacen redondeados, etc.—.
Precisamente a los impresores y correctores, más que a los autores, se debe la fijación de los criterios de uso de los signos y el hecho de que la puntuación trascienda el ámbito personal, e incluso el nacional, para universalizarse. Talleres como el veneciano de Aldo Manuzio tendrán una influencia decisiva en toda Europa. En su tratado titulado Epitome ortographiae, Manuzio propone un sistema de seis signos: coma, punto y coma, dos puntos, punto, interrogación y paréntesis.
Por otro lado, con la proliferación de ediciones y el incremento de los niveles de alfabetización, la lectura pasa de ser una actividad colectiva a realizarse individualmente, de manera silenciosa, lo que da protagonismo al texto como texto escrito e implica cambios en el punto de vista a la hora de puntuar, que progresivamente irá privilegiando los criterios sintáctico-semánticos sobre los prosódicos.
En España, ni la Gramática ni las Reglas de ortografía de Nebrija se ocupan de la puntuación, probablemente debido a que, para el autor sevillano, los signos y sus usos coincidían con los del latín. De hecho, sus ideas sobre el tema aparecen en sus Introductiones latinae. Nebrija emplea en sus obras escritas en castellano o en latín dos signos: uno para cerrar la frase, que representa con un punto bajo (.), y otro, representado por dos puntos (:), para separar las unidades que conforman la frase. La primera obra que trata la puntuación en español es de Alejo Venegas, que en 1531
publica un tratado de ortografía donde expone un sistema de signos basado también en la tradición clásica, pero más rico que el nebrisense. El sistema de Venegas está
constituido por seis signos, denominados colon (.), paréntesis ( ), vírgula (/), interrogante (?), coma y artículo, estos dos últimos con la misma forma (:). Durante los siglos XVI y XVII, la nómina de ortógrafos que tratan la puntuación en nuestro idioma se incrementa de forma considerable: el número de signos y reglas va creciendo y fijándose progresivamente, así como la exigencia de una correcta puntuación por parte de determinados impresores y componedores. En la segunda mitad del siglo XVII, el sistema consta de los siguientes signos: punto, coma, punto y coma, interrogación, admiración y paréntesis.
Ya en el siglo XVIII, la Real Academia Española reconoce en el proemio ortográfico del Diccionario de autoridades (1726) que la ortografía debe incluir reglas no solo para la correcta escritura de las voces, sino también para la distinción de cláusulas, oraciones y periodos. Se plantea, pues, como uno de los objetivos de la ortografía «la recta y legítima puntuación con que se deben señalar, dividir y especificar las cláusulas y partes de la oración, para que lo escrito manifieste y dé a conocer clara y distintamente lo que se propone y discurre». Las primeras reglas son muy breves y se refieren a ocho signos: la coma o inciso, el punto, el punto y coma, los dos puntos, el interrogante, la admiración, el paréntesis y la diéresis —que aquí hemos considerado signo ortográfico diacrítico, y no signo de puntuación en sentido estricto—. Regula también ese proemio el uso de otros signos, como el apóstrofo y la división o raya.
En la primera ortografía académica, publicada en 1741, se entiende la puntuación en un sentido amplio, pues se incluye bajo los epígrafes a ella dedicados información sobre numerosas notas o marcas que hoy se clasifican como signos ortográficos diacríticos (tilde y diéresis), como signos auxiliares (apóstrofo, asterisco, calderón, etc.) o como recursos o elementos tipográficos (cursiva, llamadas de notas al margen, etc.). Al inventario básico de signos de puntuación registrados en el Diccionario de autoridades, la Ortografía de 1741 añade las comillas y el signo equivalente a los actuales puntos suspensivos, mientras que la de 1754 introduce una de las peculiaridades del sistema de puntuación del español: los signos de apertura de interrogación y de exclamación. Durante el siglo XIX, queda establecido el inventario de signos de puntuación que conocemos en la actualidad: en la ortografía académica de 1815 se incorporan los corchetes como variante de los paréntesis, y a partir de 1880
se establece la distinción entre el guion y la raya, cuyos usos hasta entonces habían sido asignados todos al primero.
Poco ha variado el inventario de signos de puntuación hasta hoy (frente al de signos auxiliares, actualmente muy amplio), pero el sistema sigue en evolución en lo que a usos se refiere. En este último sentido, muchas de las novedades responden a la
necesidad de abarcar un mayor número de matices en la expresión de las emociones y actitudes del hablante y, por tanto, pertenecen a un registro escrito que podríamos considerar coloquial o informal. Muestra de ello son la multiplicación del número de signos de exclamación para expresar un mayor estupor, la inserción de un paréntesis con un signo de interrogación para expresar perplejidad, etc.
A lo largo de la historia, al tiempo que se desarrolla el inventario de signos, se perfilan sus formas y se asienta su uso en los textos escritos, evolucionan los criterios que rigen su empleo. A partir del Renacimiento coexisten dos tendencias: una es la llamada puntuación prosódica o puntuación retórica, heredada de la tradición grecolatina y medieval, que privilegia el aspecto fónico del lenguaje y entiende que en el texto escrito los signos de puntuación deben indicar las pausas y la entonación; otra es la puntuación lógico-semántica, surgida en el siglo XVI con el auge de la lectura silenciosa, que da protagonismo al texto escrito y a la información que proporciona, por lo que trata de facilitar en él la identificación de las unidades sintáctico-semánticas.
Prevalece en la puntuación moderna este último criterio, que se va consolidando ya a finales del XVII y es el defendido en la Ortografía de 1741, para la que los signos de puntuación «no solo indican la división de la cláusula, sino el sentido de ella». El peso de la tradición grecolatina, sin embargo, queda patente a partir de la edición inmediatamente posterior, la de 1754, que retoma la vinculación clásica de los signos de puntuación con la entonación.
3.4 USOS DE LOS SIGNOS DE PUNTUACIÓN
3.4.1 EL PUNTO
El punto (.) es un signo ortográfico circular de pequeñas dimensiones que se usa principal, aunque no exclusivamente, como signo de puntuación. A lo largo de la historia ocupó diferentes lugares en la caja del renglón en función de sus diversos valores (v. § 3.3), pero en el español actual se escribe en la parte baja y pegado a la palabra o cifra que lo precede.
Información adicional. No queda rastro del punto escrito en la parte alta del renglón, aunque sí del punto medio, que se coloca entre dos cantidades o variables matemáticas para indicar multiplicación:
5 · 4 = 20; 2 · (x + y) = 30. En este uso, se escribe entre espacios. Con este mismo fin es más normal utilizar el símbolo tradicional en forma de aspa (×).
Los usos más importantes del punto pueden agruparse en dos categorías:
a) Usos lingüísticos. Como marca que proporciona información de tipo lingüístico, el punto constituye, por una parte, un signo de puntuación —y como tal será tratado detenidamente en este apartado— y, por otra, un signo de abreviación. A las normas que rigen el uso del punto abreviativo, propio de secuencias como Sra., n.º, pág. o EE. UU., se dedica el capítulo V, § 3.2.5.1.
Información adicional. En textos lingüísticos se utiliza, además, el punto como delimitador silábico en las transcripciones fonéticas o fonológicas, es decir, para indicar la frontera entre las sílabas de una palabra: /at.lán.ti.ko/ o /a.tlán.ti.ko/. En este caso, el punto va pegado a los signos que lo preceden y que lo siguen. Aunque a veces se emplea con este valor un punto colocado a media altura, se recomienda seguir el criterio del alfabeto fonético internacional, que establece para la separación silábica el uso del punto bajo.
b) Usos no lingüísticos. El punto es un signo tradicionalmente asociado a la escritura de las expresiones numéricas. Las pautas sobre su uso en los números escritos con cifras se exponen en el capítulo VIII, § 2. En los apartados 5.1 y 5.2 de ese mismo capítulo se hace referencia al uso del punto en la expresión de la fecha y la hora, respectivamente.
3.4.1.1 El punto como signo delimitador
Como signo de puntuación, la función principal del punto consiste en señalar el final de un enunciado —que no sea interrogativo o exclamativo—, de un párrafo o de un texto. Lo complementa en esta función delimitadora la mayúscula, que marca siempre el inicio de estas unidades (v. cap. IV, § 4.1.1). El correlato del punto en la cadena oral es una pausa de extensión variable, pero en todo caso muy marcada.
El punto se escribe siempre sin separación del elemento que lo precede —sea este una palabra, un número u otro signo— y separado por un espacio del elemento que lo sigue. Recibe distintos nombres dependiendo de la unidad discursiva que delimite: a) Si se escribe al final de un enunciado y a continuación, en el mismo renglón, se
inicia otro, se denomina punto y seguido, nombre más lógico y recomendable que el también usual de punto seguido. El punto y seguido es, pues, el que separa los enunciados que integran un párrafo, como los cuatro del siguiente ejemplo:
«No sé. Ni idea. Evidentemente, la foto es importante e indiscreta. Lo suficientemente importante e indiscreta como para que Jean-Paul muriera por ella» (Schwartz Conspiración [Esp. 1982]).
b) Si se escribe al final de un párrafo y el enunciado siguiente inicia un párrafo nuevo, se denomina punto y aparte, aunque en algunas zonas de América se dice punto aparte. El punto y aparte es, pues, el que separa dos párrafos distintos, que suelen desarrollar, dentro de la unidad del texto, ideas o contenidos diferentes:
«En el mundo literario reina gran expectativa ante la próxima aparición en las librerías de una nueva obra del austriaco Peter Handke, uno de los escritores de lengua alemana más conocidos internacionalmente y con mayores posibilidades de obtener el Nobel de literatura.
Titulada Men Jahr in der Niemandsbucht (literalmente Mi año en la bahía de nadie), la nueva novela de Handke es una voluminosa obra de más de mil páginas, que algunos, aun sin haberla leído, califican ya de acontecimiento literario del año 1994» ( Tiempo [Col.] 16.11.1994).
Información adicional. En los textos impresos, se utilizan diversos recursos para facilitar la identificación de los párrafos y, con ello, favorecer la legibilidad de lo escrito. El procedimiento más común es el uso de la sangría, espacio de longitud variable que en la tradición tipográfica española se deja al comienzo de la primera línea del párrafo. Además de este procedimiento tradicional, el párrafo puede marcarse sangrando no la primera línea, sino las siguientes (con la llamada sangría francesa, empleada en esta obra en la introducción de los ejemplos situados en párrafo aparte), o bien dejando una línea en blanco después de cada párrafo. Resulta redundante y, por tanto, desaconsejable el uso simultáneo de sangrías y líneas en blanco para delimitar los párrafos.
Los párrafos que se inician con una letra capitular, ya suficientemente destacados, no llevan sangría de primera línea.
c) Si aparece al final de un escrito o de una división importante del texto (un capítulo, por ejemplo), se denomina punto final. No es correcta la denominación punto y final, creada por analogía de las correctas punto y seguido y punto y aparte.
Así pues, el punto desempeña una importante función en el ámbito textual. Más que un asunto de la ortografía, la elección entre un punto y seguido o un punto y aparte —o entre el punto y otros signos delimitadores como el punto y coma o los dos puntos— tiene que ver con destrezas relativas a la organización de la información, a la agrupación de las ideas en los párrafos para que el texto sea claro y coherente.
Respetando siempre esta premisa de coherencia, cabe la posibilidad de que la jerarquización de las ideas varíe en función de cómo quiere el que escribe que su texto sea interpretado. Así, en los dos ejemplos que siguen, ambos correctamente puntuados, la variación en el uso de los signos no implica cambios de significado: Dile que no quiero verlo más, que aquí no es bien recibido.
Dile que no quiero verlo más. Que aquí no es bien recibido.
Sin embargo, estas dos secuencias manifiestan un diferente manejo de la información por parte de quien escribe, de modo que, en la segunda, que organiza las ideas en dos enunciados, se imprime mayor relevancia a cada uno de ellos. Del mismo modo, el mensaje que encierra la oración Ven inmediatamente podría también expresarse en dos enunciados ( Ven. Inmediatamente), con lo que se dotaría de un mayor efecto expresivo a la orden manifestada con esta secuencia y se acentuaría el énfasis que el hablante quiere dar al significado expresado por el adverbio.
La separación de los enunciados puede responder asimismo al gusto por secuencias más o menos largas. Por ejemplo, el estilo periodístico suele decantarse por estructuras breves y profusión de puntos. Cuanto más extenso es el enunciado y mayor complejidad sintáctica presenta, mayor es la necesidad del uso del punto frente a otros signos demarcativos.
3.4.1.2 Uso del punto en algunos contextos específicos
Dadas sus características especiales, algunas secuencias breves que aparecen aisladas en la cadena escrita ofrecen dudas a la hora de ser puntuadas. En ellas, suele hacerse innecesaria la función demarcativa que caracteriza al punto, pues la delimitación está indicada por otros recursos tipográficos (blancos, tipo y cuerpo de letra, alineación centrada o a la derecha, etc.). La tendencia general es que estas secuencias no presenten punto final cuanto más se acerquen a la condición de etiquetas o rótulos y más se alejen de las estructuras oracionales; al contrario, cuanto mayor sea su carácter discursivo, mayor será también la tendencia a poner punto final
en ellas. Se tratan a continuación los contextos que ofrecen dudas más frecuentemente.
3.4.1.2.1 En títulos y subtítulos
Nunca se escribe punto tras los títulos y subtítulos de libros, artículos, capítulos, obras de arte, etc., cuando aparecen aislados (centrados o no) y son el único texto del renglón:
Cien años de soledad
Manual de paleografía
Fundamentos e historia de la escritura latina hasta el siglo VIII
Tampoco se escriben con punto final los títulos y cabeceras de cuadros y tablas.
3.4.1.2.2 En nombres de autor
No llevan punto al final los nombres de autor en cubiertas, portadas, prólogos, firmas de cartas y otros documentos, o en cualquier otra ocasión en que aparezcan solos en una línea:
Que la abundancia de las cosas, aunque sean buenas,
hace que no se estimen, y la carestía, aun de las malas, se
estima en algo.
Miguel de Cervantes
3.4.1.2.3 En dedicatorias
Las dedicatorias que se sitúan al principio de los escritos no suelen llevar punto final, dado que, por lo común, son textos tipográficamente muy marcados, aislados en una página completa, alineados a la derecha y con un cuerpo de letra peculiar: Para Javier
A Javier, sin cuya ayuda esta obra no hubiera sido posible
A mis abuelos,
a mis padres,
a mis hijos
Aunque la práctica general es no poner el punto final, la tendencia a escribirlo se incrementa cuanto más extenso es el texto de la dedicatoria, uso que no hay razones para censurar. Así pues, en el ejemplo anterior, podría haberse escrito A mis abuelos,
a mis padres,
a mis hijos.
Cuando la dedicatoria está constituida por varios párrafos, es aconsejable escribir punto y aparte al terminar cada uno de ellos y cerrar el último con punto final.
3.4.1.2.4 En pies de imagen
Los textos que aparecen bajo ilustraciones, fotografías, diagramas, etc., dentro de un libro o una publicación periódica no suelen cerrarse con punto cuando constituyen etiquetas que describen el contenido de dichas imágenes, como en el siguiente ejemplo:
o en el siguiente pie escrito bajo una fotografía:
El primer ministro en su residencia de verano con su homólogo noruego, Jens Stoltenberg
Como en el caso de las dedicatorias, cuanto más extenso es el texto que constituye un pie de imagen, tanto mayor es la tendencia a la escritura del punto final, especialmente cuando dicho texto presenta puntuación interna. Así, no resultaría extraño que, en el segundo de los ejemplos aducidos, el pie se cerrase con un punto, frente al primero, el referido a los trompos, donde no cabe la escritura de punto.
Cuando los pies de imagen no son propiamente etiquetas, sino explicaciones de carácter discursivo que suelen tener estructura oracional, deben cerrarse con punto: Figura 13. En la pronunciación de las vocales, el aire no encuentra ningún obstáculo al salir.
3.4.1.2.5 En eslóganes
Los eslóganes publicitarios no llevan punto final cuando aparecen aislados y son el único texto en su línea:
Asturias, paraíso natural
Lo mismo cabe decir cuando están constituidos por dos o más secuencias colocadas en líneas separadas:
Turismo en México
Tus vacaciones hechas realidad
Si estos mensajes publicitarios están compuestos de dos o más enunciados separados por puntuación interna, el uso del punto final es admisible:
Nuevo BMW Serie 7. Espíritu de superación.
3.4.1.2.6 En enumeraciones en forma de lista
En las clasificaciones o enumeraciones en forma de lista, se escribe punto tras el número o la letra que encabeza cada uno de los elementos enumerados:
¿Cuál es la capital de Ohio?
a. Cleveland
c. Columbus
d. Indianápolis
En este uso, el punto alterna con el paréntesis (§ 3.4.5.2e). Es incorrecto prescindir de cualquiera de estos dos signos, salvo en el caso de que se empleen números ordinales (1.º, 2.º, etc.), que por sí solos sirven ya de elemento introductorio.
Es asimismo común que, para individualizar y destacar cada uno de los elementos enumerados, en lugar de letras o números se empleen la raya u otros signos de carácter tipográfico, como topos o boliches (•, ♦, ■). Sea cual sea el sistema elegido, entre las marcas y el texto que sigue ha de dejarse un espacio de separación.
Sobre la escritura de signos de puntuación al final de los elementos de una enumeración que se presenta en forma de lista, v. § 3.47.2.2.
3.4.1.2.7 En índices
En los distintos tipos de índices que aparecen en las obras para facilitar el acceso a la información (índices de contenidos, de materias, onomásticos, cronológicos, etc.), no se escribe punto al final de cada línea:
que (conjunción)
alternancia que ~ de en las comparativas de desigualdad 45.2.5c, 45.2.6
comparativo 31.1.3b, c, 45.2.1a
galicado 40.5.4, 46.6.2a
introduce la apódosis en las oraciones consecutivas 31.1.3c, 45.6.1a 3.4.1.2.8 En direcciones electrónicas
Se emplea el punto para separar los subdominios de las direcciones de correo y páginas electrónicas. Sin embargo, el último de esos elementos no va seguido de punto:
consulta@rae.es
www.excelsior.com.mx
Puesto que el punto final no forma parte de las direcciones electrónicas, no se
escribe cuando estas constituyen el único texto en su línea o cuando no cierran enunciado:
Esta es nuestra dirección de correo electrónico:
consulta@rae.es
«En www.loqueusas.com son más arriesgados y aseguran ancho de banda las 24
horas» ( Mercurio [Chile] 8.3.2004).
«Cualquier usuario de la red que teclee las direcciones de ambos buscadores, http://www.ozu.es y http://www.ozu.com, verá que aparentemente son igualitos»
( País [Esp.] 3.6.1997).
En cambio, si la dirección aparece al final de un enunciado que se escribe todo seguido, debe escribirse el punto final de cierre:
Esta es nuestra dirección de correo electrónico: consulta@rae.es.
Si le interesa el arte, visite los recorridos virtuales que ofrece la página del museo, www.hermitagemuseum.org.
3.4.1.3 Concurrencia con otros signos
En aquellos casos en que el punto de cierre concurre con otros signos de puntuación, se plantean dos tipos de dudas, según la función característica de los signos con los que coincide:
a) Si el punto viene a coincidir con un signo indicador de modalidad (signo de interrogación, signo de exclamación o puntos suspensivos), se duda sobre la compatibilidad de los signos y pueden producirse errores de puntuación por redundancia.
b) Si el punto debe combinarse con un signo indicador de que acaba un segundo discurso (comillas, paréntesis, corchetes o rayas de cierre), se plantean dudas relativas a la sucesión u orden de los signos en la escritura.
Información adicional. Resulta asimismo problemática la concurrencia del punto con una llamada indicativa de la existencia de una nota final o a pie de página. Existen dos modos de colocación de estas llamadas con respecto a los signos de puntuación, ambos igualmente correctos.
a) En el sistema francés, la llamada de nota se sitúa inmediatamente antes del punto y del resto de los signos delimitadores principales (coma, punto y coma, y dos puntos), pero después de los puntos suspensivos:
Los resultados no son satisfactorios en los estudios realizados hasta el momento37.
El mismo año expuso en la Bienal de Venecia, en el Guggenheim, en el Moma…4.
En cambio, la llamada de nota se sitúa antes o después del cierre de un signo doble en función de que se refiera solo a la última palabra o a todo el segmento enmarcado por esos signos:
¿Cree que sería posible recuperar una forma como Mastrique 5 ?
5 Actualmente se utiliza la forma Maastricht.
¿Cree que sería posible recuperar una forma como Mastrique ? 5.
5 Pregunta realizada a quince expertos en toponimia.
Como se observa en los ejemplos, en los casos en los que la llamada de nota aparece tras puntos suspensivos o tras cierre de interrogación y de exclamación, debe escribirse un punto tras ella.
b) En el sistema inglés, la llamada se sitúa siempre tras el signo de puntuación, sea cual sea: Este tipo de pensamiento mágico, 27 propio del pensamiento infantil, aflora en nuestros comportamientos a lo largo de toda la vida. 28
Este sistema presenta la desventaja, frente al anterior, de que no permite diferenciar cuándo la nota se refiere a la palabra que precede al signo de puntuación y cuándo a un segmento mayor. De hecho, algunos editores subsanan parcialmente esta deficiencia colocando conforme al sistema anterior la llamada de nota si esta coincide con un signo de cierre de comillas o paréntesis.
3.4.1.3.1 Con signos de interrogación, signos de exclamación y puntos
suspensivos
Como ya se ha explicado (§ 3.1.2), los signos de interrogación y de exclamación, así como los puntos suspensivos, tienen como función principal indicar la modalidad de la secuencia a la que afectan, pero también pueden delimitar enunciados (aunque no siempre lo hagan):
«¡Qué bueno! ¡No me digas que no tiene gracia! ¿Por qué pones esa cara? ¿Tú no te ríes? ¡Es de película!» (Reina Seducción [Esp. 1989]).
«ARQUITECTO: Me prometiste… EMPERADOR: Te prometí, te prometí… ¿Y qué?»
(Arrabal Arquitecto [Esp. 1975]).
En ese caso, los signos de cierre de interrogación y exclamación, así como los puntos suspensivos, coinciden en una de sus funciones con la propia del punto, de ahí que sea incorrecta, por redundante, la aparición conjunta de ambas marcas. Por tanto, debería omitirse el punto tras los signos de cierre de interrogación y exclamación, y tras los puntos suspensivos, en las secuencias siguientes, que están incorrectamente puntuadas:
¿Quieres darte prisa?. ¡Vamos a llegar tarde por tu culpa!. Pero ¿se puede saber qué estás haciendo?.
Le gusta todo tipo de cine: negro, histórico, de aventuras…. Es un cinéfilo empedernido.
Advertencia. Nunca debe escribirse punto inmediatamente detrás de un signo de cierre de interrogación o de exclamación, ni detrás de puntos suspensivos, aunque con ellos termine el enunciado.
Solo debe escribirse el punto de cierre del enunciado si tras los signos de cierre de interrogación o de exclamación, o tras los puntos suspensivos, hay comillas, paréntesis, corchetes o rayas de cierre, es decir, un signo indicador de que acaba un segundo discurso:
Se puso a gritar como un loco (¡vaya genio que tiene el amigo!).
Me preguntó muy serio: «¿De veras puedo contar contigo?».
Debe revisarse el texto completo [¿también las notas a pie de página?].
Había misterio en sus palabras —¿o era inseguridad?—.
La clase recitaba a Rubén Darío:«Dichoso el árbol que es apenas sensitivo…».
No hay manera de que se pongan de acuerdo (si vieran el espectáculo que dan…).
3.4.1.3.2 Con signos dobles (comillas, paréntesis, corchetes y rayas)
Las comillas, los paréntesis, los corchetes y las rayas son signos dobles que, como se ha indicado (§ 3.1.1), constituyen delimitadores de un segundo discurso. La indicación del final de ese segundo nivel discursivo se hace mediante el signo correspondiente de cierre. Cuando los signos de cierre de estos signos dobles concurren en la cadena escrita con un punto —indicador de que el discurso principal también se cierra—, este debe escribirse detrás de aquellos, del mismo modo que se escriben los otros signos delimitadores principales (coma, punto y coma o dos puntos):
Dijo: «Tú y yo hemos terminado». Tras estas palabras se marchó, dando un portazo. (Creo que estaba muy enfadada. No me extraña). En la calle la esperaba Emilio —un buen amigo—. Este, al verla llegar, sonrió.
Advertencia. Nunca debe escribirse un punto de cierre de enunciado delante de un signo de cierre de comillas, paréntesis, corchetes o rayas.
Deben evitarse puntuaciones redundantes, como estas:
Según Enrique Maldonado, «no hay razones para convocar elecciones anticipadas.».
(Creo que estaba muy enfadada. No me extraña.).
Debió escribirse:
Según Enrique Maldonado, «no hay razones para convocar elecciones anticipadas».
(Creo que estaba muy enfadada. No me extraña).
La coma (,) es un signo de puntuación que delimita unidades lingüísticas inferiores al enunciado. Se escribe pegada a la palabra o el signo que la precede y separada por un espacio de la palabra o el signo que la sigue. Dada la diversidad de contextos en los que aparece y la variedad de usos que presenta, no es extraño que sea también el signo de puntuación que más dudas plantea.
Información adicional. Los primeros sistemas de puntuación grecolatinos ya contaban con un signo, la subdistinctio, que indicaba una pausa breve en la lectura en voz alta y separaba unidades menores, estructuradoras de la oración, pero sin sentido completo. Estas unidades se denominaban incisos o comas y el signo que las delimitaba se representaba con un punto bajo (.). Algunos tratadistas del Renacimiento, como Nebrija, utilizaron los dos puntos (:) con esta misma función.
En lo que a su forma se refiere, hay que buscar el origen de la coma en la vírgula, signo primero oblicuo (/) y después curvo (,) que se utilizó a partir del Renacimiento para separar los elementos de una enumeración o para encerrar expresiones parentéticas.
Aunque prototípicamente la coma es un signo de puntuación, y como tal se estudiará en este apartado, se emplea, además, como separador decimal en las expresiones numéricas escritas con cifras. Sobre las normas que rigen la escritura de la coma en este uso no lingüístico, v. cap. VIII, § 2.2.1.2.1.
3.4.2.1 La coma como signo delimitador
La coma aísla unidades lingüísticas inferiores al enunciado, como la oración ( Aunque no te guste, tendrás que hacerlo) o el grupo sintáctico ( David, el contable, no ha venido hoy). Frente al punto, principal separador de las unidades discursivas y, por tanto, fundamental en el plano del texto, la coma adquiere su mayor protagonismo en el plano del enunciado y sus constituyentes.
3.4.2.1.1 Delimitación en la oralidad y delimitación en la escritura
Tradicionalmente se ha vinculado el uso de la coma a la presencia de una pausa breve o débil en la cadena hablada. Si bien esta relación se verifica en muchos casos, no siempre la escritura de una coma responde a la necesidad de realizar una pausa en la lectura en voz alta y, viceversa, existen en la lectura pausas breves que no deben marcarse gráficamente mediante comas, como la que se hace a veces entre sujeto y predicado. Esta asimetría entre pausa y coma se constata, por ejemplo, en un enunciado como Estaba tan cambiado que apenas lo reconocí, en el que no cabe escribir ninguna coma (v. § 3.4.2.2.4.5), pese a que los dos miembros de la construcción consecutiva suelen pronunciarse separados por una pausa y una inflexión tonal:
Estaba tan cambiado | que apenas lo reconocí.
Por otra parte, el hecho de presentar la coma como correlato de una pausa breve, frente, por ejemplo, al punto y coma, que se ha relacionado con una pausa mayor, no es siempre una pauta fiable a la hora de puntuar: es difícil delimitar la longitud de una pausa y, en ocasiones, una secuencia puntuada de formas diferentes puede leerse en voz alta con una pausa de igual duración. Es lo que podría ocurrir, por ejemplo, en estas oraciones:
Lo hizo. Lamentablemente.
Lo hizo; lamentablemente.
Lo hizo, lamentablemente.
La elección de la coma —frente al punto o al punto y coma— en estas secuencias depende, más que de la longitud de la pausa correspondiente en la oralidad, de la forma en que quien escribe desea organizar las ideas. Así, en los tres ejemplos anteriores, no se modifica el significado literal, aunque sí el grado de dependencia de las secuencias separadas por el signo de puntuación y el grado de relevancia del adverbio lamentablemente.
3.4.2.1.2 Delimitación opcional y delimitación obligatoria
La presencia de la coma en un enunciado puede ser opcional u obligatoria: a) Coma opcional. En algunos casos, el uso de la coma en un determinado lugar del enunciado puede depender del gusto o de la intención de quien escribe, así como de factores contextuales, como las dimensiones y la complejidad del enunciado, la presencia de puntuación cercana, etc. La segmentación que proporciona la coma no implica, en estos casos, cambios sintácticos ni semánticos —es decir, la coma no es distintiva—, pero sí diferencias que afectan al enfoque que se da al mensaje, a los matices expresivos que quieren transmitirse o, simplemente, a la claridad del texto.
Se registran, así, estilos de escritura más o menos trabados en función de que se elija poner un menor o un mayor número de las llamadas comas opcionales (encerradas entre paréntesis en los ejemplos que siguen):
Si llueve, a veces(,) salimos a buscar setas.
Íbamos a ir juntos al cine, pero(,) al final(,) no nos pusimos de acuerdo.
A las ocho de la mañana(,) hago deporte.
A finales del siglo XIX, en América(,) se produjo un fuerte desarrollo de los núcleos urbanos.
Sin que pueda hablarse en estos casos de puntuación correcta o incorrecta, como regla general debe optarse por un empleo racional y equilibrado de la coma, evitando su uso tanto por exceso como por defecto, pues en ambas circunstancias se entorpece la legibilidad del texto.
b) Coma obligatoria o distintiva. En otras ocasiones, la presencia o ausencia de la coma sirve para distinguir entre sentidos posibles de un mismo enunciado, es decir, la delimitación que lleva a cabo la coma es distintiva y suele modificar las relaciones sintácticas. Siguiendo con uno de los ejemplos ya citados, frente a Lo hizo, lamentablemente, que significa ‘considero lamentable que lo hiciera’, Lo hizo lamentablemente expresa un juicio sobre la forma en que se ha hecho algo (‘lo hizo muy mal’).
Otros ejemplos en los que una misma secuencia de palabras puede tener varios significados dependiendo de cómo esté puntuada son los siguientes:
Esteban, el ingeniero y yo misma estuvimos en la obra (la ausencia de coma tras el ingeniero indica que ese grupo es un elemento más de la enumeración; por tanto, estuvieron en la obra tres personas).
Esteban, el ingeniero, y yo misma estuvimos en la obra (la presencia de coma convierte el ingeniero en una aposición explicativa al nombre anterior, con lo que el sujeto hace referencia solo a dos personas: Esteban, que es ingeniero, y yo).
Me he vestido, como me indicaron (‘me indicaron que me vistiera’).
Me he vestido como me indicaron (‘me indicaron cómo debía vestirme’).
Mientras hizo lo que debía y todo salió bien, no hubo problemas (si no se coloca coma detrás de mientras, esta palabra es conjunción, con lo que la secuencia equivaldría a ‘durante el tiempo en que hizo lo que debía…’).
Mientras, hizo lo que debía y todo salió bien (si va seguida de una coma, es un adverbio: ‘durante ese tiempo, hizo lo que debía…’).
Así tienes que ponerte la corbata (el adverbio así es aquí un modificador
verbal: ‘de esta manera tienes que ponerte la corbata’).
Hoy nos visita el presidente de la compañía. Así, tienes que ponerte la corbata (la presencia de coma indica que el adverbio así es, en este contexto, un conector discursivo que expresa consecuencia: ‘por
consiguiente, tienes que ponerte la corbata’).
En todos estos ejemplos, la coma es esencial para aclarar las dependencias entre las unidades sintácticas. Ha de tenerse en cuenta, no obstante, que no todas las ambigüedades que aparecen en el discurso pueden resolverse mediante el uso de la coma —o con la puntuación en general—, por lo que en muchos casos la solución para que un enunciado sea claro es modificar la redacción.
3.4.2.1.3 El uso de la coma frente a otros signos delimitadores
Como se ha visto en el ejemplo Lo hizo, lamentablemente, en algunos contextos la coma puede ocupar el mismo lugar que otros signos que, como ella, son genuinamente delimitadores, como el punto o el punto y coma. Aunque en muchos casos sean posibles todas las opciones de puntuación y la elección de uno u otro signo pueda responder a matices expresivos conscientemente buscados, es censurable la tendencia general a abusar de la coma en detrimento de otros signos —especialmente del punto y coma—, tendencia que, muy frecuentemente, anula la jerarquización informativa y oscurece el sentido de lo escrito. Valga este texto como ejemplo ilustrativo:
No tenía buen aspecto, su pelo estaba sucio, su cara presentaba magulladuras, había adelgazado, no obstante, en cuanto apareció en el portal, lo reconocí.
En este texto, el exceso de comas, que presenta todos los miembros del enunciado al mismo nivel, podría evitarse utilizando dos puntos para introducir la enumeración; punto y coma para separar las oraciones que la constituyen, y puntos suspensivos para cerrarla (o punto, si no se trata de una enumeración abierta). Sería, por tanto, preferible la puntuación siguiente:
No tenía buen aspecto: su pelo estaba sucio; su cara presentaba magulladuras; había adelgazado… No obstante, en cuanto apareció en el portal, lo reconocí.
No tenía buen aspecto: su pelo estaba sucio; su cara presentaba magulladuras, y había adelgazado. No obstante, en cuanto apareció en el portal, lo reconocí.
3.4.2.2 Usos de la coma (contextos de duda más frecuentes)
Se analizan a continuación los principales usos lingüísticos de la coma en español, que se han distribuido en seis grandes grupos:
Para delimitar incisos y unidades con alto grado de independenciaFinalmente, se añaden algunos contextos de duda frecuentes que no caben en ninguno de los grupos anteriores.
3.4.2.2.1 Para delimitar incisos y unidades con alto grado de independencia
La coma se emplea para encerrar elementos que podrían considerarse periféricos con respecto al enunciado en el que aparecen, pues interrumpen su línea informativa, quedando fuera de la parte central del mensaje. En la cadena hablada, este tipo de información viene marcada por un perfil melódico peculiar: suele constituir una unidad tonal independiente del resto del enunciado, del que aparece separada por una breve pausa o bien por una inflexión, y se pronuncia en un registro diferente al de la oración principal.
Estas secuencias se escriben entre comas cuando aparecen en posición medial en el enunciado: La iniciativa, como se ha explicado, es muy novedosa; Me invade la nostalgia, ¡ay!, al recordar aquellos días. Algunas de ellas pueden también ocupar la posición inicial o final y, en ese caso, quedan aisladas por cualquier otro signo delimitador y por una coma: Como se ha explicado, la iniciativa es muy novedosa;
¡Ay!, me invade la nostalgia al recordar aquellos días; Ven un momento, Sara.
Forman parte de este grupo de elementos periféricos los incisos, las interjecciones y sus grupos sintácticos, los vocativos y los apéndices confirmativos.
3.4.2.2.1.1 Incisos
Uno de los principales usos de la coma es aislar en el texto escrito los incisos, elementos suplementarios que aportan precisiones, ampliaciones, rectificaciones o circunstancias a lo dicho:
«Este cuadro pretende descubrirnos lo que es el mundo del espectáculo, concretamente el del ballet, antes de su presentación al público» (Perucho Dietario [Esp. 1985]).
«Fíjate, me tuvieron que poner escolta, y encima intervinieron el teléfono para saber de dónde venían las amenazas» (Gamboa Páginas [Col. 1998]).
«La dama húngara ha aprendido, y no precisamente por placer, a distinguir entre la locura como enfermedad y la locura como vicio del espíritu» (Moix Vals
[Esp. 1994]).
«El general Palomar, cuya vida corría con el siglo , había sido niño trompetero del Ejército Constitucionalista de don Venustiano Carranza» (Fuentes Cristóbal
[Méx. 1987]).
Información adicional. Se emplea en este apartado el término inciso en un sentido amplio, como equivalente de información incidental. Por tanto, aunque los incisos prototípicos son secuencias que interrumpen el enunciado y aparecen en posición medial ( Todos, excepto Luis, fuimos al concierto; Mi hermana, que es cardióloga, lo atendió), se considerará aquí que también lo son las mismas secuencias cuando ocupan posición inicial o final ( Excepto Luis, todos fuimos al concierto; Lo atendió mi hermana, que es cardióloga).
La información que aportan los incisos puede estar más o menos ligada al resto del enunciado ( Tus rosquillas, ¡qué delicia!, son las mejores que he probado en mi vida, frente a Tus rosquillas, que están deliciosas, son las mejores que he probado en mi vida), pero, en cualquier caso, presentan cierta autonomía gramatical y semántica con respecto a él. Constituyen incisos característicos las siguientes construcciones, separadas, por ello, mediante coma:
a) Estructuras explicativas, que interrumpen el curso del enunciado para agregar alguna precisión o comentario sobre el elemento nominal que las precede. Estas estructuras explicativas pueden ser aposiciones, es decir, sustantivos o grupos nominales, como en La presentación de Eduardo Romero, el comisario de la exposición, fue muy aplaudida; Mi hermano, Arturo, estuvo allí; adjetivos o grupos adjetivales, como en El agente, robusto, ayudó a los que estaban atrapados; Los soldados, cansados, volvieron al campamento con dos horas de retraso; oraciones adjetivas o de relativo, como La casa, que está al borde del mar, es muy luminosa; Don Alfonso, a quien todos recordamos con cariño, estuvo siempre a nuestro lado; y otras expresiones parentéticas, como La mesa, de madera maciza, estaba colocada en el centro del salón; El cuadro Las meninas, de Diego Velázquez, es una de las mejores obras de la pintura universal.
Advertencia. Frente a las estructuras explicativas, las especificativas no aportan una aclaración sobre el grupo nominal al que modifican, sino que restringen o delimitan el significado del sustantivo que las precede. Estas construcciones, que no interrumpen el curso del enunciado, sino que se integran en el grupo nominal, no se escriben entre comas: así, en la oración Mi hermano Arturo estuvo allí, el nombre propio constituye una aposición especificativa con la que quien habla identifica a uno de sus hermanos, frente a la explicativa ya citada Mi hermano, Arturo, estuvo allí, de la que se deduce que la persona que habla solo tiene un hermano. Del mismo modo, en Los soldados cansados volvieron al campamento con dos horas de retraso, se especifica que, del total de los soldados, algunos, los que estaban cansados, llegaron con retraso; mientras que en la oración con adjetivo explicativo, Los soldados, cansados, volvieron al campamento con dos horas de retraso, se explica que todos los soldados estaban cansados, de ahí que se retrasaran. Son también especificativas, frente a las explicativas anteriormente mencionadas, las construcciones siguientes: La casa que está al borde del mar es muy luminosa; La mesa de madera maciza estaba colocada en el centro del salón; Las meninas de Manolo Valdés son esculturas inspiradas en la obra pintada siglos antes por Velázquez.
Las estructuras explicativas pueden aparecer también en posición final, caso en el que igualmente se separan por coma de su antecedente: Fue muy aplaudida la presentación de Eduardo Romero, el comisario de la exposición; Estuvo siempre a nuestro lado don Alfonso, a quien todos recordamos con cariño.
En lo referente a las oraciones de relativo, véase también el apartado 3.4.2.2.4.2.
Los apodos, las designaciones antonomásticas o los seudónimos que pueden sustituir al nombre verdadero constituyen aposiciones explicativas cuando se mencionan tras él; por tanto, en este caso, deben escribirse entre comas: Lola Flores, la Faraona, era una estupenda bailaora; Hoy celebramos el aniversario de la muerte de Simón Bolívar, el Libertador; José Martínez Ruiz, Azorín, perteneció a la generación del 98. Al contrario que estos, los sobrenombres, que deben ir necesariamente acompañados del nombre propio al que especifican, se unen a este sin coma: Alfonso II el Casto, Guzmán el Bueno, Lorenzo el Magnífico.
b) Construcciones absolutas, en las que se predica algo de un sujeto sin que aparezca un verbo en forma personal. Normalmente tienen como predicado un participio o un gerundio —aunque también pueden construirse con un adjetivo u otras expresiones— y aparecen al comienzo del enunciado: Finalizadas las excavaciones, se organizó una exposición para mostrar los utensilios encontrados; Ayudándose de un destornillador, consiguió abrir el cofre; Una vez limpios los mariscos, se añaden a la sartén; pero también pueden intercalarse, entre comas, en el enunciado: El presidente, terminada la reunión, convocó una rueda de prensa; Los viajeros, viendo su vuelo anulado, reclamaron la devolución del importe de sus billetes.
Advertencia. El empleo de comas para encerrar construcciones con gerundio depende de la función que esas construcciones desempeñen en el enunciado. Frente a las construcciones absolutas que aquí se mencionan, que por su carácter incidental se aíslan mediante comas, sería incorrecto escribir este signo en enunciados como Subía la cuesta apoyándose en su bastón o Lamentándote no conseguirás nada, en las que la oración de gerundio es un complemento circunstancial, o en Ver a Juan bailando salsa es todo un espectáculo, donde la secuencia bailando salsa funciona como predicativo del complemento directo Juan.
c) Expresiones u oraciones de carácter accesorio, sin vinculación sintáctica con los elementos del enunciado en el que se insertan: Están dispuestas a todo, ¡qué barbaridad!, con tal de conseguir lo que quieren; Se presentó a comer, dime tú si no es para matarlo, con diez amigos y sin avisar; No pienso ir a la fiesta, pero, insisto, te ayudaré en los preparativos.
d) Cualquier otra clase de comentario, explicación o precisión a algo dicho: Toda mi familia, incluido mi hermano, estaba de acuerdo; El buen gobernante, según sostenía un célebre político, debe estar siempre preparado para abandonar el poder.
La consideración de un elemento como inciso puede venir impuesta por el significado, caso en el que la delimitación indicada por la coma es distintiva y, por lo tanto, obligatoria. Así, como se ha señalado, solo el uso de comas permite distinguir en la escritura una oración de relativo especificativa de una explicativa: Los chicos que han llegado hoy empezarán el curso mañana / Los chicos, que han llegado hoy, empezarán el curso mañana. Otras veces, en cambio, el uso de la coma responde a la intención comunicativa, de manera que el que escribe puede presentar una misma información como parte central o como elemento periférico y, en consecuencia, sin comas o entre ellas, respectivamente:
El actor apareció en escena junto con el director de la obra.
El actor apareció en escena, junto con el director de la obra.
El destino es sabio a la vez que cruel.
El destino es sabio, a la vez que cruel.
Así, aunque lo normal es que las estructuras introducidas por salvo, excepto y menos ( Salvo en la Antártida, ha vivido en todos los continentes; Todos, excepto Roberto, estuvieron de acuerdo; Te daré lo que quieras, menos ese anillo) sean de carácter incidental y se escriban, por ello, entre comas, en algún caso la información que estas aportan puede considerarse parte central del mensaje y presentarse integrada en el enunciado. Se imprime con ello mayor relevancia a la construcción exceptiva, que deja de ser incidental y, consecuentemente, de ir aislada por signos de puntuación: Todos excepto Roberto estuvieron de acuerdo; Colaboraron todos menos tú.
Además de la coma, para aislar la información incidental en el interior del enunciado se emplean también la raya (§ 3.4.7) y los paréntesis (§ 3.4.5). La elección de uno u otro signo puede responder a motivos subjetivos, como el grado de independencia que quien escribe quiera otorgar al inciso, mayor si se opta por la raya o los paréntesis:
«Después de finalizar la lectura del documento, Tatiana explicó que aquí, concretamente en este comité, había tenido lugar recientemente un caso de deserción (o de intento de deserción, aún no estaba claro), y que por tal motivo estaba orientado que la fiesta que se realizaría aquí abajo tendría características especiales» (ÁlvzGil Naufragios [Cuba 2002]).
También puede deberse a factores contextuales, como la necesidad de evitar la recurrencia de un mismo signo o de establecer una jerarquizaron cuando un inciso incluye otro, como muestra el ejemplo siguiente:
«Al mismo tiempo, tuve acceso a un mundo médico que, para nosotros —
europeos—, es bastante desconocido e incluso puede resultar chocante por su frialdad» (Carreras Autobiografía [Esp. 1989]).
Las incorrecciones más comunes en la puntuación de incisos son las siguientes: La omisión de una de las dos comas, lo que suele ser frecuente cuando unos elementos incidentales encierran otros:
Al acto acudieron más de doscientos alumnos, quienes junto a sus padres, aplaudieron con entusiasmo las palabras del famoso conferenciante; en lugar de Al acto acudieron más de doscientos alumnos, quienes, junto a sus padres, aplaudieron con entusiasmo las palabras del famoso conferenciante.
El desplazamiento de una de las comas con respecto a la posición que debería ocupar, con lo que el inciso queda erróneamente delimitado. Así, es incorrecta la puntuación en un ejemplo como Había dejado de asistir al coro de la iglesia porque tenía poco tiempo, y encima, le había cambiado la voz, pues se aísla impropiamente la secuencia y encima como inciso (prueba de ello es la agramaticalidad de la oración resultante de su supresión: *Había dejado de asistir al coro de la iglesia porque tenía poco tiempo le había cambiado la voz). La puntuación correcta de este enunciado admite dos variantes, según se considere que la oración introducida por y es, toda ella, un inciso coordinativo (v. §
3.4.2.2.3.1.1g): Había dejado de asistir al coro de la iglesia porque tenía poco tiempo, y encima le había cambiado la voz; o se estime que es una oración coordinada con la anterior que incluye el adverbio encima como inciso: Había dejado de asistir al coro de la iglesia porque tenía poco tiempo y, encima, le había cambiado la voz.
3.4.2.2.1.2 Interjecciones
La interjección es una clase de palabras que forma expresiones exclamativas con las que se manifiestan sentimientos, impresiones o reacciones afectivas, se induce a la acción o se apela al interlocutor (entre las interjecciones de carácter apelativo se incluyen también las fórmulas de saludo o despedida). Las interjecciones y las locuciones interjectivas pueden formar por sí mismas un enunciado ( ¡Ay!; ¡Ah!;
¡Caramba!; Hola; ¡Ni modo!; ¡Vaya por Dios! ) o insertarse en otro, pero conservando en él su autonomía sintáctica y significativa, de ahí que se escriban entre comas, o entre una coma y otro signo si aparecen en posición inicial o final: Bah, no te preocupes; Hola, ¿cómo le va?; Ya está lloviendo otra vez, ¡vaya por Dios! Están sujetas a las mismas reglas las interjecciones que proceden de imperativos verbales, como oye, mira, atiza, vamos, venga, anda o ándale, etc.: Ándale, estudia un poco; Oye, ¿por qué no vamos al cine?; Atiza, si está aquí Antonio; Date prisa, venga, que llegamos tarde. Se delimitan asimismo por comas los grupos interjectivos: No sé, ¡ay de mí!, cuánto tiempo más voy a poder soportarlo; ¡Caramba con el niño!, no hay manera de que obedezca.
Cuando aparecen varias interjecciones concatenadas, sean o no iguales, deben ir separadas por comas: ¡Ah, caray!; ¡Eh, che!; Vaya, caramba, cómo has crecido;
¡Aleluya, aleluya, lo hemos conseguido!; ¡Cómo me duele, ay, ay, ay!; Ale, ale, daos prisa, que no llegamos; Vaya, vaya, mira quién acaba de llegar…
Sobre el uso de los signos de exclamación o de interrogación en las expresiones interjectivas, v. § 3.4.9.1.1.2.
3.4.2.2.1.3 Vocativos
Se aíslan entre comas los sustantivos, grupos nominales o pronombres personales que funcionan como vocativos, esto es, que se refieren al interlocutor y se emplean para llamarlo o dirigirse a él de forma explícita: Javier, no quiero que salgas tan tarde; Has de saber, muchacho, que tu padre era un gran amigo mío; Estoy a sus órdenes, mi coronel; Usted, acérquese inmediatamente.
Los vocativos se caracterizan en la oralidad por una curva de entonación descendente y frecuentemente, aunque no siempre, por pronunciarse entre pausas.
Con independencia de sus características prosódicas, los vocativos se escriben siempre entre comas, incluso cuando los enunciados son muy breves, como en estructuras del tipo No, señor; Sí, mujer.
Información adicional. La presencia de la coma permite distinguir entre la interpretación de un grupo nominal o
de un pronombre como vocativo o como sujeto. Como vocativo, es obligatorio el uso de coma: Alberto, escribe bien; en cambio, es incorrecto ponerla cuando el grupo nominal o el pronombre deben interpretarse como sujeto (§ 3.4.2.2.2.1): Alberto escribe bien.
3.4.2.2.1.4 Apéndices confirmativos
Los apéndices confirmativos —expresiones interrogativas de refuerzo que cierran algunos enunciados aseverativos— deben ir precedidos de una coma que los separe del resto del enunciado. Son apéndices confirmativos muletillas como ¿verdad?,
¿no?, ¿eh?, ¿ves? o ¿viste?:
No te gusta esta ciudad, ¿verdad?
Confías en mí, ¿no?
Así que quería irse sin avisar, ¿eh?
La estamos pasando bárbaro, ¿viste?
Sobre el uso de los signos de interrogación en estas expresiones, v. § 3.4.9.1.2.1.
3.4.2.2.2 Para delimitar ciertos miembros o grupos sintácticos en la oración simple
Dejando a un lado las estructuras incidentales a las que se ha hecho referencia en el apartado anterior, la coma se usa en ocasiones para aislar determinados miembros dentro de una oración. La necesidad o inconveniencia de la coma en estos casos depende de la función que desempeñen los grupos sintácticos correspondientes.
Información adicional. Las oraciones simples están constituidas por diversos miembros, llamados grupos sintácticos o sintagmas, estructuras articuladas en torno a un núcleo que admite diversos modificadores y complementos, y son los que desempeñan las diversas funciones sintácticas.
Así, una oración como Llegó la carta está constituida por un grupo o sintagma verbal ( llegó) y por un grupo o sintagma nominal que desempeña la función de sujeto ( la carta). Sería también un grupo nominal la secuencia la carta de tu hermano, que, a su vez, contiene como complemento del núcleo carta el grupo preposicional de tu hermano.
Como regla general, la puntuación no debe romper la dependencia que se establece entre los grupos sintácticos más fuertemente vinculados desde el punto de vista sintáctico y semántico, con independencia de que, en la pronunciación, esos grupos se separen del resto del enunciado mediante una pausa o una inflexión tonal.
Esta regla es la que determina que sea incorrecto escribir coma entre el verbo y los grupos sintácticos que este necesita para que la oración tenga sentido y sea gramatical —como el sujeto, el complemento directo, el complemento indirecto, etc.— o entre un grupo nominal y un complemento preposicional que lo especifica (un complemento partitivo, por ejemplo). Se detallan a continuación las reglas generales del uso de la coma para separar grupos sintácticos.
3.4.2.2.2.1 Coma entre sujeto y verbo
Es incorrecto escribir coma entre el grupo que desempeña la función de sujeto y el verbo de una oración, incluso cuando el sujeto está compuesto de varios elementos separados por comas: Mis padres, mis tíos, mis abuelos me felicitaron ayer (y no Mis padres, mis tíos, mis abuelos, me felicitaron ayer).
Si el sujeto es largo, suele hacerse oralmente una pausa y una inflexión tonal antes del comienzo del predicado, pero esta frontera fónica no debe marcarse gráficamente mediante coma: Los alumnos que no hayan entregado el trabajo antes de la fecha fijada por el profesor | suspenderán la asignatura. Tampoco debe reflejarse en la escritura la pausa oral que aparece comúnmente entre el verbo y un sujeto integrado en una estructura contrastiva del tipo no…, sino…: Fueron convocados no los padres, sino los alumnos (y no Fueron convocados, no los padres, sino los alumnos).
Es también frecuente incurrir en el error de escribir coma entre sujeto y verbo cuando el sujeto es una oración de relativo sin antecedente expreso (como en La
que está en la puerta, es mi madre, en lugar de La que está en la puerta es mi madre), estructura habitual en numerosos refranes: Quien bien te quiere te hará llorar (véase al respecto el apartado 3.4.2.2.4.2, dedicado al uso de la coma en las oraciones subordinadas de relativo).
Tres son las excepciones a la regla que impide escribir coma entre sujeto y verbo: a) Cuando el sujeto es una enumeración que se cierra con etcétera o su abreviatura ( etc. ): El novio, los parientes, los invitados, etc., esperaban ya la llegada de la novia.
b) Cuando inmediatamente después del sujeto se abre un inciso o aparece cualquiera de los elementos que se aíslan por comas del resto del enunciado: Mi hermano, como tú sabes, es un magnífico deportista; La civilización mesopotámica, junto con la egipcia, es una de las más antiguas.
c) Cuando el sujeto está constituido por dos miembros unidos mediante conjunciones distributivas, como bien… bien, ora… ora, etc.: «Los pretendientes que se acercaron a ella durante los años de su juventud, o bien acabaron huyendo despavoridos, o bien, los más heroicos, tuvieron que retirarse con el rabo entre las piernas» (Ribera Sangre [Esp. 1988]). Sin embargo, en este caso es también correcto no escribir coma ante el primer miembro de la construcción (v. §3.4.2.2.3.le).
No constituyen un caso de escritura incorrecta de coma entre sujeto y verbo ejemplos como Los grandes almacenes, casi todos abren los domingos. El sujeto de esta oración es casi todos, mientras que los grandes almacenes es un elemento anticipado que expresa el tema del que se va a decir algo, de manera similar a como lo hacen estructuras desgajadas equivalentes como En cuanto a los grandes almacenes, casi todos abren los domingos o ¿Los grandes almacenes? Casi todos abren los domingos. Las relaciones sintácticas son distintas, de ahí que la puntuación también lo sea, en el enunciado igualmente correcto Los grandes almacenes, casi todos, abren los domingos, donde casi todos se intercala a modo de inciso entre el verbo y el sujeto ( los grandes almacenes).
3.4.2.2.2.2 Coma y atributo, complemento directo, indirecto, predicativo, de régimen y agente
Es asimismo incorrecto separar con una coma el verbo de aquellos complementos que vienen exigidos por su significado léxico, como son el complementos directo, el indirecto, el predicativo, el de régimen y el agente, salvo que, como se ha señalado antes en el caso del sujeto, tras el verbo aparezca un inciso o cualquiera de los elementos que se aíslan por comas: Espero, hijo mío, una respuesta sensata; Se arrepentirá, estoy segura, de su comportamiento; El manifiesto fue firmado, según lo publicado en la prensa, por más de cinco mil personas; o que uno de esos complementos esté constituido por una estructura distributiva (aunque en este caso es también correcto no escribir coma ante el primer miembro de la construcción; v. §3.4.2.2.3.1e): «… mirando alternativamente, ora a ti, ora a la calle» (MtnVigil Defensa [Esp. 1985]). La misma regla se aplica a la hora de puntuar las oraciones que presentan verbo copulativo y atributo: Es, sin lugar a dudas, un gran hijo.
Tampoco deben separarse con coma del verbo ni el atributo ni los complementos antes mencionados cuando estén integrado en una estructura contrastiva del tipo no…, sino…: «Ahora serías no un rey desterrado, sino un rey secreto libre de traiciones, de conjuras y de intrigas» (Hernández Secreter [Esp. 1995]); «Arrojó su mochila al suelo y se dispuso a encarar no ya una batalla, sino una guerra a muerte» (Volpi Klingsor [Méx. 1999]); «Sí, evidentemente se trata de otra carta destinada no a la papelera, sino a mi diario» (Cano Abismo [Col. 1991]); «Los tres consideraban no ya aceptable, sino providencial su prisión» (Delibes Madera [Esp. 1987]).
Cuando los complementos verbales anticipan su aparición, normalmente con la intención de destacar o enfatizar el elemento anticipado, tampoco debe escribirse coma: Vergüenza debería darte; Muy contento te veo. En cambio, cuando el elemento anticipado simplemente expresa el tema del que se va a decir algo, la coma es opcional: De ese asunto, apenas sé nada / De ese asunto apenas sé nada; Carne, no suelo comer mucha / Carne no suelo comer mucha; Eso, lo digo yo / Eso lo digo yo; A ese ingeniero, lo quisimos contratar nosotros / A ese ingeniero lo quisimos contratar nosotros. En este último caso, la presencia de la coma es más conveniente cuanto más largo es el fragmento anticipado: La costumbre de hacer regalos a los niños cuando terminan las clases, nunca la hemos seguido en mi casa.
3.4.2.2.2.3 Coma y complemento circunstancial
Los complementos circunstanciales también modifican al verbo, pero aportan informaciones accidentales que este no exige (circunstancias de tiempo, lugar, causa, compañía, etc.). Los grupos que desempeñan esta función presentan, por tanto, una dependencia menor con respecto al verbo que el sujeto o que los complementos mencionados en el apartado anterior, de ahí que admitan ser aislados por comas del resto del enunciado.
Como regla general, los complementos circunstanciales pueden aparecer delimitados por coma cuando preceden al verbo. La mayoría de estas comas son opcionales, pero su presencia es útil para aclarar la jerarquización de los miembros del enunciado y, consecuentemente, para facilitar su interpretación. La presencia o ausencia de comas en estos contextos es lo que define que un estilo de escritura se considere trabado o suelto. No obstante, hay factores de diverso tipo que favorecen la escritura de coma para delimitar los complementos circunstanciales antepuestos, como la longitud y complejidad del complemento, su carácter más o menos periférico con respecto al verbo o la intención de quien escribe. Se ofrecen a continuación algunas notas orientativas para el uso de la coma con complementos circunstanciales antepuestos:
a) Se recomienda escribir coma cuando el complemento es extenso: En aquellos calurosos días de principios del verano pasado, la convivencia era idílica. En cambio, cuando es breve, es preferible no ponerla: En casa no puedo estudiar; Dentro de pocos días tendrá noticias nuestras.
b) Se recomienda escribir coma cuando el complemento introduce referencias —
generalmente de lugar o de tiempo— que, más que proporcionar información sobre la acción denotada por el verbo, enmarcan todo el enunciado: En México, hace ya tiempo que en la prensa especializada se trata este asunto; En mayo de 1968, París se convirtió en el escenario de una revuelta estudiantil histórica.
c) Se recomienda escribir coma para aislar el complemento circunstancial cuando se inserta en un enunciado complejo: El doctor que me atendió ayer me ha recomendado que, hasta ese día, descanse todo lo que pueda.
d) Se suele escribir coma para aislar una información circunstancial a la que se quiere dar relevancia en el discurso (por ejemplo, para oponerla a otra): Por las mañanas, estudia en la facultad y, por las tardes, se dedica a trabajar en lo que encuentra.
Advertencia. Es un error considerar que debe escribirse coma sistemáticamente detrás de los complementos circunstanciales que preceden al verbo. Esta creencia errónea, bastante generalizada, justifica la presencia de la coma por considerarla marca de que se ha producido un cambio en el orden regular de las partes de un enunciado. Conviene precisar, sin embargo, que no existe un orden natural fijo de los constituyentes de la oración que dependa de las funciones sintácticas, sino que la ordenación de los constituyentes tiene más bien que ver con la estructura informativa más lógica, que responde al patrón información conocida + información nueva. Así, ante la pregunta ¿Cómo habéis venido?, la respuesta natural —dejando de lado la que omite el verbo— será Hemos venido en el coche de Marina (se subraya la información nueva). En cambio, ante la pregunta ¿Quiénes han venido en el coche de Marina?, el orden natural de la respuesta será En el coche de Marina hemos venido mi madre y yo, sin que sea necesario el uso de la coma tras el complemento circunstancial. En este último ejemplo, el hecho de que el complemento se anteponga al verbo no supone ninguna alteración del orden natural de los constituyentes del enunciado.
También pueden aislarse entre comas los complementos circunstanciales que se intercalan entre el verbo y uno de los complementos por él exigidos (directo, de régimen, etc.): Carlos Jiménez fue expulsado, aquel mes de diciembre, de la asociación.
Los complementos circunstanciales que aparecen en posición final raramente van precedidos de coma: La convivencia era idílica en aquellos calurosos días de principios del verano pasado; París se convirtió en el escenario de una revuelta estudiantil histórica en mayo de 1968; El doctor me ha recomendado que descanse todo lo que pueda hasta ese día. Tan solo lo hacen cuando su contenido se presenta como información incidental: Murió en acto de servicio, justo dos años después.
3.4.2.2.2.4 Coma y complementos no verbales
Se escribe coma tras los complementos no verbales que se anteponen al elemento o grupo del que dependen. Son ejemplos de estas estructuras escindidas: a) Los complementos preposicionales antepuestos de las construcciones partitivas: De las soluciones propuestas, ninguna es convincente (frente a Ninguna de las soluciones propuestas es convincente); De todas las novelas que ha escrito, solo dos me parecen interesantes; De sus amigos, la mitad son solteros.
Información adicional. Las construcciones partitivas están formadas por un cuantificador ( mitad, resto, mayoría, ninguno, varios, tres, el cinco por ciento, etc.) y un complemento introducido por de que expresa la totalidad del conjunto del que se selecciona la parte que el cuantificador indica: la mitad de los trabajadores, tres de los asistentes, ninguna de las soluciones, etc.
b) Los grupos cuantificativos que preceden al primer término de la comparación: Más que un problema religioso, constituye un problema político (frente a Constituye un problema político más que un problema religioso); Su vida juntos fue, más que una experiencia, una aventura (frente a Su vida juntos fue una aventura más que una experiencia).
3.4.2.2.2.5 Coma y complementos que afectan a toda la oración
Como en los complementos locativos y temporales mencionados en el apartado 3.4.2.2.2.3b, se escribe coma detrás de muchos adverbios y de grupos y locuciones adverbiales y preposicionales que afectan o modifican a toda la oración, y no solo a uno de sus elementos. Son expresiones de muy diverso tipo: pueden indicar frecuencia ( generalmente, por lo común, ocasionalmente, etc.); expresar la actitud con la que el hablante se manifiesta o la que le pide al oyente ( sinceramente, francamente, con franqueza, con la mano en el corazón, brevemente, honradamente, etc.); introducir una valoración respecto del contenido del enunciado ( afortunadamente, lamentablemente, por suerte, curiosamente, naturalmente, paradójicamente, etc.); manifestar evidencia ( efectivamente, evidentemente, incuestionablemente, con toda seguridad, en efecto, etc.); indicar el ámbito o el punto de vista ( técnicamente, musicalmente, desde el punto de vista económico, etc.); etcétera.
Generalmente, los alojamientos rurales se sitúan en enclaves privilegiados.
Muy a menudo, un perro que mueve el rabo está contento. Francamente, no creo que vuelva por aquí (o Con franqueza, no creo que…).
Entraron a robar en su casa. Por suerte, había llevado todo el dinero al banco el día anterior.
Evidentemente, no podía seguir llevando esa vida.
Técnicamente, los resultados de la prueba no fueron satisfactorios (o Desde el punto de vista técnico, los resultados…).
Advertencia. Cuando estas expresiones no constituyen complementos oracionales —es decir, cuando no se refieren a toda la oración, sino que modifican a uno de sus miembros—, no exigen la escritura de coma: Un perro que mueve el rabo muy a menudo está contento; Se han adoptado soluciones técnicamente perfectas; Lo ha conseguido por suerte, no por merecimiento; Nunca habla francamente.
También afectan a toda la oración, y deben ir delimitadas por coma, las estructuras encabezadas por expresiones de valor introductorio del tipo de en cuanto a, respecto de, con respecto a, en relación con, con referencia a, etc., que restringen lo dicho en el enunciado a ciertas coordenadas temáticas:
Con respecto a los papeles que firmaron, nadie volvió a saber nada de ellos.
En cuanto a ti, no quiero volver a verte.
En lo que se refiere a calidad de vida, lo ideal es vivir en el campo.
A diferencia de los complementos circunstanciales, si estos adverbios y expresiones que afectan a todo el enunciado aparecen en posición medial o final, también se aíslan por comas:
Los alojamientos rurales, generalmente, se sitúan en enclaves privilegiados.
Había llevado, por suerte, todo el dinero al banco el día anterior.
No creo que vuelva por aquí, francamente.
No podía seguir llevando esa vida, evidentemente.
Las personas más determinantes en su vida, musicalmente hablando, fueron sus profesores de Budapest.
Lo ideal, en lo que se refiere a calidad de vida, es vivir en el campo.
Para el uso de coma detrás de los elementos encabezados por locuciones de valor condicional y concesivo ( En ese caso, nos quedaremos en casa; A pesar de todo, conseguimos nuestro objetivo), v. § 3.4.2.2.4.4, dedicado a las oraciones subordinadas que presentan esos mismos valores.
3.4.2.2.3 >Para delimitar unidades coordinadas
La coordinación es un recurso sintáctico que consiste en unir dos o más elementos análogos equiparándolos, es decir, sin establecer entre ellos una relación de dependencia. Las unidades coordinadas, que realizan la misma función dentro de su enunciado, pueden ser palabras ( No sabemos si vienen uno, dos o tres), grupos sintácticos ( En casa tienen un gato, dos perros y un papagayo) u oraciones ( Está contenta, pero no lo demuestra).
El uso de la coma para separar estos miembros sintácticamente equivalentes es habitual, aunque está sujeto a determinadas reglas que varían según el tipo de coordinación, la presencia o ausencia de conjunción entre los elementos coordinados y, en caso de que esta aparezca, según sea simple o compleja.
Información adicional. Las construcciones coordinadas pueden ser copulativas, si los elementos que las constituyen se suman ( pan y queso); disyuntivas, si estos alternan entre sí o se prestan a una elección ( pan o queso); y adversativas, si los elementos que las constituyen se oponen ( pan, pero no queso).
Las conjunciones coordinantes copulativas son y/e, ni y la locución así como; las disyuntivas son o/u, ni; y las adversativas, pero, sino y mas. A estas conjunciones simples hay que añadir las complejas, denominadas correlativas o discontinuas, que pueden ser copulativas ( tanto… como; ni… ni) y disyuntivas, en este caso también llamadas distributivas ( sea… sea; ya… ya; ora… ora; bien… bien; o… o; etc.).
3.4.2.2.3.1 Coma y coordinación copulativa y disyuntiva
Se escribe coma para separar los miembros de las construcciones copulativas y disyuntivas, siempre que estos no sean complejos y ya contengan comas en su expresión, pues, en ese caso, se utiliza el punto y coma (v. § 3.4.3.2.2.1): Ayer me compré dos camisas, un pantalón, una chaqueta y dos pares de zapatos.
Observaba, meditaba, deducía. Así resolvía los casos.
No atienden el teléfono: puede que lo tengan estropeado, que hayan salido un momento, que estén durmiendo…
Los miembros de las construcciones copulativas pueden ir yuxtapuestos o unidos mediante una conjunción, simple o compuesta, o mediante una locución conjuntiva, lo que tiene las siguientes implicaciones en la escritura de la coma:
a) Miembros yuxtapuestos. Cuando los miembros coordinados aparecen yuxtapuestos, es decir, cuando no se unen mediante conjunciones, se escribe coma entre ellos: «Corrían, tropezaban, avanzaban sobre él» (UPietri Oficio [Ven.
1976]). Cabe mencionar entre estas estructuras yuxtapuestas las enumeraciones incompletas, es decir, aquellas en las que se escogen solo algunos elementos representativos, las cuales pueden cerrarse con etcétera (o su abreviatura etc. ), con puntos suspensivos (v. § 3.4.10.2d) o, en usos expresivos, simplemente con punto:
Acudió toda la familia: abuelos, padres, hijos, cuñados, etc.
Estamos amueblando el salón. Ya hemos comprado el sofá, las alfombras, la lámpara…
Todo en el valle transmite paz: los pájaros, el clima, el silencio.
Estaba preocupado por su familia, por su trabajo, por su salud.
Cuando la palabra etcétera (o su abreviatura etc. ) cierra la enumeración, se separa con coma del resto del enunciado, incluso cuando forma parte del sujeto:
«Una nueva columna de gente joven sucia, limpia, bien vestida, harapienta, etcétera, se introdujo en El Conde como un alud de lava y comenzó a gritar»
(Vergés Cenizas [R. Dom. 1980]); «Los bailes autóctonos, las peregrinaciones, etc., perduran hasta nuestros días» (Leyva Piñata [Méx. 1984]).
Se separan asimismo por comas las oraciones yuxtapuestas de sentido distributivo: Unos se ganaban la vida cazando, otros pescando, los más cultivando los campos.
b) Miembros coordinados mediante conjunciones simples. Cuando el último elemento de una coordinación va introducido por las conjunciones y, e, ni, o, u, no se escribe coma delante de ellas:
Es un chico muy reservado, estudioso y de buena familia.
No te vayas sin correr las cortinas, cerrar las ventanas, apagar la luz y cerrar bien la puerta.
No le gustan las manzanas, las peras ni los plátanos.
¿Quieres té, café o manzanilla?
Existen, sin embargo, casos en que el uso conjunto de la coma y la conjunción no solo es admisible, sino necesario (v. § 3.4.2.2.3.1.1).
c) Miembros coordinados mediante la locución conjuntiva «así como». Si el último miembro de una coordinación va introducido por la locución así como, lo más recomendable es escribir delante una coma, especialmente cuando se añade a elementos a su vez coordinados con otra conjunción:
Era famoso por su voz, así como por su forma de moverse en el escenario.
En su mesa había un vaso con hielo y una botella vacía, así como multitud de papeles desordenados.
Las secuencias introducidas por así como funcionan a modo de incisos aditivos, de ahí que se escriban entre comas cuando aparecen en posición medial: Esperanza, así como el resto de la familia, no quiso perderse el evento.
d) Miembros coordinados mediante conjunciones copulativas discontinuas. No se
escribe coma entre los miembros coordinados por las conjunciones copulativas discontinuas ni… ni… y tanto… como (para estructuras en las que se emplea repetidamente la conjunción ni, del tipo de Ni come, ni bebe, ni duerme, v. §
3.4.2.2.3.1.lh):
No quiere ni comprarlo ni que se lo regalen.
Ni vos ni yo supimos entenderlo.
Estas pastas no las venden ni aquí ni en ningún sitio.
Es como el perro del hortelano: ni come ni deja comer.
Tanto él como Juan optaron por callarse.
Quedaron dañadas tanto la fachada del edificio como las zonas de paso.
El interés de la novela radica tanto en la historia que se cuenta como en la prosa que despliega.
Advertencia. Aunque en la cadena hablada se suele hacer una pausa entre estas estructuras coordinadas bimembres y la parte del enunciado que las precede, en la cadena escrita solo se escribirá coma cuando las reglas lo exijan. Así, es adecuado usar la coma en El plazo de presentación termina, tanto para las declaraciones voluntarias como para las obligatorias, el día 30, donde la estructura correlativa constituye un inciso; en cambio, no está correctamente puntuada una oración como
Su admisión en el centro depende,
tanto de sus notas como de la renta familiar (en lugar de … depende tanto de sus notas como de…), pues no pueden separarse por coma un verbo y su complemento de régimen.
En cambio, sí se escribe coma para separar los dos términos de la construcción copulativa intensiva no solo…, sino (también)…, dado que, pese a su valor copulativo, el segundo miembro introduce una adversativa (v. § 3.4.2.2.3.2): Sus palabras fueron consideradas ofensivas no solo por mí, sino por todos los presentes; La ortografía comprende no solo los usos de las letras, sino también los usos de los signos de puntuación.
e) Miembros coordinados mediante conjunciones disyuntivas discontinuas. Se escribe coma delante de cada una de las oraciones o elementos coordinados encabezados por conjunciones disyuntivas discontinuas (también llamadas distributivas), como bien…, bien…; ora…, ora…; ya…, ya…:
Organizaremos la fiesta, bien en tu casa, bien en la mía.
«Medio atarantado dentro del huevo de metal, ora oliéndose a sí mismo, ora
las exudaciones de las láminas» (Fuentes Cristóbal [Méx. 1987]).
«Habrá quienes estén de acuerdo con el jeque Abdula, ya porque se quieran ir al desierto con él, ya porque compartan su pesimismo sobre el futuro»
(Schwartz Conspiración [Esp. 1982]).
«Generalmente se venden ya cocidas, sea en agua, sea al vapor» (Domingo Sabor [Esp. 1992]).
También se escribe coma delante de la correlación disyuntiva o bien…, o bien (a veces, uno de los dos términos va encabezado simplemente por o):
«Al dar la pelota en uno de los nervios del lomo de la piel holandesa, o bien rebotaba tan fulmínea, o bien perdía su elasticidad» (Lezama Paradiso
[Cuba 1966]).
«Los adultos, […] a partir de cierta edad, o bien tenían los síntomas sin las enfermedades, o algo peor: enfermedades graves con síntomas de otras inofensivas» (GaMárquez Amor [Col. 1985]).
No obstante, puede prescindirse de la coma ante el primer miembro de la estructura discontinua si su escritura implica la separación del sujeto y el verbo de la oración, especialmente en secuencias sencillas desde el punto de vista sintáctico:
«Don Alfonso ora se inclinaba a la derecha, ora a la izquierda» (Hernández Secreter [Esp. 1995]).
«Bajo las sábanas, con brusquedad de epiléptico, se alzaba ora un brazo, ora una cadera, cuando no todo el esternón» (Aparicio César [Esp. 1981]).
Lo mismo cabe decir cuando el primer miembro de estas construcciones es alguno de los complementos que normalmente no se separan del verbo mediante coma, como el complemento directo, el atributo o el complemento de régimen (v.
§ 3.4.2.2.2.1-2):
«Las ramas del árbol están ora cargadas, ora desnudas» (Guelbenzu Río [Esp.
1981]).
«—¡Nueve minutos! —advirtió el Lúmino, mirando ora al sol, ora a una nube con forma de mastín que avanzaba por la izquierda» (Díaz Piel [Cuba 1996]).
«Ellos se pasan la mayor parte de los mejores años de su vida o bien
entrenando, o bien descansando tras ese entrenamiento» (GaSánchez Alpe d’Huez [Esp. 1994]).
3.4.2.2.3.1.1 Uso de la coma ante las conjunciones copulativas y disyuntivas simples
Como regla general, el uso de la coma es incompatible con las conjunciones y, e, ni, o, u cuando este signo se utiliza para separar elementos de una misma serie o miembros sintácticamente equivalentes dentro de un mismo enunciado (v. §
3.4.2.2.3.1b). Sin embargo, hay casos en que el uso de la coma ante una de estas conjunciones es admisible e, incluso, necesario:
a) En una relación compuesta de elementos complejos que se separan unos de otros por punto y coma, delante de la conjunción que introduce el último de ellos se escribe una coma (o también un punto y coma; v. § 3.4.3.2.2.1):
En el armario colocó la vajilla; en el cajón, los cubiertos; en los estantes, los vasos, y los alimentos, en la despensa.
b) Se escribe coma delante de estas conjunciones cuando la secuencia que encabezan enlaza con todo el predicado anterior, y no con el último de sus miembros coordinados:
Pagó el traje, el bolso y los zapatos, y salió de la tienda.
No sé si ir de vacaciones a Francia o Italia, o quedarme en casa.
c) Cuando se enlazan miembros gramaticalmente equivalentes dentro de un mismo enunciado, si el último de ellos es semánticamente heterogéneo con respecto a los anteriores (es decir, no introduce un elemento perteneciente a la misma serie o enumeración), por indicar normalmente una conclusión o una consecuencia, se escribe coma delante de la conjunción:
Pintaron las paredes de la habitación, cambiaron la disposición de los muebles, pusieron alfombras nuevas, y quedaron encantados con el resultado.
d) Es frecuente, aunque no obligatorio, que entre oraciones coordinadas se ponga
coma delante de la conjunción cuando la primera tiene cierta extensión y, especialmente, cuando tienen sujetos distintos:
La mujer salía de casa a la misma hora todas las mañanas, y el agente seguía sus pasos sin levantar sospechas.
¿Vienes conmigo antes de que pierda la paciencia, o te quedas aquí para siempre?
e) Cuando la conjunción y tiene valor adversativo (equivalente a pero), puede ir precedida de coma:
Le aconsejé que no comprara esa casa, y no hizo caso.
f) Debe escribirse coma delante o detrás de cualquiera de estas conjunciones si inmediatamente antes o después hay un inciso o cualquier otro elemento que deba ir aislado por comas del resto del enunciado:
Mi abuelo, que era un gran aficionado a la poesía, y el maestro del pueblo fundaron una revista literaria.
Puedes venir con nosotros o, por el contrario, quedarte en casa todo el día.
g) Se escribe coma ante estas conjunciones cuando la secuencia que introducen se presenta, más que como una coordinación, como un inciso que aporta especificaciones o comentarios a lo que se acaba de afirmar. En estos incisos coordinativos es frecuente que la conjunción vaya seguida de un adverbio:
«Se encontró abrazado, y sin toalla, a Paulette» (GaHortelano Gramática [Esp.
1982]).
«Redactará, con un placer nuevo, desconocido para él, o probablemente olvidado ya a los cuarenta y tres años, una carta para Garay López» (Saer Ocasión [Arg. 1988]).
«Él era un hombre de buenos ímpetus, y además bien entrenado, y ella no estaba hecha para dejarse tomar ventaja de nadie» (GaMárquez Amor [Col.
1985]).
Sobre las distintas posibilidades de puntuación de estas secuencias ( caro, y encima feo; caro y, encima, feo; caro, y encima, feo), v. § 3.4.2.2.1.1.
h) Cuando se repite la conjunción ante cada uno de los miembros coordinados —uso expresivo llamado polisíndeton—, es frecuente la escritura de coma entre todos ellos, lo que les confiere aún mayor relieve:
«¡Tú sí que eres dulce, y durito, y tierno, y niño, y grande, y todo!»
(Sampedro Sonrisa [Esp. 1985]).
«De repente creí que estaba en el Sur, en la profundidad del Sur, en un territorio donde había mucha agua, y sauces, y zarzamoras, y pastizales con vacas, y caballos parados en el horizonte» (Edwards Anfitrión [Chile 1987]).
«No había, como en el otro caso […], bromas, ni risas, ni osadías, ni procacidades dichas a modo de prólogo o de aderezo» (PzReverte Reina
[Esp. 2002]).
«Ni telefoneaba, ni en su casa cogían el teléfono, ni estaba en ningún sitio conocido» (Pombo Héroe [Esp. 1983]).
«Entre […] enormes y pesadas cortinas de terciopelo azul, o verde, o guinda»
(Bryce Vida [Perú 1981]).
No obstante, en estas estructuras con polisíndeton es igualmente correcta —y frecuente— la ausencia de comas entre los elementos encabezados por la conjunción:
«Lo vio detenerse otra vez, un poco encogido, un poco abierto de piernas, ya en el interior húmedo y fresco y oloroso del mercado» (Onetti Viento [Ur.
1979]).
«Mis compañeros de vuelo roncaban o leían o miraban la película» (Paz Materia [Bol. 2002]).
«Aquí está sucediendo algo que parece predispuesto para que yo ni respire ni digiera ni vea ni oiga ni hable» (Fuentes Cristóbal [Méx. 1987]).
Advertencia. Deben distinguirse estas construcciones polisindéticas con ni, en las que se combinan más de dos miembros, de las estructuras en las que aparece la conjunción discontinua ni…
ni…, en las que los miembros coordinados —que son siempre dos— no se separan por coma: No te digo ni sí ni no (v. § 3.4.2.2.3.1d).
3.4.2.2.3.2 Coma y coordinación adversativa
Se escribe coma ante las oraciones coordinadas introducidas por las conjunciones pero, mas, aunque, sino (que):
Hazlo si quieres, pero luego no digas que no te lo advertí.
Cree que ha hecho bien el examen, aunque tiene dudas.
Sabía que era peligroso, mas no tenía miedo.
No lo hizo porque le gustara, sino porque era su deber.
(Para el uso de punto y coma en estos casos, v. § 3.4.3.2.2.2).
Se emplea igualmente coma en estructuras que no presentan una de las conjunciones adversativas, pero que poseen el sentido contrastivo de las construcciones con sino. Se trata de enunciados cuyo segundo segmento contiene una negación, como Lo hizo porque era su deber, no porque le gustara; Fue una decisión, no una casualidad.
También se escribe coma ante las conjunciones adversativas arriba indicadas cuando introducen grupos sintácticos no oracionales:
«Ahora estamos más a gusto, pero más tristes» (Umbral Mortal [Esp. 1975]).
«Era un hombre cortés y comedido, aunque seco en su trato» (Herrera Casa [Ven.
1985]).
«Será que ya no te considera niña, sino señorita» (VLlosa Fiesta [Perú 2000]).
«Era un atleta mediocre, pero tenaz» (Dolina Ángel [Arg. 1993]).
«La apretó suave, pero firmemente» (Aguilera Pelota [Ec. 1988]).
Cabe, sin embargo, hacer algunas precisiones a esta regla general:
a) Excepcionalmente, cuando la conjunción pero opone dos adjetivos o dos adverbios, como en los dos últimos ejemplos mencionados, puede prescindirse de la coma, lo que ocurre especialmente en combinaciones habituales del tipo lento pero seguro, breve pero intenso, etc.: «Era una orden imprecisa pero terminante»
(Collyer Pájaros [Chile 1995]); «Su proyecto camina con un ritmo lento pero seguro» ( Abc [Esp.] 20.9.1996); «Las estrecharon breve pero expresivamente»
(Mendoza Verdad [Esp. 1975]). La ausencia de la coma es general —y recomendable— cuando los adjetivos preceden al sustantivo al que modifican: «El
joven arquitecto edificó una modesta pero confortable casita cerca del jacal de don Miguel» (Velasco Regina [Méx. 1987]); «John Polidori descubrió su propia farsa, aquel grato pero efímero engaño con el que a menudo nos ilusionan los sueños» (Andahazi Piadosas [Arg. 1999]).
b) Se conserva la coma ante pero en construcciones que no son propiamente adversativas —pues no contraponen ideas—, sino enfáticas, como Está bien, pero que muy bien. En cambio, cuando el primer término coordinado está ausente, no se escribe coma ante pero: «Y anduve pero que muy enamorada de Quino Alonso» (Díez Fuente [Esp. 1986]). Debe evitarse, asimismo, el uso de coma en una tercera variante de esta construcción que presenta repetición del adverbio muy antes y después de pero: «Creo que alguien que es capaz de hablar así es que está muy pero que muy enamorado» (VMatas Suicidios [Esp. 1991]); «¿Puedo hacerte una pregunta muy pero muy indiscreta?» (Benedetti Primavera [Ur.
1982]).
c) La conjunción adversativa sino no debe ir precedida de coma cuando, en lugar de valor contrastivo o sustitutivo, tiene valor exclusivo, con significado cercano a
‘salvo, excepto, aparte de’, es decir, cuando puede ser sustituida por más que:
«¿Quién sino usted puede saberlo?» (Alberti Adefesio [Esp. 1976]); «A alguien tengo que hacerle señas desde este páramo y a quién sino a vos» (Benedetti Primavera [Ur. 1982]); «¡A mí no me desafuera nadie sino el pueblo!» (Díaz Neruda [Chile 1991]); «No puede hacer otra cosa sino esperar» (Santiago Sueño
[P. Rico 1996]).
3.4.2.2.3.2.1 Coma después de la conjunción pero
Como ilustran los ejemplos del apartado anterior, no se escribe coma detrás de las conjunciones adversativas.
Información adicional. Las conjunciones coordinantes adversativas, como las subordinantes que se analizarán en el apartado 3.4.2.2.4, forman un grupo sintáctico con la secuencia que introducen —que constituye el término de la conjunción—, de ahí que, dada su estrecha vinculación con lo que sigue, no pueda escribirse un signo de puntuación tras ellas. Se diferencian en esto de los conectores, que no suelen introducir ningún grupo sintáctico y presentan un alto grado de autonomía en el enunciado, de ahí que comúnmente aparezcan entre comas (§ 3.4.2.2.5).
No escapan a esta regla las oraciones en las que pero va seguido de una oración interrogativa o exclamativa. Por tanto, no debe escribirse coma tras la conjunción en ejemplos como estos: Pero ¿querrá venir con nosotros a pesar de lo que pasó?; Pero
¡qué alegría verte!; Perdone la pregunta, pero ¿cuál es su edad?
Información adicional. La tendencia a escribir coma tras la conjunción en estos contextos es fruto del deseo de reflejar en la escritura la inflexión tonal que se produce en la cadena hablada al pasar de la modalidad enunciativa ( pero…) a la interrogativa o exclamativa (… ¡qué barbaridad! ). Se trata, sin embargo, de un reflejo innecesario —pues el cambio de modalidad queda patente con la escritura de los signos de interrogación y exclamación tras la conjunción pero— y contraproducente desde el punto de vista sintáctico, pues no deben separarse en un grupo conjuntivo la conjunción y su término, esto es, la secuencia que introduce.
(Sobre dónde colocar el signo de interrogación y de exclamación en estas oraciones, v. § 3.4.9.1.2.1f).
En cambio, y como es natural, sí se escribe coma tras pero u otra conjunción adversativa cuando inmediatamente después se abre un inciso o aparece cualquiera de las secuencias que se aíslan por comas del resto del enunciado (interjecciones, vocativos, oraciones subordinadas, etc.): Está enfermo, pero, excepto tú, nadie ha venido a visitarlo; Le he traído un regalo, pero, ¡por Dios!, no le digas nada; Puedes usar el coche, pero, hijo mío, ten mucho cuidado; No tengo ganas de fiesta, pero, si tú quieres, voy contigo al cumpleaños de Ana. Es incorrecto en estos casos suprimir la primera coma: Puedes usar el coche, pero hijo mío, ten mucho cuidado.
Para la puntuación de secuencias en las que pero va seguido de un conector discursivo, como con todo y con eso, sin embargo, no obstante, etc., v. § 3.4.2.2.5.
3.4.2.2.4 Para delimitar oraciones subordinadas
La subordinación es un recurso sintáctico que consiste en unir dos o más oraciones estableciendo entre ellas diversas relaciones de dependencia.
Información adicional. En términos generales, se considera que las oraciones subordinadas pueden ser sustantivas, si desempeñan las funciones propias de los sustantivos o de los grupos nominales ( Espero que vengas, cf. Espero tu llegada); de relativo, si modifican a un antecedente a la manera de los adjetivos ( El hombre que vimos es mi padre, cf. El hombre alto es mi padre), y adverbiales o circunstanciales, si proporcionan información accidental, no requerida por el elemento al que modifican ( Ven siempre que quieras, cf. Ven todos los días; Trabaja porque
necesita dinero, cf. Trabaja por dinero). Dentro de este último grupo de subordinadas, el más amplio y diverso, se tratarán aquí las construcciones que plantean alguna dificultad a la hora de ser puntuadas, como las causales, finales, condicionales, concesivas, comparativas y consecutivas. Aunque a caballo entre coordinación y subordinación, se tratan también en este apartado las construcciones ilativas.
Las oraciones subordinadas pueden estar introducidas por conjunciones de muy diverso tipo ( No tocaría aquel dinero MIENTRAS su abuelo viviera; AUNQUE no quieras, te llevaré al hospital; Es posible QUE no sepa inglés; Tenían que actuar antes de QUE se propagara la noticia) y también por adverbios, determinantes o pronombres relativos ( Quedamos DONDE usted quiera; Entramos en el palacio, en CUYO interior había bellos tapices; La casa QUE vimos era muy bonita). Sea cual sea el elemento que las encabeza, la escritura de coma para acotar estas construcciones suele estar vinculada al grado de dependencia entre la subordinada y el resto del enunciado. De forma general, y paralelamente a lo explicado para los miembros de la oración simple (§ 3.4.2.2.2), la puntuación no puede romper los vínculos sintácticos y semánticos más fuertes del enunciado; así, por ejemplo, no podrá escribirse coma entre el verbo y una oración subordinada que funcione como complemento directo ( No sabemos si vendrá); en cambio, no habrá problemas para aislar mediante coma una subordinada temporal antepuesta ( Mientras dormían, la tierra tembló).
Se detallan a continuación las reglas generales del uso de la coma para delimitar los distintos tipos de oraciones subordinadas.
3.4.2.2.4.1 Coma y subordinadas sustantivas
Las oraciones subordinadas sustantivas son aquellas que desempeñan las funciones características de los sustantivos o de los grupos nominales, como sujeto, complemento directo o complemento preposicional. Van introducidas por la conjunción que ( Le dije que no lo hiciera) o, en las oraciones interrogativas indirectas, por la conjunción si ( No sé si me hizo casó) o por interrogativos como quién, qué, cuánto, dónde, cómo, etc. ( Dime con quién salió; Averiguaremos dónde está su escondite).
La norma sobre el uso de la coma en estas construcciones no difiere de la enunciada para los grupos sintácticos que cumplen estas mismas funciones (§
3.4.2.2.2.1-2). Por tanto, es incorrecto escribir coma entre el verbo y la oración subordinada sustantiva que desempeña la función de sujeto, de complemento directo,
etc., puesto que estos son elementos requeridos para que la oración sea gramatical y tenga sentido, y están, por ello, estrechamente vinculados al verbo que los selecciona: Advierte que es posible que estén todos equivocados (y no Advierte, que es posible que estén todos equivocados); Que vengas esta tarde es una buena idea (y no Que vengas esta tarde, es una buena idea).
Tampoco debe separarse la conjunción que de la secuencia o término que introduce, aunque en la cadena hablada se realice ahí una pausa o una inflexión tonal: El incremento del número de inscritos en el curso se debe a que, las becas que otorga la fundación, serán más cuantiosas este año (en lugar de … se debe a que las becas que otorga la fundación serán…).
Cuando entre el verbo y la subordinada sustantiva (o entre la conjunción y el resto de la subordinada) se inserta uno de los elementos que necesariamente han de ir entre comas, como incisos, vocativos, etc., debe ponerse especial atención en escribir las dos comas que delimitan ese elemento: Quiero decir, hijo, que algún día tendrás que trabajar; Que vengas esta tarde, insisto, es una buena idea; El incremento del número de inscritos en el curso se debe a que, según todos los indicios, las becas serán más cuantiosas este año. En caso contrario, se incurre en un error que dificulta la percepción de las relaciones sintácticas del enunciado: El incremento del número de inscritos en el curso se debe a que, según todos los indicios las becas serán más cuantiosas este año; Ha defendido desde que tiene uso de razón, la misma idea.
3.4.2.2.4.2 Coma y subordinadas de relativo
Las oraciones de relativo, también llamadas adjetivas, son oraciones subordinadas encabezadas por un elemento relativo, que puede ser un pronombre ( que, quien, cuanto, el cual, el que), un determinante posesivo ( cuyo) o un adverbio ( donde, adonde, como, cuando, cuanto). Estas oraciones modifican a un elemento denominado antecedente, que es normalmente un sustantivo o un grupo nominal ( Estoy leyendo su último libro, QUE me está gustando mucho), pero también puede ser un pronombre ( Él, CUYO trabajo admiras, está dispuesto a ayudarte), un adverbio ( Será hoy CUANDO se anuncien los resultados) o toda una oración ( Sabe mucho, LO CUAL nos beneficia).
Es posible, sin embargo, que el antecedente no esté expreso, bien por estar incorporado implícitamente en el propio relativo, como ocurre en QUIEN venga (‘la persona que venga’) lo hará mejor; bien por estar sobrentendido, como en Elige EL
QUE quieras, donde el antecedente del relativo que debe deducirse del contexto. Se agrupan aquí los usos dudosos de la coma en las subordinadas de relativo en función de la presencia o ausencia de antecedente.
3.4.2.2.4.2.1 Oraciones de relativo con antecedente expreso
a) Uso de la coma en oraciones de relativo explicativas. Cuando los relativos se refieren a un antecedente explícitamente expresado, la subordinada se delimita por comas siempre que constituye una estructura explicativa como las mencionadas en el apartado 3.4.2.2.1.1a.
El nuevo empleado, que habla cuatro idiomas, se incorporará el lunes.
Ayudaban a los prófugos, quienes muchas veces llegaban heridos. Habló de sus aventuras y desventuras, las cuales nos parecían apasionantes.
La asociación, cuyo fin principal es fomentar la música clásica, tiene su sede en Managua.
Ese lugar, donde veraneo todos los años, tiene mucho encanto.
En cambio, no se aíslan por coma del resto del enunciado las oraciones de relativo especificativas:
Necesitamos un empleado que sepa idiomas.
La mujer para quien trabaja es un encanto.
Es el amigo sin el cual no se puede vivir.
Se trata de una asociación cuyo fin principal es fomentar la música clásica.
El lugar donde veraneo está cerca del mar.
Información adicional. Se recuerda que las oraciones de relativo explicativas son modificadores agregados a modo de inciso, frente a las especificativas, modificadores que restringen la denotación del grupo nominal del que forman parte. Las relativas especificativas poseen mayor grado de dependencia respecto de su antecedente que las explicativas, ya que se integran en el grupo nominal de este. La mayor independencia de las oraciones explicativas se manifiesta tanto en la oralidad, pues estas relativas forman un grupo fónico independiente, como en la escritura, pues se escriben entre comas. (Para la diferencia entre estructuras explicativas y especificativas, v. § 3.4.2.2.1.1a, donde se alude a los cambios de significado que implica la presencia o ausencia de coma).
b) Uso de la coma cuando el antecedente es un pronombre personal sujeto.
Constituyen un caso especial las oraciones de relativo cuyo antecedente es un pronombre personal sujeto ( yo, tú, vos, etc.), pues, aunque son siempre explicativas, se documentan frecuentemente sin la coma que debería separar el pronombre sujeto del relativo —se conserva, en cambio, la que marca el final de la relativa—: «Yo que probé las frutas más sabrosas de la tierra, me harto ahora de sombras y de barro» (Aridjis Moctezuma [Méx. 1980]); «Yo que te he visto superar tus dudas e inquietudes, sé que tengo razones para confiar en vos» (Belli Mujer [Nic. 1992]). La ausencia de la primera coma y la presencia de la segunda son justificables si se entiende que las secuencias formadas por el pronombre y la relativa se delimitan de la misma manera que las construcciones concesivas o causales por las que pueden parafrasearse: Aunque probé las frutas más sabrosas de la tierra, me harto ahora de sombras y de barro; Puesto que te he visto superar tus dudas, sé que tengo razones para confiar en vos. Más frecuente aún es la ausencia de la coma entre pronombre sujeto y relativo cuando estas secuencias constituyen construcciones truncadas: «¿Solo por eso viniste? Yo que me había creído que te había caído simpático…» (MtzBallesteros Pisito [Esp.
1990]). Salvo en este último caso, es preferible que estas relativas, como el resto de las explicativas, se encierren entre comas: «Yo, que lo conocí como nadie, puedo contar que no era ni un genio ni un pedante» (Bucay Cuentos [Arg.
2002]); «Él, que no perdía el sueño por nada, comprendió que esa noche no iba a dormirse» (MñzMolina Sefarad [Esp. 2001]).
c) Uso de la coma tras el relativo complejo «el cual». La naturaleza tónica de la combinación el cual —frente al resto de los relativos, que son átonos— permite que forme grupos fónicos que se pueden pronunciar entre pausas. La existencia de esta pausa fónica no implica que deba escribirse coma tras el relativo, salvo que inmediatamente después de él se inserte un inciso, un vocativo o cualquiera de las secuencias que han de ir entre comas. Por tanto, no están bien puntuados ejemplos como estos:
Se celebró un acto, en el transcurso del cual, se aplaudió efusivamente al homenajeado (en lugar de Se celebró un acto, en el transcurso del cual se aplaudió…).
Subieron al avión, dentro del cual, no estaba permitido fumar (en lugar de Subieron al avión, dentro del cual no estaba permitido fumar).
Se atrevió a subir a casa de Julia, a la cual, había jurado no volver a ver (en lugar de a la cual había jurado no volver a ver).
3.4.2.2.4.2.2 Oraciones de relativo sin antecedente expreso
Los pronombres relativos quien y el que, así como los adverbios relativos donde, adonde, como, cuando y cuanto, pueden formar subordinadas relativas sin que en el enunciado aparezca un antecedente explícitamente expresado. Estas relativas cumplen las mismas funciones que los grupos nominales; por tanto, pueden ser el sujeto de su oración ( Quien lo desee puede venir a verlo), el complemento directo ( Escoge el que te guste más), un complemento circunstancial ( Donde vivo no hay hospital), etc.
El uso de la coma en estas construcciones obedece a los mismos criterios expuestos para los miembros de la oración simple (§ 3.4.2.2.2) y para las oraciones subordinadas sustantivas (§ 3.4.2.2.4.1). Por lo tanto, es incorrecto escribir coma tras las relativas sin antecedente expreso que desempeñan la función de sujeto, independientemente de su longitud: Quien no haya rellenado todo el formulario no será atendido (y no
Quien no haya rellenado todo el formulario, no será
atendido); Los que sufrieron las inundaciones de la pasada primavera tienen derecho a una indemnización (y no
Los que sufrieron las inundaciones de la
pasada primavera, tienen derecho a…); Cuantos participamos en el trabajo de la cooperativa sabemos lo útil que es para nuestros intereses (y no Cuantos
participamos en el trabajo de la cooperativa, sabemos…). Tampoco debe escribirse coma cuando la relativa es atributo, como en Ellos son quienes deben hacerlo, o uno de los complementos seleccionados por el verbo (complemento directo, indirecto o de régimen), aunque aparezcan antepuestos: A quienes no se presenten no les daremos la acreditación; De lo que pasó apenas me acuerdo. Finalmente, si estas oraciones funcionan como complemento circunstancial, pueden aparecer delimitadas por coma cuando preceden al verbo: Cuando salía yo por la puerta, me encontré con Luisa (frente a la ausencia de coma en posición final: Me encontré con Luisa cuando salía yo por la puerta). No suelen llevarla si la subordinada es breve: Cuando quieras nos vemos.
Información adicional. En general, las construcciones temporales —vayan introducidas por el relativo cuando, por conjunciones o locuciones conjuntivas como mientras o siempre que, o por adverbios seguidos de complementos oracionales, como antes de que, después de que— responden a las
mismas reglas de puntuación. En posición inicial se separan mediante coma del resto del enunciado: Cuando salgas, cierra la puerta; Siempre que me necesite, llámeme; Antes de que den las doce, el cuento se acabará. En cambio, no se escribe coma cuando van pospuestas: Cierra la puerta cuando salgas; Llámame siempre que me necesites; El cuento se acabará antes de que den las doce. Análogamente se puntúan otras construcciones temporales, como Al salir el sol, la vista es maravillosa; La vista es maravillosa al salir el sol.
Advertencia. Las oraciones relativas sin antecedente expreso son frecuentes en refranes y frases hechas: El que da primero da dos veces; Quien calla otorga; A quien madruga Dios le ayuda; Donde las dan las toman; Cuando el río suena, agua lleva, etc. La escritura de coma ha sido habitual en este tipo de expresiones, dado que estas construcciones, típicamente orales y de carácter popular, poseen por lo común una estructura bimembre, a veces muy parecida a la de un pareado. Se pronuncian, por ello, con una cesura que se ha representado en la escritura con una coma, con independencia de la estructura sintáctica del refrán. No obstante, se recomienda mantener estas comas solo cuando sean justificables desde el punto de vista sintáctico y, por tanto, evitarlas cuando impliquen una ruptura en la sintaxis, como en el caso de que la relativa desempeñe la función de sujeto: Quien la hace la paga; El que a hierro mata a hierro muere.
Para el uso de la coma en refranes y frases hechas que no llevan verbo, como En casa de herrero, cuchillo de palo o Mal de muchos, consuelo de tontos, v. § 3.4.2.2.6.
3.4.2.2.4.3 Coma y construcciones causales y finales
Las oraciones subordinadas causales expresan la causa o motivo de que ocurra (o, en otros casos, de que se diga o afirme) lo enunciado en la oración principal: Se quedaron en casa porque hacía mucho frío; No ha dicho la verdad, porque me ha guiñado el ojo. Normalmente van introducidas por la conjunción causal porque, aunque también pueden construirse con conjunciones como pues o por locuciones como ya que, puesto que, a causa de que, etc. Por su parte, las oraciones finales expresan la finalidad o el propósito con que se realiza o afirma lo enunciado en la oración principal: Se quedaron en casa para no pasar frío; Ya he terminado el trabajo, para que te enteres. Suelen ir encabezadas por para (que) o, menos frecuentemente, por locuciones como a fin de que, con el objeto de que, etc.
Las reglas de la escritura de coma para aislar las construcciones causales y finales son, en general, las mismas, de ahí que se traten aquí conjuntamente, y tienen que ver con el tipo de relación que esas construcciones establecen con respecto al predicado
verbal de la oración principal:
a) Causales y finales del enunciado. Se llaman así las causales y finales que expresan la causa o la finalidad real de lo enunciado en la oración principal: El suelo está mojado porque ha llovido (la lluvia es la causa real de que el suelo esté mojado); Tienes que estudiar para aprobar el examen (aprobar el examen es la finalidad real que se persigue con el estudio). Estas construcciones son complementos circunstanciales del verbo principal, de ahí que se denominen también internas.
Como el resto de los complementos circunstanciales, las causales y finales del enunciado suelen aparecer pospuestas al verbo y no se separan por coma del resto del enunciado.
Información adicional. Las causales del enunciado se identifican porque, salvo raras excepciones, van introducidas por porque y pospuestas al predicado principal. Responden a la pregunta ¿por qué? En cuanto a las finales del enunciado, van encabezadas por para (que) y también por a que: He venido a que me pagues. Responden a las preguntas ¿para qué? o ¿a qué?
Las oraciones finales internas pueden aparecer también en posición inicial. En ese caso, se recomienda la escritura de coma detrás de la construcción final, salvo que la secuencia sea breve: Para conseguir un buen sitio en primera fila, te recomiendo que llegues con una hora de antelación; Para dormir no te traje a este sitio.
b) Causales y finales de la enunciación. Estos dos tipos de construcciones forman parte de las llamadas causales y finales externas al predicado, pues, a diferencia de las internas, no expresan la causa o la finalidad real de lo enunciado en la oración principal. Su condición de elementos externos al predicado justifica la obligatoriedad de separarlas por coma del resto del enunciado.
Las causales de la enunciación introducen el hecho que permite al que habla decir o afirmar lo enunciado en la oración principal: Ha llovido, porque está el suelo mojado (lo que me lleva a afirmar que ha llovido es que el suelo está mojado); Algo le pasa, pues tiene mala cara.
Análogamente, las finales de la enunciación manifiestan la finalidad que se persigue al decir lo que expresa la oración principal: Tienes que estudiar con más atención, para que te quede claro (el fin de mis palabras es dejar claro al interlocutor que tiene que estudiar con más atención), frente a la construcción con
oración final interna Tienes que estudiar con más atención para que te quede claro.
Información adicional. Las causales y finales de la enunciación no responden a las preguntas ¿por qué? o
¿para qué?, sino más bien a ¿por qué lo digo? o ¿para qué lo digo?
Ha llovido, (lo digo) porque está el suelo mojado.
Tienes que estudiar, (lo digo) para que te quede claro.
c) Causales explicativas. Las causales explicativas, muy cercanas a las causales de la enunciación, introducen la explicación de por qué se produce el hecho expresado en la oración principal, como en No la vi más, pues no volvió nunca más al pueblo después de aquello (la subordinada causal explica por qué no se volvió a ver a determinada persona). Pueden ir introducidas por diversas conjunciones o locuciones conjuntivas, como ya que, pues, puesto que, que, como, comoquiera que, porque, etc. Las causales explicativas son, como las causales de la enunciación, externas al predicado principal y, por tanto, se separan de él mediante comas, vayan antepuestas o pospuestas: Tuvimos que alquilar dos coches, ya que al final vinieron seis; Hubo que posponer la reunión, pues faltaban algunos informes imprescindibles; Cierra, que hace frío; Puesto que insistís, os lo contaré todo; Como no ha llamado, supongo que estará bien; Iré yo a verte, porque no quiero que salgas con este tiempo tan frío.
Información adicional. En el último ejemplo, la presencia de coma hace que la información que incluye la subordinada causal se presente como una explicación en cierto modo periférica al mensaje principal Iré a verte. Sería también posible presentar la información de la subordinada como causa real y, en ese caso, no se escribiría coma, pues la construcción dejaría de ser explicativa para convertirse en una causal interna: Iré yo a verte porque no quiero que salgas con este tiempo tan frío. Se trata, una vez más, de dos formas diferentes de presentar la misma información.
3.4.2.2.4.4 Coma y construcciones condicionales y concesivas
Las oraciones condicionales expresan la condición que debe cumplirse para que se
realice lo enunciado en la oración principal, mientras que las concesivas manifiestan un impedimento a pesar del cual se realiza lo enunciado en la oración principal.
Ambos tipos de oraciones se caracterizan por formar parte de estructuras bimembres, en las que la oración subordinada se denomina prótasis, y la principal, apódosis.
Las prótasis condicionales y concesivas aparecen habitualmente en posición inicial y, en ese caso, lo normal es separarlas mediante coma del resto del enunciado. Esta regla se aplica a muy diversas secuencias que en español tienen sentido condicional o concesivo, sean o no oracionales:
a) Prótasis introducidas por conjunciones condicionales ( si, como) o concesivas ( aunque, así): Si vas a llegar tarde, no dejes de avisarme; Como vuelva a salir un ocho, nos hacemos ricos; Aunque no quieras, te llevaré al hospital; Así me arrepienta toda la vida, no pienso hacer esa llamada. Si la subordinada es muy breve, puede prescindirse de la coma: Si lo sé no vengo.
Advertencia. Destacan por su brevedad y su frecuencia de uso las prótasis condicionales compuestas solo por la conjunción si y el adverbio no: Si me invitan a cenar, voy; si no, me quedo en casa; Si cree que puedo ser útil, la acompaño y, si no, no. Pese a su escasa longitud, es preferible aislar por comas estas secuencias, lo que resulta clarificador, cuando no imprescindible, para segmentar adecuadamente el enunciado (obsérvese, por ejemplo, la diferencia entre si no, me quedo en casa y si no me quedo en casa…). Si no se plantean dudas o problemas de segmentación, las comas son opcionales, aunque siempre es preferible ponerlas: «Pero lo ha hecho. ¿Cómo, si no, correrían tantas voces sobre el suceso?» (VLlosa Elogio [Perú 1988]); «¡Sin duda el público ha sido vergonzosamente embaucado! ¿Cómo si no pueden haber vendido tantos ejemplares?» (Signes Darwin
[Esp. 1980]). No deben confundirse estas condicionales con las construcciones en las que aparece la conjunción adversativa sino: ¿Quién sino tú…? (v. § 3.4.2.2.3.2c y cap. V, §
2.4.2.1.6).
b) Prótasis introducidas por locuciones de valor condicional ( en caso de (que), siempre y cuando) o concesivo ( a pesar de (que), a sabiendas de (que), pese a (que), si bien): En caso de que acepten, haremos un buen negocio; Siempre y cuando se respete el medio ambiente, el turismo es positivo para las poblaciones rurales; A sabiendas de que lo pasaría mal, se presentó en su casa para hablar con ella; Pese a que no ha ido nunca a Italia, habla un italiano perfecto.
También se recomienda escribir coma tras las secuencias que introducen estas locuciones cuando se trata de grupos sintácticos, no oracionales: En caso de duda, consulte a su farmacéutico; A pesar de sus escasos estudios, es una mujer muy
c) Prótasis introducidas por la preposición de seguida de infinitivo (de valor condicional) o encabezadas por las preposiciones para, por o con (de sentido concesivo): De haberlo sabido, habría llegado antes; De venir, lo hará a partir de las nueve; Para tener nueve años, está muy alto; Por muy inteligente que parezca, a veces se equivoca; Con todo el dinero que tiene, nunca será feliz.
d) Prótasis constituidas por expresiones lexicalizadas de valor condicional, como yo que tú/vos/usted, yo en tu/su lugar, etc.: Yo que vos, me lo pensaría bien antes de hacer una cosa así; Yo en su lugar, lo seguiría intentando.
e) Prótasis constituidas por construcciones duplicadas de valor concesivo: Llame quien llame, no abran; Se ponga lo que se ponga, siempre está elegante.
También se escriben entre comas las prótasis condicionales y concesivas que aparecen en posición medial: Puedes, si te apetece, venir con nosotros; Luis, aunque me moleste reconocerlo, es una persona muy inteligente.
En posición final, la escritura de coma varía según los casos. La tendencia general es no escribir coma cuando la prótasis pospuesta expresa realmente una condición o un impedimento: Iré si me necesitas (que me necesites es la condición que debe cumplirse para que vaya); Lo echarán del trabajo como siga llegando tarde (que siga llegando tarde es la condición que debe cumplirse para que lo echen del trabajo); Te llevaré al hospital aunque no quieras (el hecho de que no quieras es el impedimento a pesar del cual te llevaré al hospital). No obstante, la información de la subordinada puede presentarse como un comentario periférico, es decir, como información incidental o accesoria, y, en ese caso, va precedida de coma, como todos los incisos: Iremos los tres juntos, siempre y cuando Nicolás no haya decidido ir por su cuenta; Te llevaré al hospital, aunque no quieras. Cuando las prótasis condicionales o concesivas no expresan realmente los contenidos a los que se ha hecho referencia, y constituyen subordinadas de la enunciación más que del enunciado (v. § 3.4.2.2.4.4a y b), se separan habitualmente por coma también en posición final: El tren llegará a las diez, si he entendido bien (aquí, que yo haya entendido bien no es la condición que debe cumplirse para que el tren llegue a las diez); Salió a caminar, aunque te parezca mentira (el hecho de que te parezca mentira no es el impedimento a pesar del cual alguien salió a caminar; compárese con Salió a caminar aunque no tenía muletas).
3.4.2.2.4.4.1 Copulativas condicionales enfáticas
Se recomienda no escribir coma tras las oraciones copulativas enfáticas encabezadas por la conjunción si: «Si algo distingue a los cubanos es ese apego a los sentidos» (Évora Orígenes [Cuba 1997]); «¡Qué ciertas eran estas palabras! Si alguien lo sabía era ella» (Esquivel Agua [Méx. 1989]). Pese a su apariencia, estas construcciones no son verdaderas condicionales —pues en su primer miembro no se expresa una condición que deba cumplirse para que se realice lo enunciado después
—, sino estructuras copulativas de carácter enfático, en las que se pone de relieve el elemento encabezado por el verbo copulativo. Conviene, por tanto, puntuar estas construcciones como el resto de las copulativas (enfáticas o no), en las que no se escribe coma entre los miembros enlazados por el verbo copulativo: Es ese apego a los sentidos lo que distingue a los cubanos; Allí es donde quiero vivir; De ese asunto es de lo que quiero hablar con ustedes; A ti es a quien busco.
Advertencia. No deben confundirse las copulativas condicionales enfáticas con las construcciones condicionales que presentan el verbo ser en su apódosis. Así, frente al ejemplo mencionado Si alguien lo sabía era ella (que podría parafrasearse con otras copulativas enfáticas, como Ella era la que lo sabía), el enunciado Si alguien lo sabía, era mal mirado constituye una verdadera construcción condicional, equivalente a En el caso de que alguien lo supiera, era mal mirado.
3.4.2.2.4.5 Coma y construcciones comparativas y consecutivas
Las construcciones comparativas son aquellas en las que se comparan dos nociones estableciendo entre ellas una relación de superioridad, inferioridad o igualdad en número, cantidad o grado: Ahora llegan más turistas que antes; Gana más dinero que su marido; Mi hijo es tan inteligente como su madre. En las construcciones consecutivas, por su parte, se expresa que cierto número, cierta cantidad o cierto grado de algo alcanza tal nivel que se produce como consecuencia lo denotado por la oración subordinada: Hacían tanto ruido que tuvimos que llamar a la policía; Era tan guapo que todos querían sacarle fotos.
Las construcciones comparativas y consecutivas se caracterizan por ser estructuras bimembres cuyo primer término aparece encabezado por un cuantificador, como más, menos, tan, tal, etc., y cuyo segundo término se introduce habitualmente mediante las conjunciones que o como. Son comparativas las construcciones discontinuas formadas por más… que, menos… que, tan… como, tanto(s)/tanta(s)… como, etc.; y consecutivas las que presentan correlaciones como tal/tales… que, tan… que, tanto(s)/ tanta(s)… que, de tal manera… que.
Aunque en la cadena hablada es frecuente la presencia de una inflexión tonal o de una pausa entre los dos miembros de estas construcciones, debe evitarse la escritura de coma ante el segundo término:
«Es mejor ser oveja que estar como una cabra» (Hidalgo Hijas [Esp. 1988]), y no Es mejor ser oveja, que estar…
«Dependían tanto uno del otro que la confianza era imposible» (Saer Entenado
[Arg. 1988]), y no Dependían tanto uno del otro, que la confianza…
«La situación había llegado a tal punto que ya no era posible ocultarla» (UPietri Visita [Ven. 1990]), y no La situación había llegado a tal punto, que ya…
Igualmente, aunque hay cierta tendencia a escribir coma en construcciones consecutivas que presentan la correlación si… que, por asimilarse el primer segmento a las prótasis condicionales antepuestas, es preferible, dada la estrecha relación entre los dos periodos de las construcciones consecutivas, no escribir coma en estos casos: Si será listo que ha sacado seis matrículas de honor.
3.4.2.2.4.5.1 Comparativas proporcionales
Reciben el nombre de comparativas proporcionales o correlativas las construcciones que expresan el incremento o la disminución de dos magnitudes paralelas. Se trata de construcciones bimembres introducidas por las correlaciones cuanto más/menos…, más/menos…; cuanto más/ menos…, tanto más/menos…; mientras más/menos…, más/menos…
Como en las construcciones condicionales y concesivas examinadas en el apartado 3.4.2.2.4.4, también el primer miembro de las comparativas proporcionales —el introducido por cuanto o mientras— se denomina prótasis, y el segundo, apódosis.
Al igual que en aquellas, también en estas construcciones la prótasis antepuesta debe separarse mediante coma de la apódosis:
«Cuantas más cartas mandaba, más encendía las brasas de su fiebre» (GaMárquez Crónica [Col. 1981]).
«Cuanto más imponente fuera ese sacrificio, tanto mayor sería nuestra existencia»
(Martínez Perón [Arg. 1989]).
«Aquí no tiene nada que ganar; al contrario, cuanto más se meta, peor»
(Mendizábal Yerba [Esp. 1989]).
En cambio, cuando la prótasis aparece en posición final, es preferible no escribir coma:
«Tanto más eficaz es un sistema cuanta mayor flexibilidad existe en las reglas del juego institucional» (RmzCodina David [Esp. 1995]).
«No ignoraba que los sentidos se avivan mejor cuanto más apropiados son los objetos que los rodean» (Moix Sueño [Esp. 1986]).
3.4.2.2.4.6 Coma y construcciones ilativas
Se llaman ilativas las construcciones, encabezadas por una conjunción o locución conjuntiva, mediante las cuales se introduce una consecuencia como derivación natural de lo expresado con anterioridad. Las ilativas más características suelen ir introducidas por así que, conque, luego, de modo/forma/manera que, de ahí que, y ocupan la posición final del enunciado, siempre precedidas de coma:
«Tocaron a su puerta. Nadie les abrió, así que la forzaron» (Jaramillo Tiempo
[Pan. 2002]).
«Este árabe es peligrosísimo, conque mucho cuidado» (Lezama Oppiano [Cuba 1977]).
«Yo ya no podía volverme atrás, de manera que aguanté la tormenta» (Steimberg Espíritu [Arg. 1981]).
«Era horror lo que sentía, de ahí que no se explayara mucho en confidencias con nadie» (Puga Silencio [Méx. 1987]).
Detrás de así que no se escribe coma (salvo que se trate de la que aísla un inciso o cualquier otra expresión que deba ir entre comas), ni siquiera cuando lo que sigue es una pregunta: «Así que ¿qué tuvo que hacer el boticario?: pues armarse de valor»
(JmzLozano Grano [Esp. 1988]), y no
Así que, ¿qué tuvo que hacer…? Es
igualmente incorrecto poner coma entre el adverbio y la conjunción que constituyen la locución de ahí que: Tiene aracnofobia; de ahí, que no le guste ir al campo.
3.4.2.2.4.7 Coma tras relativos y conjunciones subordinantes
No se escribe coma entre los relativos o las conjunciones subordinantes y la oración que introducen, pues, como se señaló en la primera información adicional del apartado 3.4.2.2.3.2.1, nexo subordinante y oración subordinada forman un grupo sintáctico que no puede desgajarse: Recuerdo QUE todo era perfecto; Es un hombre de negocios QUE se dedica a la política; Ha pedido un certificado, AUNQUE no sé para qué.
Como es habitual, constituyen una excepción los casos en los que entre el elemento introductor y la oración subordinada se intercala alguna de las secuencias que se separan por coma del resto del enunciado: Recuerdo QUE, en aquellos días, todo era perfecto; Es un hombre de negocios QUE, además, se dedica a la política; Ha pedido un certificado, AUNQUE, la verdad, no sé para qué. Esas secuencias intercaladas pueden ser también otra oración subordinada: Dijo QUE, mientras ella fuera la jefa, no permitiría ese atropello; Ha pedido un certificado, AUNQUE, si te digo la verdad, no sé para qué.
En estos casos de incrustación de subordinadas, concurren dos nexos de subordinación en el discurso, lo que suele provocar problemas a la hora de puntuar.
Como regla general, se recomienda mantener las comas que delimitan la subordinada incrustada, como se ve en los ejemplos que se ofrecen a continuación, incluso cuando, como muestran los tres últimos, el primer nexo subordinante va precedido por un signo de puntuación de los que aquí se llaman delimitadores principales (punto, coma, punto y coma o dos puntos):
«Ahora sé que, mientras yo rumiaba mis penas con los ojos abiertos como un búho, tú también estabas despierta» (MtnGaite Nubosidad [Esp. 1992]).
«A veces me pregunto qué pasará si, cuando esté a punto de morirme, encuentro motivos de risa en el trance» (Pedraza Pasión [Esp. 1990]).
«Como si contemplara un cuadro que, aunque pintado exclusivamente para mí, me costara mirar con afecto y familiaridad» (Cano Abismo [Col. 1991]).
«Una intuición negativa sobrecogió mi corazón, así que, mientras hablábamos, comenzamos a salir de la escuela» (Sánchez Grito [Méx. 1992]).
«O como ese vecino de restorán, rico, cincuentón, entrado en carnes, que, mientras aguarda su café, se va desembarazando…» (Goytisolo Estela [Esp.
1984]).
«Si, cuando empezaban a masticar, el malestar crecía en ellos, era porque esa carne debía tener […] un gusto a sombra exhausta y a error repetido» (Saer Entenado [Arg. 1988]).
No obstante, también puede optarse por no delimitar con comas la subordinada incrustada. Esta opción es frecuente en enunciados breves, como «Piense que mientras esté en la autopista está seguro» (Dios Miami [Arg. 1999]); pero, sobre todo, en los enunciados cuyo primer nexo subordinante va precedido por coma u otro signo delimitador principal:
«Eso es lo que me gusta del jazz, que mientras aporrean el bombo tú puedes dedicarte a descubrir a la rubia de la tercera fila» (Cebrián Rusa [Esp. 1986]).
«Les diría, además, que mientras estaba en el pueblo había empezado a darle vueltas a la posibilidad de trabajar un día en televisión» (Gopegui Real [Esp.
2001]).
En casos como estos, la omisión de las comas en la subordinada incrustada trata de evitar una excesiva fragmentación del enunciado y que queden aislados entre comas elementos átonos, como las conjunciones, de escaso cuerpo fónico y gráfico.
Esta opción solo es admisible si la supresión de las comas no dificulta la inteligibilidad del texto.
Lo que se desaconseja en cualquier caso es eliminar la coma que marca el inicio de la subordinada incrustada y mantener la que marca su fin, pues con ello se oscurecen las relaciones de dependencia entre los diversos constituyentes: Dijo que mientras ella fuera la jefa, no permitiría ese atropello; Ha pedido un certificado, aunque si te digo la verdad, no sé para qué.
Para los casos de concurrencia de una conjunción adversativa y un nexo subordinante ( pero si, pero cuando, etc.), v. § 3.4.2.2.3.2.1. Para la puntuación de las secuencias en las que una conjunción va seguida de un conector discursivo, véase el apartado siguiente.
3.4.2.2.5 Para delimitar los conectores en un enunciado
Los conectores discursivos son enlaces, generalmente adverbios y locuciones adverbiales, que ponen en relación la secuencia sobre la que inciden con el contexto precedente. Frente a las conjunciones, los conectores no suelen formar un grupo sintáctico con el segmento que los sigue. Precisamente esta independencia sintáctica favorece la libertad posicional de la que muchos de ellos gozan, y determina que, por lo general, se aíslen mediante signos de puntuación del resto del enunciado. En la cadena hablada, los conectores discursivos se caracterizan asimismo por su independencia fónica, de manera que suelen formar grupo entonativo propio.
Los conectores ofrecen información sobre cómo debe ser interpretado el segmento sobre el que inciden en relación con el contexto precedente. Esa información es muy variada y los conectores pueden agruparse en distintas clases según el significado que aportan; así, los hay aditivos o particularizadores, porque introducen añadidos o precisiones ( además, asimismo, de hecho, encima, en el fondo, es más, igualmente, por otro lado, por si fuera poco…); adversativos o contrargumentativos ( ahora bien, al contrario, en cambio, no obstante, por el contrario, sin embargo…); concesivos ( aun asi, con todo, de todos modos, en cualquier caso…); consecutivos e ilativos ( así pues, en consecuencia, entonces, por consiguiente, por (lo) tanto…); explicativos ( a saber, es decir, esto es, o sea…); reformuladores ( con otras palabras, dicho de otro modo…); ejemplificativos ( así, así por ejemplo, por ejemplo, verbigracia…); rectificativos ( más bien, mejor dicho…); recapitulativos ( a fin de cuentas, al fin y al cabo, en conclusión, en definitiva, en fin, en resumen, en suma…); de ordenación ( a continuación, antes de nada, en primer/segundo… lugar, finalmente, para terminar, por una/otra parte, por último…); de apoyo argumentativo ( así las cosas, dicho esto, en vista de ello, pues bien…); o de digresión ( a propósito, a todo esto, dicho sea de paso, por cierto…).
Advertencia. La secuencia así por ejemplo admite un doble análisis y, en consecuencia, los contextos en los que aparece pueden puntuarse de dos maneras distintas, ambas igualmente correctas.
Puede entenderse que aparecen dos conectores ejemplificativos yuxtapuestos — así y por ejemplo—, caso en el que se escribe coma entre ellos: «En las antiguas culturas, por el contrario, prevalecía una concepción cíclica o en espiral del devenir histórico. Así, por ejemplo, abundan las cosmogonías que aluden a la existencia de humanidades anteriores a la actual» (Velasco Regina [Méx. 1987]). Pero también cabe entender toda la secuencia como un único conector, con lo que no aparecerá coma entre sus constituyentes:
«O bien la riqueza es gasto, o bien es acumulación. Así por ejemplo, mi tío Enrique, rodeado por sus volúmenes de bolsillo encuadernados, es un hombre temido por su acumulación, pero no puede decirse que sea rico» (Azúa Diario [Esp. 1987]).
Información adicional. Aunque algunos conectores presentan los mismos contenidos que las conjunciones examinadas en otros apartados —y poseen valor adversativo, consecutivo, concesivo, etc.—, las diferentes características sintácticas de ambos elementos se manifiestan a la hora de puntuar. Como queda dicho, las conjunciones forman grupo sintáctico con la secuencia que las sigue, de ahí que no puedan separarse de ella mediante comas ni cambiar su posición. Los conectores, en cambio, aparecen aislados en la cadena escrita y en la oral. Esa es la razón por la que hay que escribir Se lo he dicho mil veces, pero no me hace caso (con la puntuación que corresponde a la conjunción adversativa pero), frente a Se lo he dicho mil veces, sin embargo, no me hace caso, o bien Se lo he dicho mil veces; no me hace caso, sin embargo (con conector adverbial de valor adversativo).
La escritura de coma para delimitar los conectores de un enunciado se rige por las siguientes normas generales:
a) Cuando aparecen al comienzo de la secuencia sobre la que inciden (subrayada en los ejemplos), los conectores (en versalita) van seguidos de coma y precedidos de cualquiera de los signos delimitadores principales, aunque el uso de los dos puntos presenta ciertas limitaciones en este contexto (v. § 3.4.4.2.5a): Volvió decepcionado, ES DECIR, no le fue bien.
No puede negarse a ayudarnos; A FIN DE CUENTAS, es la primera vez que le pedimos un favor.
No estaba preparado para el ritmo de vida de la capital. ASÍ PUES, regresó a su pueblo.
Se ha llevado todas sus cosas de la casa. O SEA, no piensa volver.
El signo de puntuación antepuesto al conector discursivo se elige en función de factores contextuales y subjetivos. Entre los primeros cabe mencionar la longitud de los miembros del enunciado —cuanto más extensos sean, mayor será la necesidad de escribir punto y coma o punto— y la presencia de otros signos.
Los factores subjetivos tienen que ver con la intención de presentar la información más o menos ligada por parte de quien escribe.
Tras algunos conectores de valor aditivo puede usarse el signo de dos puntos en lugar de coma: Me voy ahora mismo de aquí; ES MÁS: no pienso volver nunca (v. § 3.4.4.2.5b).
b) Cuando aparecen en medio de la secuencia sobre la que inciden, se escriben entre comas:
Mi nombre es Catalina. Nadie, SIN EMBARGO, me llama así.
Ella adora el teatro; su marido, EN CAMBIO, no puede soportarlo.
Se graduó en junio de este año. Fue la única vez, DICHO SEA DE PASO, que su padre demostró admiración hacia él.
c) Se escriben asimismo entre comas los conectores precedidos de un nexo subordinante (como si, cuando, aunque) o de una conjunción coordinante (como y o pero).
Sufría una lesión, pero, CON TODO Y CON ESO, llegó el primero (no Sufría
una lesión, pero con todo y con eso, llegó…).
Si, EN EL FONDO, le da igual el asunto, ¿por qué se muestra tan combativo?
(no Si en el fondo, le da igual…).
Y, SIN EMBARGO, te quiero (no
Y sin embargo, te quiero).
Siempre que no se produzcan ambigüedades en la interpretación de los enunciados, es también posible en estos casos suprimir las dos comas que enmarcan el conector, pues con ello se da mayor fluidez al escrito, evitando la excesiva fragmentación del discurso. Son, por tanto, correctas las siguientes variantes de los ejemplos anteriores:
Sufría una lesión, pero CON TODO Y CON ESO llegó el primero.
Si EN EL FONDO le da igual el asunto, ¿por qué se muestra tan combativo?
Y SIN EMBARGO te quiero.
Del mismo modo, es también correcta la puntuación del ejemplo siguiente, sin comas que aíslen los conectores: «Y ENTONCES Alcira supo que por nada dejaría su cohorte, pero A SU VEZ supo que no podría ser un conjunto palatino-estático»
(RmzHeredia Rayo [Méx. 1984]); como lo son igualmente las variantes en las que los conectores aparecen aislados: Y, entonces, Alcira supo que por nada dejaría su cohorte, (o también ; ) pero, a su vez, supo que no podría ser un conjunto palatino-estático.
La práctica de prescindir de las comas en los conectores es más habitual cuando ante el conector hay un nexo a su vez precedido de coma u otro signo delimitador principal. Así se ha visto en alguno de los ejemplos anteriores, y se puede apreciar en el siguiente, donde la conjunción adversativa pero va precedida, como es obligado, de coma y seguida del conector sin embargo, que aparece aquí sin comas que lo aíslen: «Sara los echó de menos aún más que en septiembre, pero sin embargo no se sintió tan sola como entonces» (Grandes Aires [Esp.
2002]). Esta misma secuencia pudo puntuarse con comas aislando el conector:…
aún más que en septiembre, pero, sin embargo, no se sintió tan sola… Lo que no cabe hacer en ningún caso es prescindir de la primera coma del conector, escribiendo solo la segunda: … aún más que en septiembre, pero sin embargo, no se sintió tan sola…
d) Algunos conectores pueden ocupar también la posición final de la secuencia sobre la que inciden, caso en el que deben ir precedidos de coma:
Seguiremos una dieta sana; hoy vamos a comer tres piezas de fruta, POR
EJEMPLO.
Su mujer estaba preocupada por el porvenir de su hijo. A él no parecía importarle, EN CAMBIO.
Evidentemente, tras el conector se escribirá el signo delimitador que corresponda:
Era un matrimonio feliz. No faltaba quien decía lo contrario, SIN EMBARGO.
Tiene una bonita casa. Necesita algunos arreglos, SIN EMBARGO: una mano de pintura, arreglar alguna tubería, etc.
Advertencia. Es necesario tener en cuenta que muchos de los conectores pueden ser formalmente idénticos a secuencias que desempeñan otras funciones. El sistema lingüístico dispone de diferentes recursos para clarificar la función y el significado pertinentes en cada caso, entre ellos la puntuación (aunque también hay otros, como puede ser la colocación). Por ello, debe tenerse especial cuidado a la hora de puntuar enunciados como los que se ofrecen en los siguientes pares de ejemplos, el primero de los cuales incluye un conector, pero no el segundo:
Le dio, en cambio, toda su ropa [= ‘por el contario’] / Le dio en cambio toda su ropa
[= ‘a cambio’].
No estoy contenta, pues; es demasiado trabajo [= ‘así pues’] / No estoy contenta, pues es demasiado trabajo [= ‘ya que’].
Así, lo consiguió [= ‘por lo tanto’] / Así lo consiguió [= ‘de esa forma’].
No fue, a propósito [= ‘dicho sea de paso’] / No fue a propósito [= ‘deliberadamente’
].
No nos trasladamos, entonces, a Campeche [= ‘por lo tanto, consiguientemente’] / No
nos trasladamos entonces a Campeche [= ‘en ese momento’].
3.4.2.2.6 Para marcar elisiones verbales
Se escribe coma para separar el sujeto de los complementos verbales cuando el verbo está elidido por haber sido mencionado con anterioridad o estar sobrentendido: Su hijo mayor es rubio; el pequeño, moreno.
En 1615, Cervantes publicó la segunda parte del Quijote, y Tirso de Molina, Don Gil de las calzas verdes.
Los que no tengan invitación, por aquella puerta.
Nueve por tres, veintisiete.
Aunque se recomienda el uso de la coma cuando se elide el verbo por cualquiera de los dos motivos mencionados, no puede decirse que siempre sea obligatorio escribirla. Así, en un enunciado como Yo vigilaré los lunes y los miércoles; tú, los martes y los jueves, y Martín, los fines de semana, pudo escribirse, en un estilo de puntuación menos trabado, Yo vigilaré los lunes y los miércoles; tú los martes y los jueves, y Martín los fines de semana.
La coma puede marcar también la elisión de un segmento mayor que el verbo, como el subrayado en el siguiente ejemplo:
Ricardo ha decidido cursar sus estudios universitarios en Bogotá, y su hermano Andrés, en Medellín.
Advertencia. La coma que precede a la y se justifica en ejemplos como este último (o el antes mencionado «En 1615, Cervantes publicó la segunda parte del Quijote, y Tirso de Molina, Don Gil de las calzas verdes») porque la secuencia que aparece tras la conjunción copulativa enlaza con todo el predicado anterior. Para este uso de la coma, v. §
3.4.2.2.3.1.1b.
Son ejemplo característico de estructuras con elisión verbal las construcciones nominales bimembres propias de muchos refranes. Como en todos los casos de verbo sobrentendido, la coma que separa el sujeto del atributo o de un complemento no debe omitirse: Ojo por ojo, diente por diente; Mal de muchos, consuelo de tontos; Perro ladrador, poco mordedor (frente a la variante Perro que ladra no muerde, de estructura sintáctica diferente y en la que no debe escribirse coma); En casa de herrero, cuchillo de palo; A lo hecho, pecho (las dos últimas con el sujeto pospuesto). Para la puntuación de refranes que presentan otras estructuras, véase la advertencia del apartado 3.4.2.2.4.2.2.
3.4.2.2.7 Otros contextos de uso de coma
a) Se escribe coma delante de una palabra que se acaba de mencionar cuando se repite para introducir una explicación sobre ella: Se compró la mejor moto que había en el mercado, moto que, a los pocos meses, acabó olvidada y polvorienta en el garaje. Debe evitarse, en cambio, el uso de coma en las reduplicaciones enfáticas o expresivas de una palabra: Me gusta el café café; Tenía el pelo muy muy corto; Estaba igual igual que hace diez años.
b) En la datación de cartas y documentos, se escribe coma entre el lugar y la fecha: Santiago, 8 de enero de 1999; En Cartagena, a 16 de marzo de 2000; o entre el día de la semana y el del mes: Lunes, 23 de enero de 2002 (v. cap. VIII, § 5.2.2).
Fuera de este uso formalizado, la presencia o ausencia de la coma entre el día de la semana y el del mes responde a la necesidad de marcar la estructura como explicativa ( El próximo martes, 30 de septiembre, tenemos reunión) o como especificativa ( La reunión se celebrará el martes 30 de septiembre); v. §
3.4.2.2.1.1a.
c) No se escribe coma, sino dos puntos, tras las fórmulas de saludo en cartas y documentos (v. § 3.4.4.2.7a): Querida Raquel:/¿Cómo estás? (y no Querida
Raquel,/¿Cómo estás? ).
d) Se separan mediante coma el nombre de una colección y el número del volumen correspondiente: Biblioteca de Autores Españoles, 24; Colección Melibea, 5.
e) Se usa la coma para separar los componentes de un nombre o expresión cuando, para integrarlos en una lista alfabética (bibliografía, índice, etc.), se ha invertido el orden normal de sus elementos:
CUERVO, Rufino José: Diccionario de construcción…
— acentuación, reglas de
— puntuación, signos de
3.4.2.3 Concurrencia con otros signos
La coma no puede coaparecer con otros signos delimitadores principales (punto, punto y coma, y dos puntos), pero sí con los delimitadores de un segundo discurso.
En esos casos, se escribe siempre tras el paréntesis, la raya o las comillas de cierre: Dime —y no quiero excusas—, ¿por qué no has terminado el trabajo?
«Buenas noches, Madrid», dijo al saltar al escenario.
Cuando concurre con los signos indicadores de modalidad, la coma se escribe asimismo tras ellos:
Quise saludarlo, pero, ¿sabes?, no me atreví.
Juan…, quiero decirte algo importante…
Véanse también los apartados dedicados a esos signos. Sobre la colocación de la coma con respecto a las llamadas de nota, véase la información adicional del apartado 3.4.1.3.
El punto y coma (;) es un signo de puntuación cuya figura está compuesta por un punto que se superpone a una coma.
Información adicional. Durante la Edad Media fue habitual la combinación de rayas y curvas con puntos para la formación de nuevos signos, aunque ni las distintas configuraciones ni sus valores respondían a criterios fijos.
El punto y coma tal como lo conocemos, aunque con la denominación de semicolon, empezó a ser usado por los humanistas italianos, y fue rápidamente difundido por la imprenta, a la que urgía la ampliación del repertorio de signos para satisfacer la necesidad de una mayor distinción entre los elementos del discurso. En España fue introducido por el gramático Felipe Mey, en 1606, con el nombre de colon imperfecto, aunque su implantación fue lenta debido a las dificultades para delimitar sus usos como signo intermedio frente a los dos puntos, que también se usaban en la época con ese valor (v. § 3.4.4).
El punto y coma se escribe pegado a la palabra o el signo que lo precede, y separado por un espacio de la palabra o el signo que lo sigue. La primera palabra que aparece tras el punto y coma debe escribirse siempre con minúscula: «La noche es fría; el bosque está desnudo; ¿es el viento el que gime en la soledad?» (Andahazi Piadosas [Arg. 1999]). La única excepción se da en obras de contenido lingüístico, en las que es práctica común separar con este signo de puntuación los diferentes ejemplos que se ofrecen, cada uno de los cuales, cuando se trata de enunciados independientes, comienza, como es natural, con mayúscula; de este uso excepcional y contrario a la norma que rige en la lengua general hay abundantes ejemplos en esta misma obra: Javier, no quiero que salgas tan tarde; Has de saber, muchacho, que tu padre era un gran amigo mío; Estoy a sus órdenes, mi coronel; Usted, acérquese inmediatamente.
3.4.3.1 El punto y coma como signo delimitador
El punto y coma forma parte del grupo de signos de puntuación que aquí se han denominado delimitadores principales (v. § 3.1.1), pues tiene como función separar unidades textuales básicas. Tradicionalmente, se ha vinculado el uso del punto y coma a la presencia de una pausa mayor que la marcada por la coma y menor que la
señalada por el punto; sin embargo, como ya se apuntó en el § 3.4.2.1.1, la longitud de la pausa es un criterio poco fiable a la hora de puntuar.
La delimitación que ejerce el punto y coma afecta a unidades inferiores al enunciado, sean estas grupos sintácticos, como en el primero de los siguientes ejemplos, u oraciones, como en el segundo:
«Era el jardín de tilos, con sus mecedoras de lona y sus mesas de mimbre; los salones espaciosos con muebles firmados y tapices del XVI; la biblioteca salpicada de incunables; la sala de estar con sus cuadros antiguos, sus porcelanas del Retiro y sus jarros de La Granja; los vestíbulos, con sus estatuas romanas, sus alfombras persas; el comedor con su cristalería francesa, sus platos ingleses, y su cubertería jeroglífico…» (Salisachs Gangrena [Esp. 1975]).
«Elegí algunos muebles sencillos, pero bastante elegantes; después, consagré toda mi actividad a adornar el templo reservado al culto de mi ciencia» (Panero Lugar [Esp. 1976]).
Coincide con la coma en estas funciones, lo que no significa que sean siempre signos intercambiables, como se verá a continuación. Por otra parte, cuando el punto y coma separa oraciones independientes, la delimitación que ejerce no se aleja mucho de la del punto: «Si le cuento lo de la pesadilla en la terraza, no me creerá; si me cree, me tomará por loco; si no le cuento, por estúpido» (Kociancich Maravilla
[Arg. 1982]).
Esta ambivalencia es el origen de las dudas y problemas que el uso de punto y coma suele ocasionar y, en último término, de que se evite su utilización en favor del punto o de la coma según los casos. No se trata, sin embargo, de un signo prescindible; al contrario, resulta muy valioso en dos sentidos:
a) Como jerarquizador de la información, ya que aclara las relaciones de los elementos que constituyen el texto. Así, en el ejemplo mencionado de Mercedes Salisachs, que reproduce una compleja enumeración, la distribución de los signos de punto y coma y de coma facilita la rápida percepción de las relaciones sintácticas, de manera que, sin esfuerzo, el que lee identifica los elementos coordinados en un nivel superior: el jardín de tilos, los salones espaciosos, la biblioteca, la sala de estar, los vestíbulos y el comedor, elementos que no se confunden con otros pertenecientes a enumeraciones de nivel inferior, como muebles firmados y tapices del XVI o como sus cuadros antiguos, sus porcelanas
del Retiro y sus jarros de La Granja.
Igualmente, las relaciones entre los miembros del enunciado son más claramente perceptibles en Por un lado, considera que el cambio es bueno para él; por otro, le cuesta dejar a su familia, que en esa misma secuencia solo con comas ( Por un lado, considera que el cambio es bueno para él, por otro, le cuesta dejar a su familia).
b) Como indicador de la vinculación semántica que quien escribe establece entre las unidades lingüísticas, es decir, del grado de dependencia y de relevancia que desea imprimir a cada una de ellas. En este sentido, es un signo intermedio entre la coma y el punto: establece mayor disociación entre las unidades que la coma —y, por tanto, realza más cada una de ellas— y menor que la indicada por el punto. Así, en el ejemplo mencionado de Vlady Kociancich, la elección del punto y coma frente al punto favorece la concatenación de las ideas expresadas en las tres construcciones condicionales, que aparecen a ojos del lector como una única secuencia de información.
3.4.3.2 Usos del punto y coma
Como signo jerarquizador de la información, la escritura del punto y coma depende del contexto, concretamente de la longitud y complejidad de las secuencias que se separan y de la presencia de otros signos; como indicador de relaciones semánticas, su uso está en función de la subjetividad de quien escribe. Todo ello hace difícil enumerar reglas concretas para su utilización. Se ofrecen, a continuación, algunas directrices al respecto.
3.4.3.2.1 Entre oraciones yuxtapuestas
Se escribe punto y coma para separar oraciones sintácticamente independientes entre las que existe una estrecha relación semántica:
Lo ha hecho por el bien de su familia; no puede reprochársele nada. Puede irse a casa; ya no hay nada más que hacer.
En cuanto recibieron el aviso, salieron a buscarlo; aún estaba vivo cuando lo encontraron.
En la mayor parte de estos casos, se podría utilizar el punto y seguido. La elección de uno u otro signo depende, como queda dicho, de la vinculación semántica que quien escribe considera que existe entre las oraciones. Si el vínculo se estima débil, se prefiere usar el punto y seguido; si se juzga más sólido, es conveniente optar por el punto y coma. En otras palabras: la escritura de punto y coma indica que las oraciones independientes forman parte del mismo enunciado y que, por tanto, ambas se complementan desde el punto de vista informativo.
Cuando la relación semántica entre las oraciones conectadas es de dependencia —
como en los dos primeros ejemplos anteriores—, también se pueden usar entre ellas los dos puntos (v. § 3.4.4.2.4). En cambio, no cabe sustituir el punto y coma por dos puntos si dichas oraciones presentan información equiparable, sin que haya una jerarquizaron semántica entre ellas, como en el último ejemplo de la serie anterior o en el antes citado de Kociancich ( Si le cuento lo de la pesadilla en la terraza, no me creerá: si me cree, me tomará por loco…).
3.4.3.2.2 Entre unidades coordinadas
Al igual que la coma, el punto y coma puede emplearse para separar los miembros gramaticalmente equivalentes de las estructuras coordinadas copulativas, disyuntivas y adversativas (para una descripción más detallada de las estructuras coordinadas, v §
3.4.2.2.3).
3.4.3.2.2.1 Punto y coma y coordinación copulativa y disyuntiva
Se escribe punto y coma para separar los miembros de las construcciones copulativas y disyuntivas en expresiones complejas que incluyen comas o que presentan cierta longitud:
«Recorriendo los caminos de esta zona del istmo nos encontramos con un paisaje humano invariable: campesinos descalzos, con sombrero de paja y machete a la cintura, caminando incesantemente a la vera de la carretera; mujeres cargando bultos o cántaros en la cabeza; niños desnudos, con el vientre abultado y la mirada inquieta» (PzBrignoli Centroamérica [C. Rica 1985]).
«No queda más remedio: se les acepta o ellos se aseguran de que el opositor sea
asaltado de noche por extraños y asesinado; o sus hijos son secuestrados; o es públicamente acusado de un delito que no cometió» (Obando Paraíso [C. Rica 2001]).
«Finalmente, la serie de emblemas de la locura se cierra con la aparición de dos enfermas “dialogando”: una de ellas es una anciana, con el pelo blanco, de baja estatura; la otra es joven y más alta, de rostro viril y rudo» (Panero Lugar [Esp.
1976]).
Cuando se ha optado por el empleo del punto y coma para separar los miembros de una estructura coordinada, dicho signo debe mantenerse aunque alguno de los miembros de la coordinación no incluya comas o sea breve:
Viajarán conmigo Pedro, mi amigo de toda la vida; mi hermana Luisa; su novio, y mi sobrina (y no Viajarán conmigo Pedro, mi amigo de toda la vida; mi hermana Luisa, su novio, y mi sobrina).
Cuando el último elemento coordinado va precedido por una conjunción, delante de esta puede escribirse punto y coma —como en el ejemplo de Alexánder Obando—
o simplemente coma, opción más recomendable, pues anticipa inequívocamente el final de la enumeración:
Cada grupo irá por un lado distinto: el primero, por la izquierda; el segundo, por la derecha, y el tercero, de frente.
Asimismo, cabe escribir coma o punto y coma ante la expresión etcétera (o su abreviatura etc. ) que cierra las enumeraciones incompletas. El uso mayoritario prefiere la coma en estos casos:
Nos queda mucho por hacer antes de emprender el viaje: tenemos que terminar el trabajo pendiente; ir a la agencia a pagar los billetes y el hotel; despedirnos de nuestros padres, etc.
No obstante, en algunos contextos es preferible la elección del punto y coma, que puede evitar ambigüedades:
En el armario colocó la vajilla; en el cajón, los cubiertos; en los estantes, los vasos; en la despensa, los alimentos; etc. (es decir, en otros sitios otras cosas).
En el armario colocó la vajilla; en el cajón, los cubiertos; en los estantes, los
vasos; en la despensa, los alimentos, las bebidas, etc. (es decir, otras cosas en la despensa).
Sobre el uso del punto y coma en las enumeraciones que se presentan en forma de lista, v. § 3.4.7.2.2.
3.4.3.2.2.2 Punto y coma y coordinación adversativa
Normalmente se escribe punto y coma, en lugar de coma, ante las conjunciones pero, mas, aunque (y, menos frecuentemente, sino) cuando las oraciones vinculadas tienen cierta longitud y, especialmente, si alguna de ellas presenta comas internas:
«Era como si su alma estuviera abandonando su antiguo y fatigado cuerpo para comenzar a vivir dentro de otro; pero toda esa dicha se acabó de golpe al detenerse bruscamente el tren y ascender a él una patrulla de guerrilleros zapatistas» (Chao Altos [Méx. 1991]).
«Muy fugaz resultó el fulgor de nuestra estrella del ciberespacio; pero, mientras duró, el presidente del país nos exhortó a todos a seguir su ejemplo» (Galeano Bocas [Ur. 2004]).
«Piensa lo que quieras; pero, por el amor de Dios, no te fíes de ella» (Salisachs Gangrena [Esp. 1975]).
En cambio, si los periodos que separa la conjunción son cortos, se usa preferentemente la coma (v. § 3.4.2.2.3.2) y, si tienen una extensión considerable, tiende a usarse el punto y seguido:
«Sé que caeré una y otra vez, pero sabré levantarme» (Palou Carne [Esp. 1975]).
«En algunas oportunidades sucumbía al deseo de figuración y aceptaba invitaciones para alternar con elementos privilegiados del poder social. Pero cierto reflejo de su vida anterior lo conducía en otras ocasiones a rechazar la ostentación» (Liendo Platos [Ven. 1985]).
3.4.3.2.3 Ante conectores
Como se señaló al analizar la escritura de coma para delimitar conectores oracionales, cuando estos encabezan la secuencia sobre la que inciden, pueden ir
precedidos de coma, punto y coma o punto (v. § 3.4.2.2.5a). Favorece la escritura del punto y coma en estos contextos la longitud de los periodos que el conectar discursivo vincula:
Los jugadores se entrenaron intensamente durante todo el mes; sin embargo, los resultados no fueron los que el entrenador esperaba.
Se había trasladado a una ciudad en la que no conocía a nadie; así pues, tuvo que esforzarse por salir para establecer nuevas relaciones.
Todas las mercancías que llegaban tenían que pasar un estricto control; por tanto, se distribuían con mucho retraso.
Se recomienda el uso del punto en estos casos si los periodos son muy extensos: Este año han sido muy escasos los días en que ha llovido desde que se sembraron los campos. Por consiguiente, lo esperable es que haya malas cosechas y que los agricultores se vean obligados a solicitar ayudas gubernamentales.
Para el concepto de conectar discursivo y una tipología de los conectares más frecuentes, v. § 3.4.2.2.5.
3.4.4 LOS DOS PUNTOS
Los dos puntos (:) son un signo de puntuación cuya figura está compuesta por un punto superpuesto a otro.
Información adicional. Las combinaciones de dos, tres e incluso más puntos con diferente disposición son comunes en los documentos de época visigótica, cuando, por el incremento de la cursividad de la letra, el antiguo sistema de escritura de un punto en diferentes alturas no permitía distinguir con claridad qué signo se estaba utilizando.
Heredero de la media distinctio latina, el signo de dos puntos separaba en un principio unidades intermedias, los denominados cólones o miembros. Precisamente colon o colon perfecto —frente al punto y coma, que se denominaba semicolon o colon imperfecto— es el nombre clásico de este signo. Como pausa intermedia, el signo de dos puntos convive en el Siglo de Oro con el punto y coma, siendo difícil diferenciar los usos de uno y otro, hasta que finalmente los dos puntos adquieren el valor anunciativo que hoy los caracteriza.
Como se ha señalado en la introducción histórica, las funciones y los nombres de los signos varían dependiendo de los autores, lo que induce a múltiples confusiones. Así, en el
sistema binario de puntuación propuesto por Nebrija, luego seguido por otros autores, se denomina coma al signo representado por dos puntos (:), cuya función principal es separar unidades intermedias; frente a él, el que Nebrija llama colon, representado por un punto (.), indica el final de la frase.
Como signo de puntuación, los dos puntos se escriben pegados a la palabra o el signo que los antecede, y separados por un espacio de la palabra o el signo que los sigue. La palabra que aparece a continuación de los dos puntos deberá escribirse con inicial mayúscula o minúscula según los casos. Como regla general, se escribe minúscula tras los dos puntos que anuncian una enumeración o que establecen relaciones semánticas de diverso tipo entre las unidades que separan (relaciones que se especifican más adelante; v. § 3.4.4.2.4). En cambio, se escribe mayúscula después de los dos puntos cuando este signo introduce una cita, así como en ciertos usos característicos de los textos epistolares. Para una relación detallada de los casos en que se escribe mayúscula tras el signo de dos puntos, v. cap. IV, § 4.1.1.4.
Junto a sus funciones como signo de puntuación, a las que se dedica este apartado, los dos puntos se emplean también en contextos numéricos, concretamente como símbolo de la operación matemática de la división y como separador de horas y minutos en las indicaciones horarias escritas con números. Se alude a estos usos no lingüísticos de los dos puntos en el capítulo VIII, § 2.2.1.2 y 5.1.2, respectivamente.
3.4.4.1 Los dos puntos como signo delimitador
Los dos puntos completan el grupo de signos genuinamente delimitadores, en el que figuran también el punto, la coma y el punto y coma. Como los dos últimos, el signo de dos puntos delimita unidades sintácticas inferiores al enunciado, oracionales o no:
Ya lo dijo Plauto: «El hombre es un lobo para el hombre».
Tres son los ingredientes principales para preparar un buen mojito: ron, zumo de limón y hierbabuena.
Querido Luis:
¿Cómo te van las cosas en tu nuevo hogar?
Los dos puntos detienen el discurso para llamar la atención sobre lo que sigue, que siempre está en estrecha relación con el texto precedente. Se añade, pues, a su función demarcativa un valor anunciativo que lo diferencia del resto de los signos delimitadores. Así, si una secuencia como No sé qué le pasa va seguida de punto, entendemos que la información que quería transmitirse está completa; en cambio, la escritura de dos puntos nos hará esperar información subordinada a esta, como en los siguientes ejemplos:
No sé qué le pasa: está pálido, no presta atención…
No sé qué le pasa: ni viene a clase ni contesta el teléfono.
Como el resto de los signos que tienen la delimitación como función principal, los dos puntos contribuyen a presentar de manera clara en el texto escrito las relaciones entre las unidades lingüísticas y su jerarquía. Nótese a este respecto como, en el siguiente ejemplo, las relaciones de dependencia —y con ellas el texto— se interpretan mejor en la segunda versión, en la que se escriben dos puntos en lugar del primer punto y coma, lo que indica que la primera parte del enunciado no se equipara a las otras dos, sino que estas se subordinan a ella:
La tabla siguiente corresponde a las características de las vocales en español; en la primera columna se indican sus cualidades acústicas; en la segunda, las articulatorias.
Mejor:
La tabla siguiente corresponde a las características de las vocales en español: en la primera columna se indican sus cualidades acústicas; en la segunda, las articulatorias.
Dificulta asimismo la percepción de las relaciones entre las unidades lingüísticas, y debe, por ello, evitarse, el uso repetido de los dos puntos en un mismo enunciado: Así pues, hemos sometido al paciente a un doble tratamiento: uno físico y otro psicológico: el primero con un fisioterapeuta y el segundo con un equipo de psicólogos muy cualificado.
Le ofrecemos numerosas ventajas: tarifa plana en los siguientes servicios: teléfono, internet y televisión; la más avanzada tecnología; etc.
Se recomienda en estos casos buscar soluciones que eviten la repetición, como el
empleo de otro signo de puntuación en lugar de los dos puntos (es lo que se ha hecho en el primer ejemplo) o la modificación de la redacción (como en el segundo): Así pues, hemos sometido al paciente a un doble tratamiento, uno físico y otro psicológico: el primero con un fisioterapeuta y el segundo con un equipo de psicólogos muy cualificado.
Le ofrecemos numerosas ventajas: tarifa plana en los servicios de teléfono, internet y televisión; la más avanzada tecnología; etc., o bien Le ofrecemos numerosas ventajas, como tarifa plana en los servicios de teléfono, internet y televisión; la más avanzada tecnología; etc.
Advertencia. Es frecuente el uso repetido de dos puntos cuando se reproducen palabras textuales de otra persona, es decir, en el discurso directo (v. § 3.4.4.2.3):
«Wallace lo cuenta en su autobiografía: “Me planteé una pregunta: ¿Por qué unos mueren y otros sobreviven?”» (Arsuaga Enigma [Esp. 2001]).
«Tras haber observado el insólito cráneo en cientos de ocasiones, el director de la institución, el profesor Konstantin Fliorov, afirmó: “Solo cabe una hipótesis: la relativa a la venida a la Tierra, en épocas remotas y en ocasiones diversas, de exploradores espaciales”» (Cardeñosa Código [Esp. 2001]).
En estos contextos, los dos puntos pertenecen, en realidad, a discursos diferentes, que se distinguen perfectamente en la escritura porque el que se presenta como segundo discurso, es decir, el que no pertenece al que escribe, se encierra entre comillas. Frente a los ejemplos antes considerados, el uso de los dos puntos repetidos en estos otros contextos no dificulta la percepción de las dependencias sintácticas entre los constituyentes del enunciado, de ahí que sean perfectamente admisibles.
3.4.4.2 Usos de los dos puntos
Dado su valor anunciativo, los dos puntos aparecen en contextos bastante bien delimitados, que se detallan en los apartados siguientes.
3.4.4.2.1 En enumeraciones con un elemento anticipador
Se escriben dos puntos ante enumeraciones de carácter explicativo, es decir, las precedidas de una palabra o grupo sintáctico que comprende el contenido de los miembros de la enumeración, y que constituye un elemento anticipador, como el subrayado en los siguientes ejemplos:
Ayer me compré dos libros: uno de Carlos Fuentes y otro de Cortázar.
En la sesión de hoy se abordarán cuestiones fundamentales: la actual tasa de paro, el futuro de las pensiones y el sistema de seguridad social.
Así me gustan las personas: inteligentes, simpáticas y sensibles.
No son de carácter explicativo y, consecuentemente, no deben escribirse precedidas de dos puntos las enumeraciones en las que no existe el mencionado elemento anticipador. Sería incorrecto, por tanto, escribir dos puntos en los enunciados siguientes:
Ayer me compré: un libro de Carlos Fuentes y otro de
Cortázar;
Mis aficiones son: bailar, leer, viajar y montar en bicicleta; Patrocinado por: Inditex, Caja Extremadura, Altadis.
Información adicional. En un ejemplo como
Ayer me compré: un libro de Carlos Fuentes y otro de Cortázar
se rompe la forzosa unidad sintáctica que debe existir entre el verbo y su complemento directo, ruptura que no ocurre en la oración Ayer me compré dos libros: uno de Carlos Fuentes y otro de Cortázar. Lo mismo cabe decir en
Mis aficiones son: bailar, leer, viajar
y montar en bicicleta, donde se separa incorrectamente el verbo copulativo de su atributo, y en
Patrocinado por: Inditex, Caja Extremadura…, donde los dos puntos se interponen, también incorrectamente, entre la preposición y su término. Es irrelevante desde el punto de vista ortográfico que, en ocasiones, en la oralidad pueda existir una pausa entre el verbo y su complemento en enumeraciones sin elemento anticipador: Ayer me compré | un pantalón corto, | una camiseta de algodón, | unas zapatillas de deporte…
Constituye una excepción a esta regla la posibilidad de escribir dos puntos ante enumeraciones en forma de lista, aunque no presenten un elemento anticipador:
«Entre estas cuestiones las más importantes eran:
1. ¿Podrá el hombre vivir y trabajar en el espacio […]?
2. ¿Cuál sería el lugar más apropiado para el alunizaje […]?
3. ¿Qué cohete podría llevar a los hombres hasta la Luna […]?
4. ¿Qué perfil orbital sería más conveniente utilizar para ir y volver de la Luna?»
(RzGopegui Hombres [Esp. 1996]).
Las enumeraciones separadas por dos puntos del resto del enunciado son muy frecuentemente ejemplificaciones: Cada uno puede contribuir con lo que quiera: un kilo de arroz, un litro de aceite, un paquete de galletas… Como introductores de una enumeración de este tipo, los dos puntos son incompatibles con la presencia de (tales) como. Es incorrecto, pues, escribir
Se dejó en mi casa varios objetos, como: la
cartera, el paraguas, unos zapatos… Debió escribirse en su lugar Se dejó en mi casa varios objetos: la cartera, el paraguas, unos zapatos…, o bien Se dejó en mi casa varios objetos, tales como la cartera, el paraguas, unos zapatos…
Cuando se prefiere anticipar los elementos de la enumeración, los dos puntos sirven para cerrarla y dar paso al concepto que los engloba:
Natural, sana y equilibrada: así debe ser una buena alimentación.
3.4.4.2.2 En estructuras no enumerativas con un elemento anticipador
Se escriben asimismo dos puntos en enunciados que, sin incluir una enumeración, presentan elementos anticipadores como los señalados en el apartado anterior (se subraya en los siguientes ejemplos el grupo nominal, el adverbio o el pronombre que actúa como elemento anticipador):
Queda aún una decisión que tomar: ¿a quién enviamos el escrito?
En lo relativo a los límites de velocidad en el casco urbano, se ha tomado la siguiente medida: no podrán superarse los 30 km/h.
Nunca pretendió ser otra cosa sino eso: un buen médico.
Te lo advierto: no soporto esa actitud tan arrogante.
Lo haremos así: justo cuando se vaya por la mañana, le ponemos el regalo en la mesilla.
Responden también a este tipo de estructuras los enunciados en los que los dos puntos se emplean para introducir una ejemplificación:
De vez en cuando tiene algunos comportamientos inexplicables: hoy ha venido a la oficina en zapatillas.
Hay cosas que no debes olvidar cuando viajas: el pasaporte, por ejemplo.
Como en las enumeraciones, es posible invertir el orden de los miembros en estos
Que nos pongamos nerviosos: eso es lo que busca.
3.4.4.2.3 En el discurso directo
El discurso directo reproduce literalmente las palabras pronunciadas por otra persona, así como pensamientos transcritos tal cual se producen. El discurso directo requiere, por lo general, la presencia de un verbo de lengua o pensamiento, como decir, manifestar, opinar, pensar, preguntar, repetir, responder, etc. Cuando este verbo introductor del discurso directo precede a las palabras reproducidas, tras él deben escribirse dos puntos:
«Entrecerró los ojos y pensó: “Tendría que haberme ido hace rato, es verdad”»
(VLlosa Elogio [Perú 1988]).
Suelen introducirse mediante discurso directo las citas, como en Ya lo dijo Ortega y Gasset: «La claridad es la cortesía del filósofo», y también las palabras de los personajes en los textos de ficción:
«Una noche, cuando me disponía a acostarme, Alicia me preguntó súbitamente:
—¿Por qué te casaste conmigo, Carlos?» (Salisachs Gangrena [Esp. 1975]).
Cuando las palabras reproducidas en discurso directo se anteponen al verbo de lengua o pensamiento, no se emplean los dos puntos, sino la coma o la raya, según los casos:
«“En el campo de la observación, el azar solo favorece a las mentes preparadas”, dijo Louis Pasteur» (Ricard Diseño [Esp. 1982]).
«—Entonces quieres el divorcio —repitió ella» (JmnzEmán Tramas [Ven. 1991]).
Para las normas que rigen la escritura de raya en la reproducción de un diálogo, v.
§ 3.4.7.2.1. Para el uso de comillas en las citas, v. § 3.4.8.1.1.
Es incorrecto el empleo de los dos puntos cuando se reproducen palabras o pensamientos en discurso indirecto, es decir, bajo el prisma de quien escribe, caso en el que el verbo de lengua o pensamiento suele ir seguido de las conjunciones que o si:
«Ellos dicen que: si a un paciente le preguntan sobre cosas de su propia vida…»
( Siglo [Pan.] 10.2.1997). Debió haberse escrito Ellos dicen que si a un paciente…
3.4.4.2.4 Entre oraciones yuxtapuestas
Se usan los dos puntos para conectar oraciones relacionadas entre sí sin necesidad de emplear otro nexo. Los dos puntos supeditan una a otra las dos secuencias que separan, sugiriendo una relación de dependencia o subordinación entre ambas. Son varias las relaciones que pueden expresar, entre ellas las siguientes:
a) Causa-efecto: Se ha quedado sin trabajo: no podrá ir de vacaciones este verano.
b) Conclusión, consecuencia o resumen de la oración anterior: El arbitraje fue injusto y se cometieron demasiados errores: al final se perdió el partido.
c) Verificación o explicación de la oración anterior, que suele tener un sentido más general: La paella es un plato muy completo y nutritivo: tiene la fécula del arroz, las proteínas de sus carnes y pescados, y la fibra de sus verduras.
d) Oposición: Rodolfo no es una persona: es mi gato.
Con esta función pueden alternar con el punto y coma (v. § 3.4.3.2.1).
3.4.4.2.5 Con conectores
Como ya se ha explicado (§ 3.4.2.2.5), una de las características de los conectores discursivos es su escritura entre signos de puntuación. Con respecto a los dos puntos, cabe hacer dos precisiones:
a) Frente al resto de los signos delimitadores, los dos puntos no preceden normalmente a un conector discursivo, salvo que este inicie el discurso directo ( Y
continuó: «Por tanto, discutiremos este asunto mañana») o presente un valor que los dos puntos no pueden expresar ( Vamos a empezar los ejercicios: antes de nada, estiraremos los músculos; en segundo lugar, doblamos…). Así pues, son normales enunciados como
Está aquí, por tanto, pronto lo veremos.
Se ha preparado sin descanso durante diez meses para aprobar esta oposición; por tanto, no tendrá problemas en sacar la plaza (o este mismo enunciado con punto entre las dos oraciones).
En cambio, se recomienda evitar una secuencia como Se ha preparado sin descanso durante diez meses para aprobar esta oposición: por tanto, no tendrá problemas en sacar la plaza. En este caso, el valor consecutivo puede expresarse mediante el elemento por tanto o puede venir indicado por los dos puntos —
como se ha explicado en el párrafo anterior—, pero la concurrencia de ambos elementos resulta innecesaria. Así pues, si en este enunciado se emplean los dos puntos, lo más adecuado es prescindir, por redundante, del conector discursivo: Se ha preparado sin descanso durante diez meses para aprobar esta oposición: no tendrá problemas en sacar la plaza.
b) Suelen escribirse dos puntos detrás de algunos conectores discursivos. Se trata de locuciones de carácter introductorio que detienen el discurso con intención enfática y anuncian una explicación ( a saber, es decir, esto es, o sea), un resumen o una reelaboración ( en conclusión, pues bien, en/con otras palabras, dicho de otro modo), una ampliación ( más aún), una contrargumentación ( ahora bien), etc., de la información anterior. La oración que sigue al conector discursivo y a los dos puntos no debe iniciarse con mayúscula:
La voz carbunclo se emplea con dos sentidos, a saber: ‘piedra preciosa’ y
‘enfermedad del ganado’.
¿Recuerdas lo que te conté de Ramiro? Pues bien: ha vuelto a hacerlo.
Nunca me ha molestado colaborar. Dicho de otro modo: me gusta ayudar a los demás.
Ha dicho que se iba. Más aún: ha amenazado con no volver jamás.
No quiero que se preocupe mucho. Ahora bien: si sigue doliéndole, vaya al médico.
En la mayoría de estos casos los dos puntos son sustituibles por la coma. La diferencia entre el uso de uno u otro signo está en que con la coma el énfasis desaparece y la expectación creada en el lector con respecto a lo que se va a decir es menor.
3.4.4.2.6 En títulos y epígrafes
En títulos y epígrafes es frecuente el uso de los dos puntos para separar el concepto general del aspecto parcial del que va a tratarse:
La literatura medieval: estudio comparativo de los principales motivos recurrentes.
Se emplea asimismo este signo, aunque seguido de mayúscula inicial, para separar los epígrafes internos de un libro del texto que los sigue, cuando este comienza en la misma línea:
La Revolución Industrial: Su origen hay que situarlo en Gran Bretaña, alrededor de 1780, cuando…
Para ello se usa también la raya precedida de un punto, v. § 3.4.7.2.4.
3.4.4.2.7 En algunos escritos específicos (cartas y documentos)
a) Se emplean dos puntos tras las fórmulas de saludo en el encabezamiento de cartas y documentos. En este contexto, la palabra que sigue a los dos puntos, y que inicia el cuerpo de la carta, se escribe con inicial mayúscula y en renglón aparte: Muy señor mío:
Le agradeceré que en el plazo más breve posible…
Querido Javier:
¿Qué tal las vacaciones?
Es costumbre anglosajona, y debe evitarse en español, utilizar la coma en lugar de los dos puntos:
Querido amigo,
Te escribo esta carta para comunicarte…
b) En textos jurídicos y administrativos, como decretos, sentencias, bandos, edictos, certificados o instancias, se colocan dos puntos después del verbo que presenta el objetivo fundamental del documento ( certificar, exponer, solicitar…) y que va escrito enteramente en mayúsculas. La primera palabra que sigue a dicho verbo se
escribe con inicial mayúscula y en párrafo aparte:
CERTIFICA:
Que D. José Álvarez García ha seguido con aprovechamiento el Curso…
Del mismo modo, se escriben dos puntos tras gerundios como considerando o resultando cuando preceden a cada una de las razones que sirven de apoyo a un fallo o dictamen:
CONSIDERANDO:
Que el artículo 27 de la Constitución…
Solamente en estos casos los dos puntos son compatibles con la conjunción subordinante que.
3.4.4.3 Concurrencia con otros signos
Como es natural, el signo de dos puntos no concurre en la cadena escrita con signos que, como él, son delimitadores principales (el punto, la coma y el punto y coma). No constituye una excepción a lo dicho la concurrencia del signo de dos puntos con el punto abreviativo. Como se ha explicado (§ 3.4.1a), el punto que cierra las abreviaturas no es un signo de puntuación, de ahí que pueda darse la mencionada concurrencia: En la fiesta de fin de curso los niños comieron, bebieron, jugaron, hablaron, etc.: pasaron una tarde inolvidable.
En cambio, los dos puntos sí pueden concurrir con los signos indicadores de modalidad (signos de exclamación y de interrogación o puntos suspensivos), así como con los signos indicadores de que acaba un segundo discurso (signos de cierre de comillas, paréntesis, corchetes o rayas). Por lo general, la combinación del signo de dos puntos con estos otros signos no suscita dudas, ya que los dos puntos se escriben siempre pospuestos a todos ellos:
«Temí encontrar a Constancia abrazada al viejo ruso y al esqueleto del niño (¿la niña?): la imagen me era insoportable» (Fuentes Constancia [Méx. 1989]).
«No lo dude. Hay cosas que se heredan…: el carácter, por ejemplo» (Gasulla Culminación [Arg. 1975]).
Sobre la colocación de los dos puntos con respecto a las llamadas de nota, véase la
información adicional del apartado 3.4.1.3.
3.4.5 LOS PARÉNTESIS
Los paréntesis son un signo ortográfico doble que se usa generalmente, aunque no de manera exclusiva, para insertar en un enunciado una información complementaria o aclaratoria. En el español actual la voz paréntesis se refiere solo al signo de forma curva ( ), pero sus antecedentes medievales adoptaban formas mixtas, como , o angulares .
Información adicional. Durante la Edad Media, la información parentética se solía aislar mediante el uso de vírgula (/) o de colon (:), aunque en el siglo XIV se escriben ya signos angulares que acabarán por convertirse en el paréntesis semicircular que ha llegado a nuestros días. Su uso se asienta gracias a la labor de los humanistas italianos y a la difusión de los textos impresos. En España, defiende la necesidad de este signo, frente a las reticencias de Nebrija, el ortógrafo Alejo Venegas, en 1531.
Los paréntesis se escriben pegados al primer y al último carácter del periodo que enmarcan, y separados por un espacio del elemento que los precede o los sigue, salvo cuando encierran segmentos de palabra (v. § 3.4.5.2a, b y c). Si lo que sigue al signo de apertura o de cierre de paréntesis es un signo de puntuación, no se deja espacio entre ambos. La secuencia enmarcada por los paréntesis no se inicia con mayúscula, salvo que el signo de apertura vaya precedido por un punto:
«Lo que no se podía admitir (hablaba Segundo Mainar) era trabajar diez horas al día para los otros» (GaBadell Funeral [Esp. 1975]).
«El primer sábado de marzo hubo un baile del grupo de Carla en las calles de Guadalupe, en San Ángel. (Todas estaban en último año de preparatoria). Pero esa noche no estuve con Carla» (Campos Carne [Méx. 1982]).
Como se analizará en el apartado siguiente, los usos de los paréntesis presentan cierta heterogeneidad, lo que ha dado lugar a que en diversas clasificaciones de los signos ortográficos se hayan agrupado junto con los signos auxiliares. Se exponen a continuación las características de los paréntesis como signo de puntuación propiamente dicho y, posteriormente, los valores que pueden considerarse auxiliares.
3.4.5.1 Los paréntesis como signo delimitador
Los paréntesis son, en primera instancia, un signo delimitador, aunque difieren en su naturaleza de los signos que aquí se han denominado delimitadores principales. En efecto, la función principal de los paréntesis es indicar que las unidades lingüísticas por ellos aisladas (palabras, grupos sintácticos, oraciones, enunciados e incluso párrafos) no son una parte central del mensaje, sino que constituyen un segundo discurso que se inserta en el discurso principal para introducir información complementaria de muy diverso tipo:
«Lo volví a ver (no olviden que habían pasado más de treinta años) y le pregunté su nombre» ( Siglo [Pan.] 4.4.2001).
«El fundador de la ópera romántica alemana fue Carl Maria von Weber (1786-1826), con Der Freischütz ( El cazador furtivo, 1821), donde mezcla lo popular y lo fantástico» (VV. AA. Música [Esp. 1998]).
Como discurso autónomo con respecto al principal, las secuencias encerradas entre paréntesis pueden tener puntuación propia:
«Alejados de familias, tutelas y cortapisas morales o sociales (yo era un desarraigado; María Coral, una vulgar cabaretera) nos comportamos paradójicamente con mayor circunspección que si nos hubiese rodeado un cerco de madres pudibundas» (Mendoza Verdad [Esp. 1975]).
En su función delimitadora de un segundo discurso, los paréntesis tienen tres usos principales:
3.4.5.1.1 Para aislar incisos
Se encierran entre paréntesis los incisos, elementos suplementarios que aportan precisiones, ampliaciones, rectificaciones o circunstancias a lo dicho: Las asambleas (la última duró casi cuatro horas sin ningún descanso) se celebran en el salón de actos.
«Presidía el cardenal Sebastiano Baggio, en nombre del Papa, que estaba (creo) de
visita en México» ( Abc [Esp.] 6.12.1991).
Aunque también las comas (v. § 3.4.2.2.1.1) se utilizan para enmarcar incisos, el uso de los paréntesis implica un mayor grado de aislamiento de la información que encierran con respecto al resto del enunciado. Por ello, los incisos entre paréntesis son frecuentemente oraciones con sentido pleno y poca o nula vinculación sintáctica con los elementos del texto principal, como se aprecia en el siguiente ejemplo, en el que se subrayan las dos secuencias incidentales:
«Pero no es justo hacer sinónimos de radio-drama a las radio-novelas y, mucho menos, a los seriales melodramáticos, lacrimógenos y maniqueos que los oyentes recuerdan, y no precisamente con disgusto (cualquier serial fracasaría si no pudiera existir una identificación personaje-oyente)» (Muñoz/Gil Radio
[Esp. 1986]).
En ocasiones, la elección del paréntesis en lugar de la coma obedece simplemente a la voluntad de quien escribe de mostrar una misma información más o menos vinculada a la línea informativa del discurso principal:
Alguien, y no quiero señalar, ha hecho trampa.
Alguien (y no quiero señalar) ha hecho trampa.
En otros casos, en cambio, hay razones objetivas que recomiendan el uso del paréntesis y desaconsejan el de la coma. Así, no debe usarse coma para separar incisos con puntuación interna, es decir, que incluyen secuencias separadas por punto, coma, punto y coma o dos puntos; de lo contrario, se perjudica gravemente la inteligibilidad del texto, pues se dificulta la percepción de las relaciones entre sus miembros.
Volviendo al ejemplo de Eduardo Mendoza, no cabría en él una puntuación como esta: Alejados de familias, tutelas y cortapisas morales o sociales, yo era un desarraigado; María Coral, una vulgar cabaretera, nos comportamos paradójicamente con mayor circunspección que si nos hubiese rodeado un cerco de madres pudibundas.
3.4.5.1.2 Para aislar otros elementos intercalados
Se usan los paréntesis para intercalar algún dato o precisión, como fechas, lugares, el desarrollo de una sigla, el nombre de un autor o de una obra citados, etc.: El año de su nacimiento (1616) es el mismo en que murió Cervantes.
Toda su familia nació en Guadalajara (México).
La OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) ha decidido aumentar la producción de crudo.
«Más obran quintaesencias que fárragos» (Gracián).
3.4.5.1.3 En obras teatrales
En las obras teatrales, se utilizan los paréntesis para encerrar las acotaciones del autor o los apartes de los personajes, que, además, suelen escribirse en cursiva:
«BERNARDA. (Golpeando con el bastón en el suelo). ¡No os hagáis ilusiones de que vais a poder conmigo!» (GaLorca Bernarda [Esp. 1936]).
«INÉS. ¡Ay, Jesús!
BRÍGIDA. ¿Qué es lo que os da?
INÉS. Nada, Brígida, no es nada.
BRÍGIDA. NO, no; si estáis inmutada.
(Ya presa en la red está).
¿Se os pasa?»
(Zorrilla Tenorio [Esp. 1844]).
El uso de los paréntesis para encerrar los apartes tiene un claro correlato en el plano oral, pues en la representación teatral esas secuencias se recitan en voz más baja o con un tono diferente al resto de la intervención.
3.4.5.2 Usos auxiliares de los paréntesis
Junto a las funciones puramente demarcativas —delimitadoras de unidades sintácticas y discursivas—, los paréntesis presentan usos de muy diversa naturaleza que los acercan a los signos auxiliares e, incluso, a los elementos tipográficos.
Algunos de estos usos son generales, pero otros están circunscritos a ámbitos técnicos.
Se enumeran a continuación los más difundidos:
a) Para introducir opciones en un texto, se encierra entre paréntesis el elemento que constituye la alternativa, sea este una palabra completa, sea uno de sus segmentos: En el documento se indicará(n) el (los) día(s) en que haya tenido lugar la baja; Se necesita chico(a) para repartir pedidos. Como se ve en los ejemplos, los paréntesis que añaden morfemas van pegados a la palabra a la que se refieren, no así los que añaden palabras completas. En este uso, el paréntesis puede alternar con la barra (v. § 4.2.1.3b).
b) En obras de carácter lingüístico, se emplean los paréntesis para encerrar un elemento que se omite o cae en un proceso, como en aren(a) + oso > arenoso.
Encierran asimismo secuencias que se pueden omitir en la expresión oral o escrita: tijera(s); (Ella) está muy tranquila; Las cosas saldrán como esperamos (que salgan).
c) Se utilizan los paréntesis para desarrollar las abreviaturas o reconstruir las palabras incompletas del original cuando se reproducen o transcriben textos, códices o inscripciones. Los paréntesis encierran el tramo añadido, del que no los separa ningún espacio: Imp(eratori) Caes(ari). En estos casos se recomienda utilizar con preferencia los corchetes (v. § 3.4.6.2b).
d) En la reproducción de citas textuales, se usan tres puntos entre paréntesis para indicar que se omite un fragmento del original: «Pensé que él no pudo ver mi sonrisa (…) por lo negra que estaba la noche» (Rulfo Páramo [Méx. 1955-80]).
Con esta función es más frecuente y recomendable el uso de los corchetes (v. §
3.4.6.2e).
e) Las letras o números que introducen elementos de una clasificación o enumeración pueden escribirse entre paréntesis o, más frecuentemente, seguidos solo del paréntesis de cierre:
Los libros podrán encontrarse en los lugares siguientes:
(a) en los estantes superiores de la sala de juntas;
(b) en los armarios de la biblioteca principal
O bien:
Los libros podrán encontrarse en los lugares siguientes:
a) en los estantes superiores de la sala de juntas; b) en los armarios de la biblioteca principal.
En lugar de paréntesis, el elemento separador que se escribe entre las letras o los números y el miembro de la enumeración puede ser también un punto (§
3.4.1.2.6).
La combinación de letras o números con paréntesis o punto alterna en este uso con la raya u otros signos de carácter tipográfico, como topos o boliches (•, ♦, ■).
Sea cual sea el sistema elegido, entre las marcas y el texto que sigue ha de dejarse un espacio de separación. Sobre la escritura de signos de puntuación al final de los elementos de una enumeración que se presenta en forma de lista, v. § 3.47.2.2.
f) En las fórmulas matemáticas o químicas, los paréntesis sirven para aislar operaciones que forman parte de una serie; para enmarcar operaciones que contienen otras ya encerradas entre paréntesis, se utilizan los corchetes (v. §
3.4.6.2f): [(4 + 2) × (5 + 3)] - (6 - 2).
3.4.5.3 Concurrencia con otros signos
Cuando, en su uso delimitador, los paréntesis concurren con otros signos de puntuación, deben seguirse las siguientes pautas:
a) Los delimitadores principales (punto, coma, punto y coma, y dos puntos) se escriben siempre después del paréntesis de cierre:
Llevaban casados mucho tiempo (el año pasado cumplieron sus bodas de oro), pero nunca lograron entenderse.
Se llama Elvira Muñoz (si no recuerdo mal).
Advertencia. A diferencia del discurso principal, que se cierra con punto —o con signos que contienen un punto en su forma, como los puntos suspensivos o los signos de interrogación y de exclamación—, el final del segundo discurso, el enmarcado entre paréntesis, se señala siempre con el signo de cierre correspondiente. Por eso, con independencia de que el texto entre paréntesis abarque todo el enunciado o solo parte de él, el punto se colocará siempre detrás del paréntesis de cierre (v. también el apartado 3.4.1.3.2), como se aprecia en el último ejemplo mencionado o en este otro:
Se fue dando un portazo. (Creo que estaba muy enfadado).
Esta norma debe aplicarse incluso si delante del paréntesis va un signo de cierre de interrogación o de exclamación, o puntos suspensivos:
Para curar un resfriado, se recomienda tomar bebidas calientes (¡nunca alcohol!).
No ha parado de lamentarse desde que ha llegado (si lo llego a saber…).
No debe escribirse ningún signo de puntuación que no fuera necesario si se suprimieran los paréntesis; por ello, si el texto entre paréntesis está colocado entre el sujeto y el verbo de la oración, nunca debe escribirse coma después del paréntesis de cierre, pues es incorrecto que sujeto y verbo vayan separados por coma (v. § 3.4.2.2.2.1):
Las asambleas (la última duró casi cuatro horas sin
ningún descanso), se celebran en el salón de actos.
b) Si coinciden tras una palabra dos o más signos dobles, se cerrará primero el que se haya abierto en último lugar:
«Creo que el motor de esos fenómenos es la vanidad (la tentación del “¿por qué no yo?”), que lleva a preferir el cero al número dos» ( Abc [Esp.]
16.1.1987).
c) Como ya se ha señalado, el texto contenido dentro de los paréntesis tiene su propia puntuación, independiente de la del enunciado principal:
La manía de Ernesto por el coleccionismo (lo colecciona todo: sellos, monedas, relojes, plumas, llaveros…) ha convertido su casa en un almacén.
Por ello, si la secuencia escrita entre paréntesis es interrogativa o exclamativa, los signos de interrogación o de exclamación deben colocarse dentro de los paréntesis:
Su facilidad para los idiomas (¡habla con fluidez siete lenguas!) le ha abierto muchas puertas.
En cambio, cuando la secuencia interrogativa o exclamativa constituye una
unidad mayor que la encerrada entre paréntesis, los signos de interrogación y exclamación se escriben fuera de los paréntesis:
¿Cuántos países integran la ONU (Organización de las Naciones Unidas)?
Lo mismo cabe decir de los puntos suspensivos, que preceden al paréntesis de cierre si corresponden solo al segundo discurso, mientras que se escriben tras el paréntesis si afectan al discurso principal:
Conté lentamente (uno, dos, tres…) y me di la vuelta.
Visitamos el museo de la ciudad, las calles del centro histórico, las montañas cercanas (¡impresionantes!)… Acabamos agotados.
Sobre la colocación de los paréntesis con respecto a las llamadas de nota, véase la información adicional del apartado 3.4.1.3.
3.4.6 LOS CORCHETES
Los corchetes son un signo ortográfico doble que, en ciertos contextos, se utiliza de forma análoga a los paréntesis que incorporan información complementaria o aclaratoria. En el español actual, es preferible reservar la voz corchete para designar el signo rectangular ([ ]), aunque a veces se emplea la denominación de corchetes angulares para referirse a las antilambdas o diples (< >), que se tratan en el apartado 4.3.
Los corchetes se escriben pegados al primer y al último carácter del periodo que enmarcan, y separados por un espacio del elemento que los precede o los sigue, salvo cuando encierran segmentos de palabra (v. § 3.4.6.2b). Si lo que sigue al corchete de apertura o cierre es un signo de puntuación, no se deja espacio entre ambos. La secuencia enmarcada por los corchetes no se inicia con mayúscula, salvo que el signo de apertura vaya precedido de punto:
«En su lugar se encuentran ahora las siguientes líneas: “El Partido [¡seguimos con la mayúscula sacralizante: esto no tiene remedio, se conoce!] y las fuerzas democráticas debían combatir a la dictadura» (Semprún Autobiografía [Esp.
1977]).
«Los testimonios se parecen unos a otros. Baste uno como muestra: “Soy
montador de tractores en lo que queda de la fábrica Ursus. Tengo 44 años, esposa y dos hijos. […] Desde septiembre los dos están en casa porque no encuentran trabajo. [El paro en Polonia alcanza casi el 20%]. Mi hija tiene 20
años y mi hijo 19”» ( País [Esp.] 1.4.2004).
Su uso análogo al de los paréntesis, aunque limitado a ciertos contextos específicos, justifica su inclusión entre los signos de puntuación, si bien es cierto que, en la mayoría de las funciones que desempeñan, los corchetes tienen carácter de signo auxiliar.
3.4.6.1 Los corchetes como signo delimitador
Los corchetes tienen valor delimitador cuando se emplean para aislar unidades lingüísticas que constituyen información complementaria o aclaratoria, uso en el que, en determinados contextos, reemplazan a los paréntesis, de empleo preferente con esa función.
Como muestran los dos ejemplos del apartado anterior, se emplean los corchetes para aislar, cuando se cita un texto ajeno entre comillas, los comentarios y aclaraciones de quien está reproduciendo la cita. Los corchetes indican, en ese caso, que el comentario o la aclaración no pertenecen al autor de la cita, sino al autor del texto en el que esta se reproduce. En cambio, cuando la información aclaratoria o complementaria no implica un cambio de autoría, se utilizan con este mismo fin los paréntesis: El testigo afirmó: «Yo mismo vi que los soldados lo maniataron (por aquel entonces yo debía tener unos ocho o nueve años) y lo metieron a la fuerza en un camión».
En la escritura general, deben usarse los corchetes cuando dentro de un enunciado que va entre paréntesis es preciso introducir alguna precisión o nota aclaratoria. Se evitan así el uso repetido de los paréntesis y los equívocos a los que ello puede inducir:
Una de las últimas novelas que publicó Galdós (algunos estudiosos consideran su obra Fortunata y Jacinta [1886-87] la mejor novela española del siglo XIX) fue El caballero encantado (1909).
3.4.6.2 Usos auxiliares de los corchetes
Los corchetes desempeñan funciones muy diversas en textos pertenecientes a ámbitos específicos. Se enumeran a continuación los usos más difundidos: a) En libros de poesía, suele colocarse un corchete de apertura delante de las últimas palabras de un verso cuando no se ha transcrito entero en una sola línea y se termina, alineado a la derecha, en renglón siguiente:
«Y los ritmos indóciles vinieron acercándose,
juntándose en las sombras, huyéndose y
[buscándose»
(Silva Obra [Col. 1880-95]).
b) En las transcripciones de textos, se emplean para marcar cualquier interpolación o modificación en el texto original, como aclaraciones, adiciones, enmiendas o el desarrollo de abreviaturas: Hay otros [templos] de esta misma época de los que no se conserva prácticamente nada; Subió la cue[s]ta con dificultad [ en el original, cuenta]; Acabóse de imprimir el A[nno] D[omini] de 1537. Al desarrollar abreviaturas, no se deja espacio de separación ante los corchetes de apertura. Tampoco va espacio delante ni detrás de los corchetes cuando aparecen en medio de una palabra: ma[n]zana. Tanto en el desarrollo de abreviaturas como en las intervenciones del editor o transcriptor de un texto para corregir errores u omisiones del original, el uso de los corchetes alterna con el de las antilambdas o diples (v. § 4.3).
c) En las referencias bibliográficas, se encierra entre corchetes cualquier dato que no figure en la fuente, ya se restituya la información tomándola de una fuente secundaria, ya se indique su ausencia mediante la correspondiente abreviatura: RAMÓN J. SENDER: Adela y yo. [Barcelona]: Destino, [1978].
ANTONIO FERNÁNDEZ Y MORALES: Ensayos poéticos en dialecto berciano.
León: [s. e.], 1861.
d) En obras de carácter lingüístico, se usan los corchetes para encerrar las transcripciones fonéticas, como en [eŋ'klaβ̞e], transcripción fonética de la palabra enclave. Para las transcripciones fonológicas (/en'klabe/) se emplean las barras (v.
§ 4.2.1.4d).
e) Se usan tres puntos entre corchetes para indicar, en la transcripción de un texto, que se ha omitido un fragmento del original: «Pensé que él no pudo ver mi sonrisa […] por lo negra que estaba la noche» (Rulfo Páramo [Méx. 1955-80]).
Para las normas que rigen la escritura de estos corchetes intrapunteados, v. §
3.4.10.2e.
f) En las fórmulas matemáticas o químicas, los corchetes sirven para encerrar operaciones que contienen otras ya encerradas entre paréntesis: [(4 + 2) × (5 +
3)] - (6-2).
3.4.6.3 Concurrencia con otros signos
Cuando los corchetes concurren con otros signos de puntuación, deben aplicarse las mismas pautas señaladas para los paréntesis (v. § 3.4.5.3).
3.4.7 LA RAYA
La raya es un signo de puntuación representado por un trazo horizontal (—) cuya longitud suele equivaler, en tipografía, a un cuadratín (blanco tipográfico cuyo ancho mide en puntos lo mismo que el cuerpo o tamaño de letra que se esté utilizando). No debe confundirse en su forma ni en sus funciones con el guion (-), signo auxiliar de menor longitud al que se dedica el apartado 4.1.1 de este capítulo. Sin embargo, históricamente esta distinción es bastante tardía; de hecho, la denominación raya y la fijación de las funciones de este signo frente a las del guion no aparecen en la ortografía académica hasta 1880. Tampoco debe confundirse la raya con el guion bajo ( _ ), cuyas funciones se especifican en el apartado 4.1.2.
Como signo ortográfico de puntuación, la raya puede emplearse como signo simple o como signo doble. En este último caso, al igual que el resto de los signos dobles, las rayas de apertura y de cierre se escriben pegadas al primer y al último carácter del periodo que enmarcan, y separadas por un espacio del elemento que las precede o las sigue; pero, si lo que sigue a la raya de cierre es otro signo de puntuación, no se deja espacio entre ambos. La escritura de mayúscula o minúscula inicial en la secuencia que sigue a una raya depende de la función que esta desempeñe y de los contextos en que aparezca; por ello, se tratará este asunto en el apartado dedicado a los usos concretos de este signo.
3.4.7.1 La raya como signo delimitador
Cuando es un signo doble, la raya forma parte del grupo de signos delimitadores que introducen o encierran un segundo discurso. Su función principal es indicar que las unidades lingüísticas que aísla no son una parte central del mensaje, sino que constituyen un discurso secundario que se inserta en el discurso principal para introducir información complementaria:
«El segundo festival de música mexicana es —¡cómo ponerlo en duda!— el acontecimiento musical más importante del año» (Melo Notas [Méx. 1990]).
«No daba importancia a los viajes de su mujer. “Que se distraiga —decía—, que se distraiga”» (Palou Carne [Esp. 1975]).
Como discurso autónomo con respecto al principal, las secuencias encerradas entre rayas pueden tener puntuación propia:
«Aguzando el oído —en el fondo, sin necesidad de concentrarse mucho: bastaba con dejar de prestar atención a los latidos del propio corazón, con sosegarse—, era fácil percibir un rumor de voces» (Azancot Amores [Esp. 1980]).
En su función delimitadora de un segundo discurso, las rayas tienen los usos que se comentan a continuación.
3.4.7.1.1 En incisos
Las rayas se emplean, como signo doble, para encerrar incisos:
Para él la fidelidad —cualidad que valoraba por encima de cualquier otra— era algo sagrado.
En este uso pueden utilizarse también las comas o los paréntesis. Los incisos entre rayas suponen un aislamiento mayor con respecto al texto en el que se insertan que los que se escriben entre comas, pero menor que los que se escriben entre paréntesis (sobre otras diferencias entre el uso del paréntesis o la raya, frente a la coma, para delimitar incisos, v. § 3.4.5.1.1). La raya de cierre en los incisos no se suprime aunque detrás de ella deba aparecer un punto o cualquier otro signo de puntuación: Esperaba a Emilio —un gran amigo—. Lamentablemente, no vino.
Esperaba a Emilio —un gran amigo—, que, lamentablemente, no vino.
Tampoco debe suprimirse la raya de cierre cuando el inciso ocupa la posición final del enunciado:
La editorial ha publicado este año varias obras del autor — todas ellas de su primera época—.
Deben evitarse puntuaciones redundantes, como la del siguiente ejemplo, donde debieron escribirse o comas o rayas, pero no ambos signos: «La muerte vivida por los demás, —sea la muerte por accidente o de otros modos—, es una cosa que sufrimos mucho» (Burgos Rigoberta [Guat. 1983]).
3.4.7.1.2 En incisos incluidos en otros incisos
Deben usarse las rayas para introducir una nueva aclaración o inciso en un texto ya encerrado entre paréntesis:
Si desea más información sobre este tema (la bibliografía existente —incluso en español— es bastante extensa), deberá acudir a otras fuentes.
Para intercalar algún dato o precisión en un inciso escrito entre rayas, han de usarse los paréntesis (v. § 3.4.5.1.2): Venezuela —primer lugar de tierra firme avistado por Colón en su tercer viaje a América (1498)— tenía, por aquel entonces, unos 300 000 habitantes.
3.4.7.1.3 Para enmarcar comentarios de un narrador o transcriptor
Las rayas se usan para enmarcar, en medio de una cita textual entrecomillada, las aclaraciones del transcriptor con respecto a su autoría:
«Es imprescindible —señaló el ministro— que se refuercen los sistemas de control sanitario en las fronteras».
Se usa, en cambio, la coma cuando la aclaración aparece en posición final, fuera del texto entrecomillado:
«Es imprescindible que se refuercen los sistemas de control sanitario en las fronteras», señaló el ministro.
En los textos narrativos, las rayas sirven también para introducir o enmarcar los comentarios y precisiones del narrador a las intervenciones de los personajes. En este uso, se presentan algunas dudas relativas a la posible supresión de la raya de cierre, a la posición de otros signos de puntuación con respecto a ella y a la escritura de mayúscula o minúscula inicial en la secuencia que introducen. Para su correcto empleo, debe tenerse en cuenta lo siguiente:
a) No se escribe raya de cierre si tras el comentario del narrador no sigue hablando inmediatamente el personaje:
—Espero que todo salga bien —dijo Azucena con gesto ilusionado.
A la mañana siguiente, Azucena se levantó nerviosa.
En cambio, se escriben dos rayas, una de apertura y otra de cierre, cuando las palabras del narrador interrumpen la intervención del personaje y esta continúa inmediatamente después:
—Lo principal es sentirse viva —añadió Pilar—. Afortunada o desafortunada, pero viva.
b) Como muestra el ejemplo anterior, cuando el comentario o aclaración del narrador va introducido por un verbo de lengua ( decir, añadir, asegurar, preguntar, contestar, espetar, exclamar, responder, etc.), dicho comentario se inicia con minúscula, aunque venga precedido por un signo de cierre de interrogación o de exclamación, o por puntos suspensivos:
—¡Qué le vamos a hacer! —exclamó resignada doña Patro.
—¿Ha llegado ya el presidente? —preguntó alarmado el embajador.
—Si me hubieras hecho caso… —susurró mientras seguía con la mirada a su hijo, que se alejaba cabizbajo.
Si la intervención del personaje continúa tras las palabras del narrador y debe aparecer un signo delimitador principal (punto, coma, punto y coma o dos puntos) tras la secuencia interrumpida, este se coloca detrás de la raya que cierra el inciso narrativo:
—No te creo —afirmó tajante—. Por mucho que te esfuerces, ya no confío en ti.
—Está bien —dijo Carlos—; lo haré, pero que sea la última vez que me lo pides.
—Lo será —respondió agradecido—, te lo aseguro.
—Te lo advierto —dijo amenazante—: no voy a consentir que te salgas con la tuya.
Como en otras ocasiones, el comportamiento de los signos delimitadores principales difiere del de los signos indicadores de modalidad (signos de interrogación y exclamación y puntos suspensivos). Como se aprecia comparando las dos tandas de ejemplos anteriores, los delimitadores principales se escriben siempre inmediatamente detrás de la raya de cierre del inciso del narrador; mientras que, si se trata de indicadores de modalidad, los signos de cierre de interrogación y exclamación, y los puntos suspensivos se colocan antes del inciso que enmarcan las rayas y separados de él por un espacio.
c) Cuando el comentario del narrador no va introducido por un verbo de lengua y el parlamento precedente constituye un enunciado completo, las palabras del personaje se cierran con punto —o, según sea el caso, con cierre de interrogación, de exclamación o puntos suspensivos— y el inciso del narrador se inicia con mayúscula:
—No se moleste. —Cerró la puerta y salió de mala gana. A la mañana siguiente, se levantó temprano y se dirigió al café de costumbre.
—¿Puedo irme ya? —Se puso en pie con gesto decidido.
—Si te viera tu madre… —Lágrimas de emoción asomaban a sus ojos mientras contemplaba, arrobado, la escena.
En estos casos, si tras el comentario del narrador continúa el parlamento del personaje, es necesario, como se ha indicado (v. § a), colocar la raya de cierre tras
la intervención del narrador y escribir después un punto:
—No te preocupes. —Le sostuvo la mirada, desafiante—. Sabré encontrar la solución sin tu ayuda.
—¿Puedo irme ya? —Se puso en pie con gesto decidido—. No hace falta que me acompañe. Conozco el camino.
—Si te viera tu madre… —Lágrimas de emoción asomaban a sus ojos mientras contemplaba, arrobado, la escena—. No sabes cuánto llevo esperando este momento.
Cuando el comentario del narrador se intercala en mitad de un enunciado, el texto del inciso se inicia con minúscula:
—¡Esto que has hecho —se dirigía hacia mí con el gesto descompuesto— es una auténtica locura!
3.4.7.2 Otros usos de la raya
Junto al empleo de las rayas como signo doble, con función demarcativa, otros usos requieren la escritura de una sola raya. Entre ellos cabe destacar el de introducir cada una de las intervenciones en un diálogo, además de otras funciones de carácter auxiliar.
3.4.7.2.1 En diálogos
En la reproducción escrita de un diálogo, la raya precede a la intervención de cada uno de los interlocutores, sin que se mencione el nombre de estos:
—¿Cuándo volverás?
—No tengo ni idea.
—¡No tardes mucho!
—No te preocupes. Volveré lo antes posible.
Normalmente, en las novelas y otros textos de carácter narrativo, las intervenciones de cada uno de los personajes se escriben en líneas distintas. Como se ve en el ejemplo, no debe dejarse espacio de separación entre la raya y el comienzo de
cada una de las intervenciones. En los textos narrativos, este empleo de la raya se combina con el que tiene este mismo signo, pero en su versión doble, con apertura y cierre, para enmarcar los comentarios y aclaraciones del narrador, uso que se ha explicado en el apartado precedente (§ 3.4.7.1.3).
3.4.7.2.2 En enumeraciones en forma de lista
La raya sirve también para introducir cada uno de los elementos de una relación que se escriben en líneas independientes. En este caso, debe dejarse un espacio en blanco entre la raya y el texto que sigue. A la hora de puntuar este tipo de relaciones, debe tenerse en cuenta lo siguiente:
a) Cuando los elementos que se relacionan son simples, es decir, están constituidos por una palabra o por un grupo sintáctico breve, hay dos opciones. Cabe cerrar cada uno de los conceptos con coma, excepto el último, que se cerrará con punto: Las funciones del lenguaje, según Jakobson, son seis:
— expresiva,
— fática,
— conativa,
— referencial,
— poética,
— metalingüística.
Es igualmente válido prescindir de los signos de puntuación:
Las funciones del lenguaje, según Jakobson, son seis:
— expresiva
— fática
— conativa
— referencial
— poética
— metalingüística
En ambos casos, los elementos introducidos por la raya se escriben con minúscula inicial.
b) Cuando los elementos de la lista son más complejos —bien por su mayor extensión, bien por presentar puntuación interna—, es preferible el uso del punto y coma. También en este supuesto cada elemento de la relación se inicia con minúscula:
En caso de tormenta en el campo, conviene seguir las siguientes recomendaciones:
— no refugiarse debajo de un árbol;
— desprenderse de objetos metálicos, como paraguas, bastones, etc.;
— no permanecer de pie en medio de espacios abiertos.
c) Cuando la relación se compone de enunciados completos, la práctica más recomendable es cerrar cada miembro de la enumeración con punto, escribiendo con inicial mayúscula cada uno de los conceptos:
Entre los rasgos del castellano hablado en Aragón, sobresalen los siguientes:
— La entonación es claramente ascendente y hay tendencia a alargar la vocal final.
— Se evita el acento en posición esdrújula.
— El sufijo diminutivo dominante es -ico.
— Se emplea mucho la partícula pues.
La raya puede sustituirse, en todos estos casos, por letras o números seguidos de punto o paréntesis (§ 3.4.1.2.6 y 3.4.5.2e), así como por otros signos de carácter tipográfico, como topos o boliches (•, ♦, ■).
3.4.7.2.3 En índices
En listas alfabéticas, índices y otros repertorios, la raya al comienzo de una línea se usa para indicar que en ese renglón se omite, para no repetirlo, un elemento común ya expresado en la primera de sus menciones. También en este caso debe dejarse un espacio en blanco después de la raya:
Verbos intransitivos
— irregulares
— transitivos
Tras la raya de sustitución no debe escribirse el signo de puntuación que sigue, si lo hubiere, a la expresión sustituida; así, en el ejemplo siguiente, no deben escribirse tras las rayas los dos puntos que sí aparecen, en la primera mención, tras el nombre del autor:
ORTEGA Y GASSET, J.: Artículos (1917-33).
— Idea del teatro (1946).
— La rebelión de las masas (1930).
3.4.7.2.4 Precedida de punto (.—)
Aunque la raya precedida de punto ha perdido vigor en favor de otras soluciones tipográficas, tradicionalmente se ha venido empleando en los casos siguientes: a) Tras los epígrafes internos de un libro, cuando el texto que sigue comienza en la misma línea:
Género de los sustantivos.— Por el género, los sustantivos se dividen en español en femeninos y masculinos. El género neutro no existe en español. Decimos que un nombre es femenino o masculino cuando…
b) En la edición de obras teatrales, para separar el nombre de cada uno de los personajes del texto de sus intervenciones:
MARÍA.— ¿Dónde vas?
JUAN.— A dar una vuelta.
En ambos casos el punto y raya se separa mediante un espacio del texto que sigue, como se haría si en lugar de esta combinación se empleasen dos puntos ( Género de los sustantivos: Por el género, los sustantivos…) o punto (MARÍA. ¿Dónde vas? ).
3.4.7.3 Concurrencia con otros signos
Cuando las rayas que encierran incisos concurren con otros signos de puntuación, siguen las mismas reglas expuestas para los paréntesis (v. § 3.4.5.3).
Para las peculiaridades propias de los textos narrativos, v. § 3.4.7.1.3.
3.4.8 LAS COMILLAS
Las comillas son un signo ortográfico doble del cual se usan diferentes tipos en español: las comillas angulares, también llamadas latinas o españolas (« »), las inglesas (“ ”) y las simples (‘ ’).
Información adicional. El origen de las comillas es la diple (< >), signo angular que hoy solo presenta funciones auxiliares (v. § 4.3). La forma con doble trazo, angular o semicircular, de las actuales comillas data del siglo XVI. Esta es también la época en la que la diple, de ser una marca que se escribe al margen para llamar la atención sobre alguna parte del texto, pasa a enmarcar citas textuales, convirtiéndose así en un signo de puntuación propiamente dicho.
Las comillas inglesas y las simples se escriben en la parte alta del renglón, mientras que las angulares se escriben centradas. En los textos impresos, se recomienda utilizar en primera instancia las comillas angulares, reservando los otros tipos para cuando deban entrecomillarse partes de un texto ya entrecomillado. En este caso, las comillas simples se emplearán en último lugar:
«Antonio me dijo: “Vaya ‘cacharro’ que se ha comprado Julián”».
Las comillas se escriben pegadas al primer y al último carácter del periodo que enmarcan, y separadas por un espacio del elemento que las precede o las sigue; pero, si lo que sigue a las comillas de cierre es un signo de puntuación, no se deja espacio entre ambos. No deben omitirse las comillas de apertura cuando preceden a una letra capitular:
o subirán los impuestos». Así ha iniciado su intervención el ministro de
«N Economía en la rueda de prensa…
3.4.8.1 Las comillas como signo delimitador
Como el resto de los signos dobles hasta aquí tratados, las comillas introducen y delimitan un segundo discurso, que se inserta en el discurso principal con algún fin.
En su uso prototípico, las comillas sirven para enmarcar la reproducción de palabras que corresponden a alguien distinto del emisor:
«Sobreviven los que se adaptan mejor al cambio», dijo Darwin.
Como discurso autónomo con respecto al principal, las secuencias encerradas entre comillas pueden tener puntuación propia:
«Probablemente venían repitiéndole esa frase desde que tenía uso de razón: “Papá nunca miente, Lolita. Papá es perfecto”, y lo había creído» (Salisachs Gangrena
[Esp. 1975]).
Fuera de este uso —a través del cual intervienen eficazmente en la organización de la información—, las comillas cuentan con otra serie de funciones de menor peso discursivo que pueden considerarse también demarcativas, aunque de distinta naturaleza, y que las acercan a los recursos tipográficos. Se detallan estas funciones en el apartado 3.4.8.2. Se enumeran a continuación los usos principales de las comillas en su función delimitadora de unidades textuales:
3.4.8.1.1 En citas
Las comillas se utilizan para enmarcar citas textuales. Si el texto que se reproduce consta de varios párrafos, antes era costumbre colocar comillas de cierre al comienzo de cada uno de ellos (salvo, claro está, en el primero, que se inicia con comillas de apertura):
Dice Rafael Lapesa en su obra Historia de la lengua española a propósito de los germanos:
«En el año 409 un conglomerado de pueblos germánicos —vándalos, suevos y alanos— atravesaba el Pirineo y caía sobre España […].
»Así quedó cumplida la amenaza que secularmente venía pesando desde el Rhin y el Danubio».
Hoy, lo normal es reproducir la cita con sangrado respecto del resto del texto, generalmente en un cuerpo menor o en cursiva. En ese caso, ya no son necesarias las comillas:
Dice Rafael Lapesa en su obra Historia de la lengua española, a propósito de los germanos:
En el año 409 un conglomerado de pueblos germánicos —vándalos, suevos y alanos— atravesaba el Pirineo y caía sobre España […].
Así quedó cumplida la amenaza que secularmente venía pesando desde el Rhin y el Danubio.
Cuando se intercala un comentario del transcriptor de la cita señalando su autoría, este debe enmarcarse entre rayas (v. § 3.4.7.1.3), sin necesidad de cerrar las comillas para volverlas a abrir después del inciso: «Es imprescindible —señaló el ministro—
que se refuercen los controles sanitarios en las fronteras».
También se encierran entre comillas las palabras textuales que se reproducen dentro de un enunciado en estilo indirecto:
«Desde Medicus Mundi reconocieron ayer sentir “impotencia y congoja” por este asesinato y exigieron “un compromiso de las autoridades para el esclarecimiento de estos graves hechos”» ( País@ [Esp.] 12.6.2000).
La inclusión, a través de las comillas, de un texto literal dentro de un enunciado en estilo indirecto es aceptable siempre y cuando no se incumpla alguna de las condiciones impuestas por dicho estilo, como la correlación de tiempos verbales o los cambios en determinados pronombres o adverbios. No sería aceptable, por tanto, un enunciado como el siguiente: Mi madre nos recomendó que «no salgáis a la calle sin abrigo».
Para el uso de mayúscula o minúscula inicial en el texto entrecomillado, v. cap. IV,
§ 4.1.1.4b.
3.4.8.1.2 En la reproducción de pensamientos
Se emplean las comillas para enmarcar, en las obras literarias de carácter narrativo, los textos que reproducen de forma directa los pensamientos de los personajes:
«“¡Hasta en latín sabía maldecir el pillastre!”, pensó el padre» (Clarín Regenta
[Esp. 1884-85]).
Cuando los pensamientos del personaje ocupan varios párrafos, se colocan
comillas de cierre al comienzo de cada uno de ellos (salvo, claro está, en el primero, que se inicia con comillas de apertura):
«“¡Oh, a él, a don Álvaro Mesía le pasaba aquello! ¿Y el ridículo? ¡Qué diría Visita, […] qué diría el mundo entero!
”Dirían que un cura le había derrotado. ¡Aquello pedía sangre! Sí, pero esta era otra”. Si don Álvaro se figuraba al Magistral vestido de levita, acudiendo a un duelo a que él le retaba…, sentía escalofríos» (Clarín Regenta [Esp. 1884-85]).
3.4.8.2 Otros usos de las comillas
3.4.8.2.1 Para marcar el carácter especial de una palabra o expresión
Las comillas sirven también para llamar la atención del lector sobre alguna peculiaridad de la voz o expresión entrecomillada, que la distingue del resto de los componentes léxicos del enunciado. Las comillas se emplean frecuentemente para indicar que una palabra o expresión es impropia, vulgar, procede de otra lengua o se utiliza irónicamente o con un sentido especial:
Siempre dice que las «cocretas» de ese sitio están riquísimas.
En el salón han puesto una «boisserie» que les ha costado un dineral.
Menudo «cacharro» se ha comprado tu jefe. Ese modelo es uno de los más caros.
Parece que últimamente le va muy bien en sus «negocios».
Por este medio el autor sitúa en otro plano el término entrecomillado, bien para señalar el carácter ajeno a su propio registro, en el caso de los vulgarismos, o su pertenencia a otra lengua, en el caso, de las voces extranjeras; bien para advertir de que la voz se está usando no en su sentido recto, sino en sentido irónico o con algún matiz semántico especial.
En textos impresos en letra redonda es más frecuente y recomendable reproducir los extranjerismos crudos en letra cursiva que escribirlos entrecomillados (salvo, claro está, en textos manuscritos o en soportes y tipos de letra que no admiten la cursiva).
Excepcionalmente, en los titulares de prensa, la cursiva puede ser reemplazada en este uso por comillas simples: Messi consigue su cuarto ‘hat-trick’ esta temporada. No se
escriben entre comillas ni con resalte tipográfico los nombres propios y las siglas y acrónimos de otras lenguas ( Hemos visitado la National Gallery; El protagonista de la película trabaja en el FBI). Para la distinción entre extranjerismos (y latinismos) crudos y adaptados —y sus consecuencias en la escritura de comillas o cursiva—, véase el capítulo VI.
También en las expresiones vulgares, impropias, irónicas, etc., es posible la escritura de cursiva en lugar de comillas.
3.4.8.2.2 En usos metalingüísticos
Se llaman usos metalingüísticos aquellos en los que un término, una expresión o un enunciado se emplean no para comunicar el mensaje que contienen, sino para decir algo de ellos, para comentarlos desde un punto de vista lingüístico.
La palabra «cándido» lleva tilde por ser esdrújula.
El verbo «menguar» se acentúa como «averiguar».
En la oración «Me gusta tu casa» el sujeto es «tu casa».
En los textos impresos, en lugar de emplear comillas, se marcan los usos metalingüísticos en cursiva (si el texto base está en redonda) o en redonda (si el texto base está en cursiva).
Por otra parte, en obras de carácter lingüístico, se utilizan las comillas simples para enmarcar los significados de los términos o expresiones citados:
La voz apicultura está formada a partir de los términos latinos apis ‘abeja’ y cultura ‘cultivo, crianza’.
3.4.8.2.3 En expresiones denominativas (títulos y apodos)
Las comillas sirven para señalar dónde empiezan y dónde terminan algunas expresiones denominativas. Esta función le corresponde también a la cursiva, con la que a veces alternan. Se relacionan a continuación los principales usos de las comillas en expresiones denominativas.
a) Se usan las comillas para citar el título de un artículo, un reportaje, un cuento, un poema, el capítulo de un libro o, en general, cualquier parte interna de una
publicación, especialmente si aparecen junto con el título de la obra a la que pertenecen. Los títulos de los libros, revistas y periódicos, por el contrario, se citan en cursiva (si el texto base va en redonda) o en redonda (si el texto base va en cursiva):
Su artículo «Los pobres son más generosos» se publicó en el diario El Tiempo el día 28 de agosto.
Escribió el artículo «El léxico de hoy» para el libro El lenguaje en los medios de comunicación, obra en la que participaron varios autores.
Los títulos de piezas independientes que forman parte de una obra pueden escribirse en cursiva o entre comillas cuando aparecen citados de forma aislada: Volvió a recitar la Oda al rey de Harlem.
Volvió a recitar la «Oda al rey de Harlem».
En cambio, cuando los títulos de la pieza y la obra se citan juntos, el primero se delimita con comillas y se escribe en redonda:
Volvió a recitar la «Oda al rey de Harlem», de Poeta en Nueva York.
Se escriben también con resalte tipográfico —y no entre comillas— los títulos de obras de otra naturaleza, como películas, cómics, cuadros, fotografías, esculturas, piezas musicales, discos, espectáculos, programas de radio o televisión, etc.: La estrategia del caracol, El retorno de Spiderman, Las meninas, Los miserables.
No se escriben entre comillas ni con resalte tipográfico alguno los títulos de colecciones editoriales ( Es un excelente manual de Alianza Universidad; Le encantan los libros de Barco de Vapor); tampoco los títulos de libros sagrados ni los de sus partes o libros internos ( la Biblia, el Corán, el Nuevo Testamento, el Génesis, etc.). En estos casos, es suficiente el uso de la mayúscula en todas las palabras significativas para marcar la expresión denominativa (v. cap. IV, §
4.2.4.8.1).
b) En títulos de libros que contienen a su vez el título de otra obra, se recomienda escribir entre comillas este último, siempre que se cite completo:
Deberán consultar la monografía titulada El tiempo en «Cien años de soledad», interesante aportación al tema que nos ocupa.
Si el título interno es una mención abreviada, el empleo de comillas es opcional:
Martín de Riquer escribió Aproximación al Quijote, una de sus mejores obras.
Publicó El «Quijote» de Avellaneda y sus críticos con tan solo dieciocho años.
c) Cuando se citan dentro de un texto, se emplean las comillas para delimitar los títulos de leyes, programas, planes, proyectos, asignaturas, cursos, etc., que, por su excesiva longitud, solo llevan escrita con mayúscula la primera palabra: Como asignaturas optativas se ofrecen este año «Lingüística aplicada a la enseñanza de español como lengua extranjera» y «Comentario de textos poéticos españoles e hispanoamericanos del siglo XIX».
En estos casos, los títulos de las leyes podrán escribirse también en cursiva: La resolución cita la Ley 14/1999, de 15 de diciembre, por la que se fijan las sedes de las secciones de la Audiencia Provincial de Cádiz en Algeciras y Jerez de la Frontera.
En cambio, cuando todas estas expresiones denominativas no presentan una excesiva longitud, se escriben sin comillas y sin resalte tipográfico alguno, y con mayúscula inicial en todos sus elementos significativos: el Tratado de Maastricht; Ley Orgánica 3/1981, de 6 de abril, del Defensor del Pueblo; Plan Nacional sobre Drogas; Lingüística Aplicada (v. cap. IV, § 4.2.4.8.1.8,10 y 4.2.4.8.3.2).
d) Conviene citar entre comillas los títulos de ponencias, discursos, exposiciones, etc., para delimitar su extensión:
Se ha clausurado con gran éxito la exposición «Las vanguardias rusas» en Madrid.
e) Suelen escribirse entre comillas los apodos y alias que se intercalan entre el nombre de pila y el apellido:
Sergio «Kun» Agüero marcó el primer gol del partido.
También puede optarse, en este caso, por escribir el apodo en cursiva (o en redonda, si el texto base está en cursiva):
Sergio Kun Agüero marcó el primer gol del partido.
3.4.8.3 Concurrencia con otros signos
Cuando las comillas concurren con otros signos de puntuación, deben seguirse las siguientes pautas:
a) Los delimitadores principales (punto, coma, punto y coma, y dos puntos) se escriben siempre después de las comillas de cierre:
Según los estatutos, «cualquier miembro de la corporación puede ser elegido presidente». La realidad, sin embargo, parece contradecir este principio.
«No hay mal que por bien no venga», dice siempre que le sucede algo malo.
Sus palabras fueron: «No lo haré»; pero al final nos ayudó.
Advertencia. A diferencia del discurso principal, que se cierra con punto —o con signos que contienen un punto en su forma, como los puntos suspensivos o los signos de interrogación y de exclamación—, el final del segundo discurso se señala siempre con las comillas de cierre.
Por eso, independientemente de que el texto entrecomillado abarque todo el enunciado o solo parte de él, el punto se colocará siempre detrás de las comillas de cierre (v. también el apartado 3.4.1.3.2), como se aprecia en el primer ejemplo mencionado o en este otro:
«No está el horno para bollos». Con estas palabras zanjó la discusión y se marchó.
Esta norma debe aplicarse incluso si delante de las comillas aparece un signo de cierre de interrogación o de exclamación, o puntos suspensivos:
«¿Dónde te crees que vas?». Esa pregunta lo detuvo en seco.
«Si pudiera decirle lo que pienso realmente…». A Pedro no le resultaba fácil hablar con sinceridad.
b) Si coinciden tras una palabra dos o más signos dobles, se cerrará primero el que se haya abierto en último lugar:
«La besó en los cabellos (“Hola, papi”), se sentó frente a ella y, mientras la sirvienta le servía el café, abrió despacio, sin atolondrarse, el diario doblado sobre un rincón de la mesa» (VLlosa Fiesta [Perú 2000]).
c) El texto enmarcado por las comillas tiene, como se ha señalado, su propia puntuación. Por ello, si la secuencia escrita entre comillas es interrogativa o exclamativa, los signos de interrogación o de exclamación deben colocarse dentro de ellas:
Le preguntó al conserje: «¿Dónde están los baños, por favor?».
«¡Qué ganas tengo de que lleguen las vacaciones!», exclamó.
En cambio, cuando la secuencia interrogativa o exclamativa constituye una unidad mayor que la encerrada entre comillas, los signos de interrogación y exclamación se escriben fuera de ellas:
¿De verdad ha dicho «hasta nunca»?
Sobre la colocación de las comillas con respecto a las llamadas de nota, véase la información adicional del apartado 3.4.1.3.
3.4.9 LOS SIGNOS DE INTERROGACIÓN Y EXCLAMACIÓN
Los signos de interrogación (¿?) y de exclamación (¡!) son signos ortográficos dobles cuya forma se compone, como se ve, de un trazo vertical, curvo en un caso y recto en el otro, y un punto. El punto se coloca encima del trazo en los signos de apertura y debajo en los signos de cierre. En los signos de interrogación, además, el trazo curvo queda abierto hacia la derecha en el de apertura y a la izquierda en el de cierre. Su función principal es delimitar en la escritura las oraciones interrogativas y exclamativas directas, respectivamente.
Información adicional. El signo de interrogación o punctus interrogativus es una de las aportaciones carolingias al sistema clásico de puntuación. En su origen, era un signo simple que marcaba el final de los enunciados interrogativos y también de los exclamativos. En España, es uno de los signos comúnmente admitido por los ortógrafos del Siglo de Oro, incluso por aquellos que, como Nebrija, defendían un sistema binario de puntuación.
Más tardía es la aparición y difusión del signus admirativus o exclamativus, o signo de exclamación, desarrollado por los humanistas italianos en el siglo XIV, al igual que los paréntesis o el punto y coma. Aparece en los tratados ortográficos españoles a principios del XVII, pero en esa época todavía es común utilizar en su lugar el signo de interrogación.
La práctica de escribir el signo de apertura de interrogación y exclamación, rasgo exclusivo de la lengua española, no empieza a recomendarse en la ortografía académica hasta 1754, aunque su generalización en los textos impresos será más tardía.
En la escritura actual, los signos de exclamación y de interrogación son signos dobles; así pues, deben colocarse de forma obligatoria al comienzo y al final de la secuencia correspondiente: ¿Qué hora es?; ¡Qué alegría verte! Es incorrecto suprimir los signos de apertura (¿ ¡) por imitación de otras lenguas en las que únicamente se coloca el signo de cierre:
Qué hora es?;
Qué alegría verte! Tampoco deben
omitirse estos signos cuando preceden a una letra capitular:
uál es el origen del universo? Investigadores procedentes de los cinco
¿C continentes se han reunido estos días en Bogotá para debatir…
Los únicos casos en los que solo se usan los signos de cierre se tratan en el apartado 3.4.9.2.
Los signos de interrogación y de exclamación se escriben pegados a la primera y a la última palabra del periodo que enmarcan, y separados por un espacio de las palabras que los preceden o los siguen; pero, si lo que sigue al signo de cierre es otro signo de puntuación, no se deja espacio entre ambos:
Vamos a ver… ¡Caramba!, ¿son ya las tres?; se me ha hecho tardísimo.
Para la descripción del uso de mayúscula y minúscula en contextos interrogativos y exclamativos, v. cap. IV, § 4.1.1.3.
3.4.9.1 Los signos de interrogación y exclamación como indicadores de modalidad
Los signos de interrogación y exclamación sirven para enmarcar las construcciones interrogativas y exclamativas directas: ¿Qué quieres?; Pedro, ¿cuántos años llevas trabajando aquí?; ¡Qué nombre tan bonito!; ¡Me ha traído un regalo!
(frente a las indirectas Dime qué quieres; Fíjate qué nombre tan bonito).
Aunque no dejan de tener también una clara función demarcativa, la función característica de los signos de interrogación y exclamación es indicar que la secuencia
que encierran manifiesta una modalidad no aseverativa (v. § 3.1.2); en otras palabras, que quien escribe quiere presentar la información como una pregunta (modalidad interrogativa) o como una exclamación (modalidad exclamativa).
En el plano oral, las construcciones interrogativas y exclamativas presentan curvas melódicas peculiares que varían en función, entre otros, de factores gramaticales y geográficos. La indicación de la modalidad en la cadena hablada y en la cadena escrita presenta un paralelismo mayor que en los signos delimitadores principales, de modo que la secuencia articulada con una curva melódica interrogativa o exclamativa corresponde normalmente a una secuencia que se escribe entre signos de interrogación o exclamación. Por ello, la manera de pronunciar los enunciados puede resultar útil a la hora de solucionar algunos de los contextos dudosos que se comentan en los siguientes apartados.
Cuando las secuencias que encierran no están encabezadas por un elemento interrogativo o exclamativo (como qué, quién, cuál, cuánto, dónde, etc.), la presencia de los signos de interrogación y exclamación en la escritura es distintiva, es decir, implica cambios de significado: ¿Ha venido? / ¡Ha venido! / Ha venido.
Como indicadores de modalidad, estos signos plantean dos tipos de problemas: los relacionados con su omisión y los que tienen que ver con su colocación en los enunciados.
3.4.9.1.1 Ausencia de los signos de interrogación y exclamación en
interrogativas y exclamativas directas
3.4.9.1.1.1 Interrogativas
Como regla general, las oraciones interrogativas directas se escriben siempre entre signos de interrogación, tanto en su función prototípica de solicitud de información ( ¿Está aquí Juan?; ¿Por dónde se va a tu casa? ) como cuando tienen otros fines comunicativos, como expresar sugerencias, órdenes, etc. ( ¿Por qué no descansas un poco?; ¿Quieres callarte?; ¿Todavía no te has comido la sopa? ). Cabe mencionar dos excepciones:
a) Pueden omitirse los signos de interrogación en enunciados interrogativos independientes que constituyen el título de una obra, un capítulo o cualquier otra
sección de un texto: Cómo escribir bien en español; Qué es lo «moderno» en lexicografía. Es igualmente posible escribir los signos de interrogación en estos casos: ¿Qué es el estructuralismo?
b) A veces se omiten los signos de interrogación en las interrogaciones retóricas, como Dónde vas a estar mejor que aquí, en las que no se formula una verdadera pregunta, sino que se expresa indirectamente una aseveración (‘en ningún sitio vas a estar mejor que aquí’). No hay motivos para censurar la ausencia de los signos de interrogación en estas expresiones, aunque en el uso general suelen escribirse.
3.4.9.1.1.2 Exclamativas
Los signos de exclamación se utilizan para encerrar las construcciones exclamativas, que pueden estar constituidas por interjecciones ( ¡Ay! ), locuciones o grupos interjectivos ( ¡Ni modo!; ¡Caramba con el niño! ), onomatopeyas ( ¡Chist! ), vocativos ( ¡Niños! ) o grupos sintácticos y oraciones, introducidos o no por un elemento exclamativo ( ¡Qué casa!; ¡Fantástico lugar!; ¡Cuánto me he emocionado!;
¡Es impresionante!; ¡Con lo amable que parecía! ).
Advertencia. Algunas interjecciones pueden formar indistintamente enunciados exclamativos o interrogativos y, consecuentemente, escribirse entre signos de exclamación o de interrogación, como las que se emplean al descolgar el teléfono: ¡aló! /¿aló?; ¡diga! /
¿diga? En el caso de la interjección eh, la escritura de uno u otro signo implica cambios significativos: ¿eh? (se solicita la repetición de lo que se acaba de oír y no se ha entendido, o se pide el asentimiento del interlocutor a un comentario o advertencia) / ¡eh! (se usa para llamar la atención del interlocutor).
En las expresiones inequívocamente exclamativas, es frecuente y admisible prescindir de los signos de exclamación en la escritura: «Ah, caramba, mil disculpas, sigan nomás» (Bayly Días [Perú 1996]); «Camila, mi niña querida: Cuánto quisiera acompañarte estos días en el sur de México» (Serrano Corazón [Chile 2001]).
3.4.9.1.2 Colocación de los signos de interrogación y exclamación
3.4.9.1.2.1 Si el inicio de la pregunta no coincide con el inicio del enunciado Los signos de apertura (¿ ¡) se han de colocar justo donde empieza la pregunta o la exclamación, aunque no se corresponda con el comienzo del enunciado; en ese caso, la secuencia interrogativa o la exclamativa se inicia con minúscula. Quedan fuera de la pregunta o la exclamación los siguientes elementos:
a) Los vocativos, cuando ocupan el primer lugar del enunciado: Raquel, ¿sabes ya cuándo vendrás?; en cambio, si van al final, se consideran incluidos en la pregunta o la exclamación: ¿Sabes ya cuándo vendrás, Raquel?
b) Los enunciados aseverativos que preceden a los apéndices confirmativos: Hoy es su cumpleaños, ¿no?; No les interesa lo que estoy diciendo, ¿verdad?; No está mal, ¿eh?
c) Las estructuras encabezadas por expresiones de valor introductorio del tipo en cuanto a, con respecto a, en relación con, con referencia a ( En cuanto al tráfico,
¿hay alguna novedad? ), así como otras expresiones equivalentes: Y hablando de Estefanía, ¿cuándo viene?; Tus niños, ¿están bien?
d) Los adverbios, locuciones adverbiales y otros complementos que inciden sobre toda la oración y expresan la actitud con la que el hablante se manifiesta o la que le pide al oyente, como sinceramente, francamente, con la mano en el corazón, brevemente, honradamente, etc.:
Con la mano en el corazón, ¡estoy encantado!
Francamente, ¿te importa lo que le pase?
e) Las oraciones dependientes —como las prótasis condicionales y concesivas (v. §
3.4.2.2.4.4.) o las causales y finales externas (v. § 3.4.2.2.4.3b y c)—, cuando ocupan el primer lugar de un enunciado:
Si encuentro trabajo, ¡menuda fiesta voy a dar!
Aunque no te apetezca venir, ¿puedo contar contigo?
Puesto que no cabemos en un coche, ¿les parece que vayamos en tren?
Para que te enteres, ¡no pienso cambiar de opinión!
En cambio, cuando van al final, se consideran incluidas en la pregunta o la exclamación:
¡Menuda fiesta voy a dar si encuentro trabajo!
¿Les parece que vayamos en tren, puesto que no cabemos en un coche?
f) Muchos de los conectores discursivos (v. § 3.4.2.2.5) que anteceden a la secuencia sobre la que inciden:
Por lo demás, ¿qué aspecto tenía tu hermano?
Lo ha intentado, sin embargo, ¿cómo vencer tantas adversidades?
Advertencia. Las conjunciones coordinantes y y pero, y en menor medida o y mas, suelen aparecer en posición inicial con valores similares a los de los conectores. La tendencia general, y a su vez la opción más recomendable, es escribir y y o como elementos pertenecientes a la interrogativa o exclamativa. De hecho, en la cadena hablada estas conjunciones tienden a incorporarse a la curva melódica de esas construcciones:
«Casi no puedo escribir. ¡Y para qué voy a escribir! Es mejor leer» (GlzLeón Viejo
[Ven. 1995]).
«¿Lo hará así siempre? ¿O esa delicadeza se debe a la presencia de su hija?» (VLlosa Fiesta [Perú 2000]).
En el caso de la conjunción adversativa pero, es igualmente correcto que esta preceda a la secuencia interrogativa o exclamativa, o que se incluya en ella:
«Pero ¡si ya hasta sus amigos más íntimos no se acuerdan de él!» (TBallester Filomeno [Esp. 1988]).
«Está fijando las reglas de la confrontación, como si se tratase de una partida de ajedrez o de poker. ¿Pero por qué hacer algo así?» (Volpi Klingsor [Méx. 1999]).
3.4.9.1.2.2 Si concurren varias preguntas o exclamaciones
Cuando se escriben seguidas varias preguntas o exclamaciones breves, se pueden considerar como oraciones independientes, o bien como partes de un único enunciado. En el primer caso, cada interrogación o exclamación se iniciará con mayúscula:
¿Quién era? ¿De dónde salió? ¿Te dijo qué quería?
¡Cállate! ¡No quiero volver a verte! ¡Márchate!
En el segundo caso, las diversas preguntas o exclamaciones se separarán por coma o por punto y coma, y solo se iniciará con mayúscula la primera de ellas: Me abordó en la calle y me preguntó: «¿Cómo te llamas?, ¿en qué trabajas?,
¿cuándo naciste?».
¡Qué enfadado estaba!; ¡cómo se puso!; ¡qué susto nos dio!
Cuando la exclamación está compuesta por elementos breves que se duplican o triplican, los signos de exclamación encierran todos los elementos: ¡Ja, ja, ja!
3.4.9.2 Usos especiales de los signos de interrogación y exclamación Es frecuente recurrir a los signos de interrogación y exclamación para incrementar la expresividad del mensaje escrito, intentando reproducir matices como la ironía, la sorpresa, etc., mediante recursos no léxicos. No obstante, estos matices, que en el discurso oral se manifiestan mediante pausas y cambios de tono, duración o intensidad en la curva melódica, son difícilmente transmisibles en toda su riqueza a través de la escritura.
Información adicional. En su uso prototípico de signos dobles que encierran preguntas y exclamaciones, los signos de interrogación y de exclamación son, como queda dicho, marcadores de modalidad de la enunciación. En cambio, en los usos especiales que se describen en a, b y c, funcionan como marcadores de modalidad del enunciado. Se explica esta diferencia en el apartado 3.1.2.
Los usos especiales de estos signos que se encuentran más comúnmente en los textos son los que se relacionan a continuación:
a) Se utilizan los signos de cierre escritos entre paréntesis para expresar duda (los de interrogación) o sorpresa (los de exclamación), no exentas, en la mayoría de los casos, de ironía:
Tendría gracia (?) que al final se saliera con la suya.
Ha terminado los estudios con treinta años y está tan orgulloso (!).
b) Cuando el sentido de una oración es interrogativo y exclamativo a la vez, pueden combinarse ambos signos, abriendo con el de exclamación y cerrando con el de interrogación, o viceversa: ¡Cómo te has atrevido? / ¿Cómo te has atrevido!; o, preferiblemente, abriendo y cerrando con los dos signos a la vez: ¿¡Qué estás diciendo!? / ¡¿Qué estás diciendo?!
«¡Cómo! ¡¿Ya estás aquí?! ¿Y entras así, como si no hubieras hecho nada?»
(GaMorales Sur [Esp. 1985]).
c) En obras literarias, así como en textos con fuerte carga expresiva, como los publicitarios o los propios de registros informales, es posible escribir dos o tres signos de exclamación para indicar mayor énfasis en la expresión exclamativa:
¡¡¡Traidor!!!
d) Finalmente, fuera de estos usos expresivos o enfáticos, es frecuente el empleo de los signos de interrogación en la indicación de fechas dudosas, especialmente en obras de carácter enciclopédico. Se recomienda colocar ambos signos, el de apertura y el de cierre: Hernández; Gregorio (¿1576?-1636), aunque también es posible escribir únicamente el de cierre: Hernández, Gregorio (1576?-1636).
Cuando se desconoce alguno de los datos, suele consignarse en su lugar una interrogación de cierre: Fray Miguel de Salinas (?-1577).
3.4.9.3 Concurrencia con otros signos
Los signos de interrogación y exclamación pueden coaparecer con cualquiera de los signos de puntuación, salvo con el punto. Cuando estos signos coinciden con otro en un mismo lugar del enunciado, deben seguirse las siguientes pautas:
a) Si los signos de interrogación y exclamación finalizan el enunciado, no debe añadirse tras ellos el punto de cierre (v. § 3.4.1.3.1). Lógicamente, el enunciado siguiente ha de comenzar con mayúscula:
«¡Ay, perdón! La soda siempre me hace eso» (Santiago Sueño [P. Rico 1996]).
«¿Mi marido? El desdichado está más ausente del mundo que un yogui»
(MDurán Toque [Col. 1981]).
b) Tras los signos de interrogación y exclamación sí pueden colocarse otros signos delimitadores principales, como la coma, el punto y coma o los dos puntos, sin dejar entre ambos signos ningún espacio de separación:
«Sí, ¿por qué negarlo?: aquellas mujeres, que se diría constituidas en una especie de jurado de concurso televisivo, le ponían nervioso» (Goytisolo Estela [Esp. 1984]).
«¡Juro que te arrepentirás, Mayra!; a partir de hoy empieza una guerra sin cuartel» (Olivera Enfermera [Méx. 1991]).
c) Cuando se combinan con signos delimitadores dobles, caben dos opciones. Si toda la secuencia escrita entre paréntesis, comillas, etc., es interrogativa o exclamativa, los signos de interrogación y de exclamación se colocan dentro de estos otros signos:
Lo ha convencido (¡al fin!) para que haga deporte.
«¿Qué es este paquete?», preguntaban impacientes los niños.
En cambio, cuando la secuencia interrogativa o exclamativa constituye una unidad mayor que la encerrada entre paréntesis, comillas, etc., los signos de interrogación y exclamación se escriben fuera de estos otros:
¡No quiere vernos más (y no me extraña)!
¿De verdad ha dicho que está «desencantado y destruido»? ¡Qué exagerado!
d) Sobre la concurrencia de los signos de interrogación y exclamación con puntos suspensivos, v. § 3.4.10.3d.
Para la colocación de los signos de cierre de interrogación y exclamación cuando concurren con llamadas de nota, véase la información adicional del apartado 3.4.1.3.
3.4.10 LOS PUNTOS SUSPENSIVOS
Los puntos suspensivos son un signo de puntuación formado por tres puntos consecutivos (…), entre los que no debe dejarse espacio alguno.
Información adicional. En la actualidad, son tres los puntos de que consta este signo, pero no siempre fue así; de hecho, en las ortografías académicas antiguas estaba formado por un número indefinido de puntos, que, además, podían ser simples (……) o dobles (::::::). Su uso se limitaba a indicar supresiones en las citas o a sustituir voces o tramos ilegibles en las transcripciones. Las denominaciones línea de puntos y puntos suspensivos son adoptadas por la Academia en 1841, al tiempo que se amplían las funciones del signo.
Sigue denominándose hoy línea de puntos al elemento tipográfico compuesto de un número indeterminado de puntos seguidos para indicar la supresión de uno o varios párrafos o estrofas:
Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
……………………………………
Verde que te quiero verde.
Grandes estrellas de escarcha,
vienen con el pez de sombra
que abre el camino del alba.
(GaLorca Romancero [Esp. 1924-1927]).
Los puntos suspensivos se escriben siempre pegados a la palabra o el signo que los precede, y separados por un espacio de la palabra o el signo que los sigue; pero, si lo que sigue a los puntos suspensivos es otro signo de puntuación, no se deja espacio entre ambos. Si los puntos suspensivos cierran el enunciado, la palabra siguiente debe escribirse con mayúscula inicial: El caso es que si lloviese… Mejor no pensar en esa posibilidad; en cambio, si no cierran el enunciado y este continúa tras ellos, la palabra que sigue se inicia con minúscula: Estoy pensando que… aceptaré; en esta ocasión debo arriesgarme.
3.4.10.1 Los puntos suspensivos como indicadores de modalidad y omisión Los puntos suspensivos indican siempre que falta algo para completar el discurso, es decir, señalan una suspensión o una omisión. Esa ausencia puede responder al deseo de quien escribe de dejar en suspenso el enunciado —con intención meramente enfática o para expresar ciertos estados de ánimo o actitudes del hablante con respecto a lo que dice—, o bien a la conveniencia o necesidad de omitir una secuencia de texto sin más.
Cuando su uso responde necesidades expresivas de carácter subjetivo, funcionan
como indicadores de modalidad, pues aportan información sobre la actitud o intención del hablante en relación con el contenido del mensaje (v. § 3.1.2). Como ocurre en las construcciones interrogativas y exclamativas, el paralelismo entre oralidad y escritura es inequívoco en este caso, pues lo expresado por los puntos suspensivos en la escritura tiene como correlato oral una entonación suspensiva que indica que el enunciado está inacabado.
Como indicadores de modalidad, los puntos suspensivos tienen los siguientes usos principales:
a) Indican la existencia de una pausa transitoria en el discurso que expresa duda, temor o vacilación: El niño dice que él no ha roto el jarrón…; Te llaman del hospital… Espero que sean buenas noticias; Quería preguntarte… No sé…, bueno…, que si quieres ir conmigo a la fiesta.
b) Dejan el enunciado en suspenso, con el fin de crear expectación: Si yo te contara…
Se usan también cuando se deja el enunciado incompleto y en suspenso por cualquier otro motivo: Fue todo muy violento, estuvo muy desagradable… No quiero seguir hablando de ello.
c) A veces, sin que impliquen omisión, señalan la existencia de pausas que demoran enfáticamente el enunciado: Ser… o no ser… Esa es la cuestión.
d) En los diálogos, señalan silencios significativos de los interlocutores:
«—¿Eso era lo que me tenías que decir?
—No, que la inmundicia serás vos y no la película. Y no me hables más.
—Discúlpame.
—…
—De veras, disculpame. No creí que te iba a ofender tanto» (Puig Beso [Arg.
1976]).
En este uso pueden ir acompañados de signos de interrogación o exclamación.
Se expresa así que uno de los participantes en el diálogo reacciona sin palabras, pero mostrando sus dudas o su extrañeza ante lo dicho por otro.
«—¿Se da cuenta de lo que esto significa?
—¿…?
—Significa que Beersheba es la cuna del monoteísmo» (Tibón Aventuras
[Méx. 1986]).
3.4.10.2 Otros usos de los puntos suspensivos
Junto a los usos expresivos enumerados en el apartado anterior, los puntos suspensivos se emplean para indicar al lector que se omite una palabra o un grupo de palabras, bien porque quien escribe las considera innecesarias para descifrar el mensaje, bien porque resultan ya conocidas para el que lee, que puede recuperarlas fácilmente. Se relacionan a continuación estos usos:
a) Para señalar la interrupción voluntaria de un discurso cuyo final se da por conocido o sobrentendido por el interlocutor: A pesar de que prepararon cuidadosamente la expedición, llevaron materiales de primera y guías muy experimentados… Bueno, ya sabéis cómo acabó la cosa. Es especialmente frecuente este uso cuando se reproduce un refrán o un fragmento literario de sobra conocido: A quien madruga…; así que dense prisa; Y en mitad de la fiesta, se subió a una mesa y comenzó a recitar: «Con diez cañones por banda…».
b) Para evitar repetir la cita completa del título largo de una obra que debe volver a mencionarse: La obra Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos, de Rafael Alberti, está llena de grandes aciertos. Los versos de Yo era un tonto…
contienen algunos de los mejores hallazgos expresivos del autor.
c) Para insinuar, evitando su reproducción, expresiones o palabras malsonantes o inconvenientes: ¡Qué hijo de… está hecho! A veces se colocan tras la letra inicial del término que se insinúa: Vete a la m… No te aguanto más. El mismo procedimiento se utiliza cuando lo que se quiere ocultar es un nombre propio:
«Estaba ennoviado con una moza del Roncal llamada Gabriela S…, una joven de carácter varonil que hacía contrabando» (OArmengol Avinareta [Esp. 1994]).
Tradicionalmente ha desempeñado también esta función el asterisco (v. § 4.6.4).
d) Al final de enumeraciones abiertas o incompletas, con el mismo valor que la palabra etcétera o su abreviatura: Puedes hacer lo que quieras: leer, ver la televisión, oír música… Debe evitarse, por redundante, la aparición conjunta de ambos elementos. Así, no es correcta la puntuación de los ejemplos siguientes:
Puedes hacer lo que quieras: leer; ver la televisión, oír música…, etc.
Puedes hacer lo que quieras: leer, ver la televisión, oír música, etcétera…
e) Entre corchetes […] o, menos frecuentemente, entre paréntesis (…), los puntos suspensivos indican la supresión de una palabra o un fragmento en una cita textual (v. § 3.4.5.2d y 3.4.6.2e): «Fui don Quijote de la Mancha y soy agora […] Alonso Quijano el Bueno» (Cervantes Quijote II [Esp. 1615]). El resultado de la intervención no debe alterar la puntuación original del texto, ya que la cita ha de tener continuidad lógica, gramatical y ortográfica. Por tanto, cuando la marca de supresión coincida con signos de puntuación, se conservarán los necesarios para que el fragmento resultante siga siendo correcto:
«¡Qué extraña familia […]! ¡Qué extraña y qué terrible!» (Gasulla Culminación [Arg. 1975]).
«Cuando ya titilaban las mustias luces del muelle […], David sintió en sus pulsos la zozobra» (CBonald Noche [Esp. 1981]).
«Por mi imaginación no podía pasar un proyecto semejante. Sobre todo tratándose de personas de mi familia. Todo esto intenté reflejar en mi semblante mientras decía:
—[…] Pero como al chico no le dice nada la voz de la sangre…» (FnGómez
Viaje [Esp. 1985]).
No es necesario marcar la supresión de texto al comienzo o al final. No obstante, si se quiere dejar claro que la reproducción de una cita textual no se hace desde el principio mismo del enunciado, es posible escribir puntos suspensivos al inicio de la cita, sin paréntesis ni corchetes, dejando un blanco de separación respecto de la palabra a la que preceden: Al final de la obra, don Quijote pide «…
un confesor que me confiese y un escribano que haga mi testamento». Asimismo, cuando la reproducción de la cita queda incompleta por su parte final, es posible escribir puntos suspensivos, sin paréntesis ni corchetes y sin blanco de separación con respecto al texto que antecede, para indicar que el enunciado continúa más allá de la última palabra reproducida: Al final de la obra, don Quijote pide «… un confesor que me confiese y un escribano que haga mi testamento…», evidenciando la cordura que le asiste en sus últimos momentos.
3.4.10.3 Concurrencia con otros signos
Salvo con el punto, los puntos suspensivos pueden coincidir con cualquier otro signo de puntuación, sea delimitador principal, delimitador de un segundo discurso o indicador de modalidad interrogativa o exclamativa. En los casos en que los puntos suspensivos concurren con otro signo de puntuación, deben seguirse las siguientes pautas:
a) Si los puntos suspensivos finalizan el enunciado, no debe añadirse a ellos el punto de cierre (se escribirán solo tres puntos): Me encanta esta casa. Es hermoso despertarse y ver el sol, los árboles, la luz en las ventanas… Creo que volveré el año que viene (v. también el apartado 3.4.1.3.1).
En cambio, si los puntos suspensivos van detrás de una abreviatura, se suma a ellos el punto que la cierra, de modo que se escribirán cuatro puntos en total (v.
cap. V, § 3.2.5.1): Algunas abreviaturas con tilde son pág., cód., admón. …
b) Tras los puntos suspensivos sí pueden colocarse otros delimitadores principales, como la coma, el punto y coma o los dos puntos, sin dejar entre ambos signos ningún espacio de separación:
Cuando decidas los colores, las telas, el tipo de mobiliario…, ven a verme y te haré el presupuesto.
Mañana traerán la mesa, las sillas, los cuadros…; entonces sí parecerá una casa.
Una cosa no quedó clara…:¿desde cuándo se aplicará esta medida?
Como se aprecia en los ejemplos, la presencia de esos signos responde a los criterios generales de puntuación que se seguirían si no apareciesen los puntos suspensivos: la necesidad de la coma en subordinadas temporales antepuestas, en el primer ejemplo; el uso de punto y coma para separar oraciones sintácticamente independientes, pero vinculadas en su significado, en el segundo; y la presencia de dos puntos tras un elemento anticipados en el tercero.
Por lo tanto, un ejemplo como
Ya sé que me lo prohibiste, pero…, he
avisado…, a papá está mal puntuado (como también lo estaría Ya sé que me lo prohibiste, pero, he avisado, a papa), pues no se escribe coma tras la conjunción
adversativa pero ni para separar el verbo de su complemento directo (la puntuación correcta sería esta: Ya sé que me lo prohibiste, pero… he avisado… a papá). En cambio, no podría suprimirse la coma tras el vocativo en Emilio…, venga usted un momento…, pues sin los puntos suspensivos dicho enunciado debería puntuarse como sigue: Emilio, venga usted un momento.
Los puntos suspensivos siempre anteceden a la coma, los dos puntos y el punto y coma. Es, por tanto, incorrecto escribir:
Emilio,… venga usted un
momento…
c) Cuando se combinan con signos delimitadores dobles, los puntos suspensivos preceden a la raya, el paréntesis o las comillas de cierre cuando lo que se omite o se sobrentiende forma parte del segundo discurso (el enmarcado por dichos signos):
En nuestros días, los desastres naturales —erupciones volcánicas, terremotos, huracanes…— se pueden predecir, pero no evitar.
Está encantado con su nuevo Picasso (yo diría que es falso, pero…).
Ya lo dijo Arquímedes: «Dadme un punto de apoyo…».
En cambio, cuando el segmento elidido corresponde al discurso principal, los puntos suspensivos se escriben fuera de los mencionados signos de cierre: El paisaje chileno ofrece muchos atractivos: mar y montaña (el Pacífico y los Andes recorren el país de norte a sur), lagos y volcanes (como los de la X Región), desiertos (Atacama)…
d) Finalmente, los puntos suspensivos pueden concurrir con los otros dos signos indicadores de modalidad, el interrogativo y el exclamativo, dado que las informaciones que aportan no son incompatibles, sino que pueden sumarse. Los puntos suspensivos se escriben delante de los signos de cierre de interrogación o de exclamación si el enunciado interrogativo o exclamativo está incompleto:
¡Si te dije que…! Es inútil, nunca haces caso a nadie.
Si dicho enunciado está completo, los puntos suspensivos se escriben detrás, sin espacio de separación:
¿Me habrá traído los libros?… Seguro que sí.
Pueden darse casos en que se junten el punto de una abreviatura, los tres puntos suspensivos y el de los signos de cierre de interrogación o de exclamación:
—¿Viste a ese Sr.…?
—Sí, el Sr. González estuvo aquí ayer.
Sobre la colocación de los puntos suspensivos con respecto a las llamadas de nota, véase la información adicional del apartado 3.4.1.3.
4
SIGNOS AUXILIARES
Los signos auxiliares constituyen, como se ha señalado, un inventario abierto de signos de carácter accesorio, que se utilizan en los textos con funciones muy diversas.
Precisamente por la variedad y heterogeneidad de sus componentes y de las funciones que pueden realizar, la pertenencia a este grupo se determina habitualmente por exclusión. Así, se consideran auxiliares aquellos signos que cumplen funciones distintas de las señaladas para los signos diacríticos y para los signos de puntuación.
Las funciones que pueden desempeñar son, en unos casos, de carácter netamente ortográfico, cuando estos signos deben emplearse de forma obligada en la escritura de las palabras en determinadas circunstancias, como sucede, por ejemplo, con el guion o el apóstrofo. En otros casos, estas funciones son de carácter periférico y simbólico, cuando estos signos son meras señales visuales, a veces de carácter icónico, que sirven para transmitir cierta información, como sucede, por ejemplo, con el asterisco o la flecha. También hay signos auxiliares de carácter tipográfico, como los topos, bolos o boliches, figuras geométricas de pequeño tamaño que se emplean a menudo, en lugar de rayas, letras o números, para introducir los elementos de una enumeración en forma de lista y facilitar la identificación visual de los niveles de información del texto. No se consideran, en cambio, signos auxiliares los que se emplean con fines meramente decorativos.
Información adicional. No deben confundirse los signos auxiliares con otro tipo de signos que, como los símbolos y los operadores matemáticos, son representaciones gráficas de conceptos de carácter científico-técnico y se emplean con significados muy precisos en los lenguajes formales de la ciencia (v. cap. V, § 4).
Eso no significa que no pueda emplearse con valor auxiliar cualquier signo, incluso aquellos que pertenecen a lenguajes formales codificados, como se ha hecho en esta obra, siguiendo la práctica del Diccionario panhispánico de dudas (2005), con el signo para señalar las formas o usos incorrectos, basado en el símbolo
que se emplea en matemáticas
como operador del producto directo.
Hay signos cuyo valor auxiliar convencional es general o varía en función de la materia de que se trate, y los hay que se emplean en una obra concreta con un valor particular asignado por su autor, quien debe dejar constancia de ello en algún lugar del texto, normalmente en los preliminares o los apéndices, a fin de facilitar al lector la clave de su interpretación.
Se tratarán aquí únicamente los signos auxiliares de carácter general, es decir, los empleados en la escritura de cualquier texto, haciendo referencia también a los usos más frecuentes de cada uno de ellos restringidos a ámbitos específicos.
Asimismo, sin ánimo de exhaustividad, se tratarán brevemente algunos otros signos que, sin ser de carácter general y habiendo sido inicialmente de empleo técnico muy restringido, han irrumpido en el uso diario por la universalización de las herramientas informáticas y de las tecnologías de la información y la comunicación, como sucede, por ejemplo, con el guion bajo o la barra inversa.
4.1 GUIONES
Se exponen en esta sección los usos de dos tipos de guiones: el guion propiamente dicho (§ 4.1.1) y el denominado guion bajo (§ 4.1.2).
4.1.1 GUION
El guion es un signo ortográfico auxiliar en forma de pequeña línea horizontal (-), que se sitúa a media altura sobre la línea de escritura (a una distancia equivalente a la mitad de la altura de las letras minúsculas que, como la o, no presentan trazos ascendentes ni descendentes). Aunque su forma es parecida a la de la raya (—), su longitud es cuatro veces menor. No debe confundirse tampoco con el signo menos (−), dos veces más largo, que se utiliza en matemáticas como operador de sustracción y en la escritura de los números negativos.
El guion tiene en nuestro sistema de escritura dos usos principales: como signo de división de palabras a final de línea y como signo de unión entre palabras u otros elementos gráficos independientes. En ambos casos, subyace, en realidad, una misma función, pues el guion señala, en definitiva, una estrecha vinculación entre los elementos por él relacionados, ya se trate de partes de una misma palabra, ya de palabras u otros signos que se unen con diferentes propósitos.
4.1.1.1 Como signo de división de palabras a final de línea
Tanto en la escritura a mano como en la escritura mecánica o tipográfica, se emplea el guion para dividir aquellas palabras situadas al final de una línea que, por falta de espacio, deben escribirse en parte en la línea siguiente. El guion señala así que el último elemento del renglón es un fragmento de palabra y que, para completarla, ese fragmento debe unirse al que inicia el renglón siguiente.
Información adicional. Tanto en los manuscritos medievales como en los primeros textos impresos no se solía marcar de ningún modo la división de una palabra en dos renglones cuando el espacio del primero no era suficiente para acogerla. Esa división no suponía, en general, ningún problema para la lectura, salvo cuando alguno de los fragmentos de la palabra dividida existía también como palabra independiente. Por esa razón, comenzaron a usarse solo en esos casos signos diversos para señalar que la última palabra de la línea quedaba truncada. Finalmente, el signo de división acabó por aplicarse de forma sistemática cada vez que se dividía una palabra a final de línea. Los signos más comunes utilizados para ello fueron la barra (/), la doble barra (//), más inclinada hacia la derecha que en su trazo actual y signo de cesura habitual en la escritura humanística, y el guion (-), que acabó imponiéndose al resto y es el que empleamos hoy.
El guion se coloca inmediatamente después de la última letra del fragmento que queda a final de línea:
En uno de los rincones del jardín, crecía un inmenso magnolio, en mi recuerdo repleto siempre de flores, a cuya sombra jugábamos los niños.
Se ofrecen a continuación las pautas que deben seguirse para dividir adecuadamente las palabras con guion de final de línea.
4.1.1.1.1 Pautas para la división de palabras a final de línea
La división de palabras mediante un guion cuando no caben completas en la misma línea se guía por el principio básico de respetar las fronteras silábicas de la palabra. No obstante, además del silábico, operan excepcionalmente otros criterios, de índole morfológica y también puramente gráfica, que habrán de tenerse en cuenta en los casos en que sea oportuno.
4.1.1.1.1.1 División silábica
Como se ha apuntado, el criterio que preside la división de palabras a final de línea toma la sílaba como unidad de referencia, de manera que, como norma general, no debe colocarse el guion entre letras pertenecientes a una misma sílaba. La integridad de la sílaba gráfica a la hora de dividir las palabras con guion de final de línea tiene como objetivo que la lectura de los fragmentos en que queda dividida la palabra sea lo más natural posible y no resulte forzada.
Para dividir adecuadamente las palabras conforme al criterio silábico deben aplicarse las siguientes normas:
a) El guion no debe separar letras de una misma sílaba, sino que debe colocarse en alguna de las fronteras silábicas de la palabra. Así, si las sílabas de teléfono son te, le, fo y no, esta palabra se puede dividir a final de línea de tres formas: te-/léfono, telé-/fono y teléfo-/no. Excepcionalmente, en las voces prefijadas o compuestas, puede realizarse una división morfológica, que no respete las fronteras silábicas (v. § 4.1.1.1.2).
Naturalmente, para poder aplicar con corrección la norma anterior es imprescindible saber cómo se separan las palabras españolas en sílabas, especialmente en lo que se refiere a las secuencias de consonantes, dado que, como se verá a continuación (v. § b), las secuencias de vocales no se dividen nunca con guion de final de línea, ni siquiera cuando las vocales pertenecen a sílabas distintas.
En español, donde todas las sílabas deben contener al menos una vocal, la
división silábica de las palabras plantea pocas dificultades, debido a que la estructura silábica más común es la formada por una consonante seguida de una vocal: pi.co, sí.la.ba, re.co.gi.do. No obstante, puesto que existen estructuras silábicas más complejas, y a fin de garantizar la correcta división de las palabras a final de línea por parte tanto de hablantes nativos como de quienes usan el español como lengua extranjera, se resumen a continuación las pautas que rigen la división silábica en español:
En español toda sílaba debe contener al menos una vocal, que constituye su núcleo. Por lo tanto, toda consonante o secuencia de consonantes situada a principio de palabra forma sílaba con la vocal siguiente: l o.te, gr a.so, pl ie.go; y toda consonante o secuencia de consonantes situada a final de palabra se agrupa con la vocal anterior: a.zu l, com.po st, ré.co rds.
Una consonante entre dos vocales forma sílaba con la vocal posterior: e. r a, pi. s o.
Cuando son dos las consonantes en situación intervocálica, siempre que no constituyan un dígrafo (v. § d), se dan dos casos, según las consonantes de que se trate:
Los grupos pr, br, tr, dr, cr, kr, gr, fr, así como pl, bl, cl, kl, gl, fl, son inseparables y forman sílaba con la vocal (o la secuencia vocálica) siguiente: a. pr e.tar, ti. pl e, ce. br a, ha. bl ó, o. cr e, ci. cl o, a.le. gr ó, re. gl a, la. dr ón, co. fr e.
No obstante, hay casos excepcionales en los que puede existir una frontera silábica entre las consonantes de los grupos citados. Así, en casos de prefijación y composición, si se antepone a una palabra que comienza por l o r un prefijo productivo, como sub- y post- (más raramente, ab- o ad-), o una palabra terminada en alguna de las consonantes que inician los grupos antes citados, la l o la r no se agrupan normalmente con la consonante precedente, sino que forman sílaba con la vocal siguiente: subrayar
[sub.rra.yár],
sublunar
[sub.lu.nár],
postromántico
[post.rro.mán.ti.ko],
ciudadrealeño
(‘de
Ciudad
Real
[Esp.]’)
[siu.dad.rre.a.lé.ño,
ziu.dad.rre.a.lé.ño]
(más
raramente:
abrogar
[ab.rro.gár], adrenal [ad.rre.nál]). En estos casos, como se ve, suele haber una frontera silábica entre el prefijo y la base, o entre los dos términos del compuesto, de modo que puede situarse ahí el guion de final de línea: sub-
/rayar, sub- /lunar, post- /romántico, ciudad- /realeño.
Por otra parte, la secuencia tl, que en casi toda España y en algunos países americanos se pronuncia en sílabas distintas, en gran parte de América —especialmente en México y zonas de influencia náhuatl, lengua en la que esta secuencia gráfica representa un único fonema—, en Canarias y en algunas áreas españolas peninsulares, forma un grupo inseparable y se pronuncia dentro de la misma sílaba. Por lo tanto, las palabras que contienen esta secuencia se separan en sílabas de dos formas, según las zonas: a. tl e.ta o a t.l e.ta. Consecuentemente, el guion de final de línea podrá separar o no estas consonantes según se pronuncien en sílabas distintas o dentro de la misma sílaba: at- /leta o atle- /ta.
El resto de secuencias de dos consonantes forman siempre parte de sílabas distintas: a c.t o, re c.c ión, bla n.c o, hi p.n o.sis, pe r.d ón, pe s.c a.
Si son tres las consonantes que aparecen en posición intervocálica, las dos primeras se pronuncian en una misma sílaba unidas a la vocal anterior, mientras que la tercera forma parte de la sílaba siguiente: i ns.t ar, pe rs.p i.caz, i st.m o. Naturalmente, si las dos últimas consonantes forman uno de los grupos inseparables anteriormente citados ( pr, br, tr, bl, gl, etc.), la separación silábica se realiza teniendo en cuenta esa circunstancia: e s.pl en.dor, su b.cl a.se, co m.pr a.
Si son cuatro las consonantes que aparecen entre vocales, las dos primeras constituyen el final de una sílaba, y las otras dos forman parte de la sílaba siguiente: co ns.tr u.yen, a bs.tr ac.to.
En español es muy raro que se articulen en posición final de sílaba en interior de palabra más de dos consonantes, circunstancia que solo se da en algunas palabras procedentes de otras lenguas, como tungsteno y angstrom (en esta última son cinco las consonantes que aparecen entre vocales). En estos casos, la frontera entre las dos sílabas se sitúa siempre detrás de la s: tungs.te.no, angs.trom. Solo en casos excepcionales como estos una secuencia de cuatro o más consonantes se dividiría agrupando las tres primeras en una sílaba y el resto con la sílaba siguiente.
b) Las secuencias de dos o más vocales no deben separarse nunca con guion de final de línea, con independencia de que se pronuncien o no dentro de la misma sílaba: suer- /te, y no su- /erte; paí- /ses, y no pa- /íses; subi- /ríais, y no subirí-
/ais; zoó- /logo, y no
zo- /ólogo. De ahí que palabras como oíais o leíais no puedan dividirse de ninguna manera a final de línea, aunque cada una de ellas conste de tres sílabas ([o.í.ais], [le.í.ais]). Pueden encontrarse excepciones a esta regla en las palabras prefijadas o compuestas donde sea posible realizar una división de tipo morfológico (v. § 4.1.1.1.2).
c) Cuando la primera sílaba de una palabra está constituida únicamente por una vocal, no debe colocarse tras ella el guion de final línea, para evitar que quede aislada al final del renglón: abo- / lengo, y no a- / bolengo; ile- / gible, y no i- / legible.
Esta división sí puede realizarse si la vocal va precedida de una h: hi- / dratante.
d) Los dígrafos ch, ll y rr son unidades gráficas inseparables por representar, cada uno de ellos, un solo fonema; de ahí que no puedan dividirse con guion de final de línea: ga- / llo, aba- / rroten, sanco- / cho.
La única excepción se da en las palabras formadas por un elemento compositivo terminado en -r ( ciber-, hiper-, inter-, super-) antepuesto a una palabra que empieza por r-, ya que en estos casos debe aplicarse la división morfológica (v. § 4.1.1.1.2) para facilitar la identificación del término y su lectura: ciber- / romance, hiper- / realista, inter- / relación, super- / ratón, y no cibe- /
rromance, hipe- / rrealista, inte- / rrelación, supe- / rratón. Sin embargo, en aquellas palabras que contienen el dígrafo rr como resultado de añadir un prefijo, un elemento compositivo o una palabra terminados en vocal a una palabra que comienza por r- ( antirrobo, autorregulable, bajorrelieve, oleorresina, vicerrector, etc.), el dígrafo sigue siendo indivisible y debe mantenerse a comienzo de renglón, aunque como palabra independiente el segundo elemento se escriba con una sola erre: anti- / rrobo, auto- / rregulable, bajo- / rrelieve, oleo- / rresina, vice- /
rrector, y no anti- / robo, auto- / regulable, bajo- / relieve, oleo- / resina, vice- / rector.
e) Al dividir palabras a final de línea, la letra x ante vocal se considera siempre inicio de sílaba, aunque oralmente represente dos fonemas (/k + s/) que se reparten en sílabas distintas: anexionar [a.nek.sión], boxeo [bok.sé.o]. Por eso, el guion de final de línea debe colocarse siempre en esos casos delante de la x: ane- / xionar, bo- / xeo. En cambio, cuando la x va seguida de consonante siempre cierra sílaba y el guion de final de línea se coloca detrás: inex- / perto, mix- / to, tex- / til, ex- /
seminarista.
f) Las palabras que contienen una h muda intercalada se dividen a final de línea aplicándoles las reglas aquí expuestas, como si dicha letra no existiese. Así, al colocar el guion no deben separarse letras de una misma sílaba (v. § a): adhe- /
sivo (no ad- / hesivo), inhi- / birse (no in- / hibirse), trashu- / mancia (no tras- / humancia); tampoco secuencias vocálicas, pertenezcan o no a la misma sílaba (v. § b): al- / cohol (no alco- / hol), cohi- / bir (no co- / hibir), prohí- /
ben (no
pro- /híben), vihue- / la (no
vi- / huela); pero sí podrán separarse
cuando se trate de palabras prefijadas o compuestas en las que sea posible aplicar la división morfológica (v. § 4.1.1.1.2): in- / humano, des- / hidratado, co- /
habitación, mal- / herido, rompe- / hielos; sin embargo, no podrán dividirse las palabras dejando a final de línea una vocal aislada (v. § c): ahi- / lar (no a- /
hilar), ahor- / quillar (y no a- /horquillar).
Existe una restricción en la aplicación de las reglas al dividir palabras con h intercalada: la partición no podrá dar como resultado la presencia de combinaciones gráficas anómalas a comienzo de renglón; son, pues, inadmisibles divisiones como desi- / nhibición, de- / shumanizar, clo- / rhidrato, ma- /
hleriano, pues, aunque se atienen a la regla de dividir las palabras por alguna de sus sílabas, dejan a principio de línea los grupos consonánticos nh, sh, rh, hl, ajenos al español. De ahí que en los casos especiales de palabras, todas ellas derivadas de extranjerismos, en las que la h intercalada precede a una consonante, el guion de final de línea deba colocarse detrás de la h, con el fin de evitar grupos consonánticos extraños a comienzo de línea: brah- / manismo, óh- / mico.
En cambio, a la hora de dividir con guion de final de línea las palabras, igualmente procedentes de otras lenguas, en las que la h intercalada representa un sonido aspirado en español, este grafema ha de considerarse como cualquier otra consonante: dír- / ham, Mo- / hamed.
4.1.1.1.1.2 División morfológica
Las palabras compuestas y prefijadas admiten, además de la división silábica conforme a las pautas arriba expuestas (v. § 4.1.1.1.1a y b: bie- / nestar, de- / s activar, inte- / racción, extremaun- / ción, hispa- / noamericano, infraes- / tructura mul- /
tiusos, reins- / talar, rompeo- / las), una división morfológica, en la que el guion de final de línea se inserta en la frontera entre sus componentes, ignorando las fronteras
silábicas: bien- / estar, des- / activar, inter- / acción; extrema- / unción, hispano- /
americano, infra- / estructura, multi- / usos, re- / instalar, rompe- / olas.
En las palabras compuestas formadas a partir de dos palabras, este tipo de división solo es posible si los elementos separados mediante el guion tienen existencia independiente hoy; así, compuestos como boquiabierto o puntiagudo no pueden dividirse boqui- / abierto y punti- / agudo, porque «boqui» o «punti» no existen como palabras independientes.
Tampoco en una palabra prefijada es posible la división morfológica no silábica si la base a la que aparece unido el prefijo no es una palabra existente como tal en español, por lo que serían incorrectas divisiones como in- / erme (‘indefenso o sin armas’) o des- / afío (‘reto’), puesto que ni «erme» ni «afío» son unidades léxicas independientes en español. Igualmente, es necesario que el prefijo sea productivo en la actualidad para que los hablantes lo identifiquen como tal; así, deben evitarse divisiones como arz- / obispo, pen- / ínsula o arc- / ángel, ya que arz-, pen- y arc- no son hoy prefijos productivos.
Por otra parte, en aquellas palabras compuestas o prefijadas en las que ha tenido lugar la simplificación o eliminación del fonema con el que termina el primer elemento o de aquel con el que empieza el segundo, dando lugar a una forma contracta, como se ve en drogadicto (de droga + adicto), claroscuro (de claro +
oscuro), paraguas (de para + aguas), eurasiático (de euro- + asiático), seminternado (de semi- + internado), restructurar (de re- + estructurar) o subranquial (de sub- + branquial), la única división posible es la que respeta las fronteras silábicas: droga- / dicto, claros- / curo, para- / guas, eura- / siático, semin- /
ternado, res- / tructurar, su- / branquial.
La mayoría de las palabras prefijadas y compuestas pueden dividirse a final de línea aplicándoles tanto las reglas de división silábica (v. § 4.1.1.1.1) como el criterio de división morfológica. Sin embargo, en la división a final de línea de algunas palabras concretas solo es posible la aplicación del criterio morfológico. Así, las voces formadas por un elemento compositivo terminado en -r antepuesto a una palabra que empieza por r-, como hiperrealista o interrelacionado, deben dividirse siempre respetando el elemento compositivo (v. § 4.1.1.1.1d): hiper- / realista, inter- /
relacionado. Tampoco es posible otra división que no sea la morfológica en el caso de las palabras formadas anteponiendo un prefijo o elemento compositivo a una palabra que empieza por un grupo consonántico ajeno a los patrones silábicos del español, del tipo gn-, mn-, ps-, pt-, etc., como en parapsicología o preptolemaico, cuya división a
final de línea no debe afectar a estos grupos: neo- / gnóstico, para- / psicología, pre- /
ptolemaico. No obstante, para este último conjunto de palabras, ha de tenerse en cuenta la posibilidad de utilizar las formas simplificadas correspondientes, cuya división a final de línea no plantea problemas (v. § cap. I, § 6.5.2.2.1): neo- / nóstico, para- / sicología, pre- / tolemaico.
4.1.1.1.2 Casos especiales
A continuación se ofrecen pautas para dividir a final de línea algunos tipos de palabras o expresiones que presentan características particulares no contempladas por las normas recogidas en los epígrafes anteriores.
a) Es preferible no dividir con guion de final de línea las palabras procedentes de otras lenguas cuyas grafías no han sido adaptadas al español, a no ser que se conozcan las reglas propias de los idiomas respectivos.
b) Los derivados de nombres propios extranjeros, como palabras españolas que son (v. cap. VII, § 5), se dividirán conforme a las mismas normas que rigen para las demás palabras de nuestro léxico: trots- / kista, faulk- / neriano. No obstante, siempre que sea posible, se procurará insertar el guion en el segmento de la palabra que presente menos desajustes con la ortografía española: washingto- /
niano, beethove- / niano.
c) Las abreviaturas, sin estructura silábica en la mayor parte de los casos, no deben dividirse con guion de final de línea, ya que su exiguo cuerpo gráfico puede dar lugar a fragmentos que dificulten su reconocimiento: ap- / do., at- / te., te- /
léf.
d) Las siglas escritas enteramente en mayúsculas, con independencia de cuál sea el método utilizado para su lectura, no deben dividirse con guion de final de línea: UR- / JC; IR- / PF; C- /SIC; NA- / SA. Únicamente los acrónimos que se han incorporado al léxico general —ya sea como nombres propios, escritos con mayúscula inicial, o como nombres comunes— admiten su división con guion de final de línea por tratarse de palabras a todos los efectos: Ba- / nesto, Unes- / co, ov- / ni, afo- / re.
e) Cuando al dividir un compuesto o cualquier otra expresión formada por varias
palabras unidas con guion (v. § 4.1.1.2) este signo coincida con el final de línea, deberá escribirse otro guion al comienzo del renglón siguiente: léxico- / -
semántico, crédito- / -vivienda, calidad- / -precio. Con ello se evita que quien lee pueda considerar que la palabra o expresión dividida se escribe sin guion.
Advertencia. En caso de tener que dividir con guion de final de línea una unidad léxica que ya contenga un guion, es preferible realizar la división en ese punto, ya que la lectura resulta más clara que si aparecen próximos dos guiones al final de un renglón: Han presentado un recurso contencioso- / -administrativo, mejor que contencioso-admi- / nistrativo.
La repetición del guion a comienzo de línea es innecesaria en el caso de los antropónimos y topónimos compuestos, ya que la mayúscula inicial del segundo componente indica de forma suficiente que el guion no es meramente indicativo de final de línea: Ruiz- / Giménez no podría interpretarse más que como la partición de Ruiz-Giménez, y nunca de RuizGiménez, pues, como se indica en el capítulo IV, § 4.3.1 y 5.2, la mayúscula intercalada no se usa en español más allá de siglas y nombres comerciales.
f) Si es necesario dividir una expresión escrita con apóstrofo, ya se trate de una forma incluida en la edición de un texto antiguo o de las que reflejan rasgos propios de la lengua oral (v. § 4.5), dicho signo no debe coincidir nunca con el final de línea: d’- / aquella, s’- / asustao.
g) Es preferible no dividir a final de línea expresiones formadas por dos elementos relacionados con una barra:
En el caso de que sea necesario dividir una dirección electrónica, deberá hacerse coincidir la partición con una barra separadora, dejando esta en la primera línea y sin insertar ningún guion, ya que este elemento podría considerarse parte integrante de la dirección:
h) Las expresiones numéricas, se escriban con números romanos o arábigos, no deben dividirse nunca a final de línea para no dificultar su percepción: Luis XV-
/ III, 325- / 000 $. Para evitar su aparición en dos líneas, en los números que presentan grupos de dígitos separados por espacios, puede utilizarse la opción que ofrecen los modernos procesadores de textos de insertar espacios de no separación.
4.1.1.1.3 Recomendaciones ortotipográficas
Los editores, tipógrafos y correctores recomiendan evitar las siguientes prácticas en la división de palabras a final de línea, ya que, aun no siendo ortográficamente incorrectas, pueden dificultar la legibilidad del texto y revelan cierto descuido en su composición:
a) Es conveniente evitar las particiones que generen fragmentos coincidentes con voces malsonantes: tentá- / culo, pedo- / filia, dis- / putas; o puedan dar lugar a malentendidos: El Gobier- / no niega la subida de impuestos. A Poto- / sí no llegaremos antes de que anochezca.
b) Se recomienda no dividir palabras de solo cuatro letras: ga- / to, es- / tá.
c) Es preferible evitar que, al dividir una palabra, queden al final o al principio del renglón dos sílabas iguales seguidas: El presidente del Consejo afirmó que que- /
rían presentar la moción.
d) Después de punto y seguido se procurará no dejar a final de línea una sílaba de tres letras o menos: Aún se detectan malos hábitos de alimentación. Con- / sumimos más carne que pescado; mejor: Consu- / mimos…
e) La última línea de un párrafo no deberá tener menos de cinco caracteres, sin contar el signo de puntuación de cierre que corresponda.
f) En un mismo párrafo, debe evitarse que terminen con un guion de separación de
palabras más de tres líneas consecutivas.
Además, de manera general, se evita dividir las palabras a final de línea en textos muy breves, especialmente en aquellos de carácter informativo que exigen una rápida descodificación. Así, no se utiliza la división de palabras a final de línea en los siguientes casos:
En elementos de titulación, sea cual sea su disposición en el texto.
En subtítulos y rotulación tanto televisiva como cinematográfica.
En cartelería y señalización viaria y de tráfico.
4.1.1.2 Como signo de unión entre palabras u otros elementos
En español, la escritura prototípica de las palabras compuestas es univerbal ( agridulce, sordomudo, aguanieve, enhorabuena, correveidile), aunque existen al mismo tiempo unidades léxicas pluriverbales constituidas por varias palabras gráficamente independientes ( año luz, llave inglesa, hombre rana, perro guía, ciencia ficción, etc.), de las que se trata más ampliamente en el capítulo v, § 2.1.
Gracias a la naturaleza en cierto modo dual del guion, que une a la vez que separa, existe además la posibilidad de utilizar este signo para formar determinado tipo de compuestos, en los que se unen dos palabras entre las que se establece un estrecho vínculo semántico, a la vez que conservan cierta independencia referencial.
La autonomía relativa que manifiestan los términos unidos con guion se evidencia en que deben conservar la acentuación gráfica que les corresponde como palabras independientes (v. cap. II, § 3.4.5.2). Esta independencia se muestra asimismo en la aplicación de la mayúscula, ya que, de ser necesario su uso, afecta tanto al primer elemento como al segundo: Asociación de Amistad Hispano-Árabe; Congreso de Estudios Lingüístico- Editoriales Hispánicos; Sala de lo Contencioso-Administrativo.
Esta autonomía desaparece cuando el primer término adopta una forma modificada y pasa a comportarse como un elemento compositivo átono, asimilable a un prefijo, caso en el que desaparece el guion y este elemento pasa a soldarse gráficamente al segundo término: afroamericano, paternofilial.
Se exponen a continuación los diferentes casos en los que el guion se emplea en español para unir palabras.
4.1.1.2.1 Para unir nombres propios
4.1.1.2.1.1 Nombres de pila
Los nombres de pila compuestos se escriben sin guion: Juan Luis, Ana Belén. No obstante, puede emplearse el guion para unir sus componentes si se desea evitar que el segundo pueda ser indebidamente interpretado como apellido: Juan-Diego Vega (donde Vega es el primer apellido), frente a Juan Diego Vega (donde Diego es el primer apellido).
Para más información acerca de la escritura de los nombres de pila, v. cap. VII, §
2.1.1.1.
4.1.1.2.1.2 Apellidos
Se unen con guion los elementos integrantes de un apellido compuesto formado a partir de dos apellidos simples: Ana Sánchez-Cano (nombre y apellido) frente a Pedro Sánchez Cano (nombre y dos apellidos). El guion no debe utilizarse, en cambio, en apellidos pluriverbales cuyos elementos no gocen de independencia, del tipo de San Pedro, San Juan, De Arias, etc., que frecuentemente presentan variantes escritas en una sola palabra: Sampedro, Sanjuán, Darias.
Para más información acerca de la escritura de los apellidos, v. cap. VII, § 2.1.3.1.
4.1.1.2.1.3 Topónimos pluriverbales
La escritura habitual de los topónimos pluriverbales en español mantiene la independencia gráfica de sus componentes: San Sebastián, Baja California, Buenos Aires. Conviene señalar, no obstante, que muchos topónimos originariamente pluriverbales, dada la pronunciación átona del primer elemento, han terminado por convertirse en compuestos univerbales: Montenegro, Torreperogil, Torrevieja, Fuentevaqueros…
Fuera de nombres oficiales ya fijados, el uso del guion en la acuñación de nuevos topónimos solo se justifica en aquellos casos en los que exprese unión o relación de las formas que los componen:
a) En la fusión de entidades independientes, ya den lugar a una entidad del mismo nivel o de nivel superior, el guion se utiliza para unir las denominaciones preexistentes: Gúdar-Javalambre (comarca española formada por la sierra de Gúdar y la sierra de Javalambre), Rivas-Vaciamadrid (fusión de dos municipios desaparecidos: Rivas (o Ribas) del Jarama y Vaciamadrid).
b) En casos de cooficialidad de varias lenguas en un mismo territorio, se usa el guion para separar, en las menciones conjuntas, las denominaciones correspondientes a cada una de ellas: Donostia-San Sebastián.
Para más información acerca de la escritura de los topónimos, v. cap. VII, § 3.1.
4.1.1.2.2 Para unir dos o más adjetivos
El guion se emplea en español para unir adjetivos relacionales cuando se desea aplicarlos conjuntamente a un mismo sustantivo o grupo nominal, sin que medie entre ellos nexo alguno. Puesto que el español rechaza la mera yuxtaposición de estos adjetivos (* curso teórico práctico, *literatura infantil juvenil, *conflicto árabe israelí), es necesario recurrir al guion: curso teórico-práctico, literatura infantil-juvenil, conflicto árabe-israelí (salvo que se sustituyan estas expresiones por otras de sentido equivalente: curso teórico y práctico, literatura infantil y juvenil, conficto entre árabes e israelíes).
Información adicional. Frente a los adjetivos calificativos, que son los que denotan cualidades, propiedades o estados de las entidades a las que modifican ( valiente, grande, suave, nervioso, caliente, etc.), los llamados adjetivos relacionales son los que denotan el ámbito al que pertenece o con el que está relacionada la entidad a la que afectan: aristocrático, parlamentario, policial, químico, etc. Entre los relacionales se incluyen los llamados adjetivos gentilicios, que son los que denotan nacionalidad u origen geográfico, como africano, español, portugués, etc.
No obstante, cabe señalar también que muchos adjetivos cuentan con formas modificadas terminadas en -o que les permiten generar compuestos univerbales, al convertir los adjetivos en elementos compositivos que pueden unirse gráficamente al segundo término. Estas formas compositivas se crean normalmente sustituyendo por una o la terminación del adjetivo, como en arabo- (por árabe), buco- (por bucal),
espacio- (por espacial), infanto- (por infantil), israelo- (por israelí), maxilo- (por maxilar), paterno- (por paternal), sado- (por sádico), socio- (por social), etc.; por acortamiento de la forma plena cuando esta se ha formado a partir de dos raíces grecolatinas, como morfo- (por morfológico), psico- (por psicológico), etc.; o bien añadiendo una o a la forma plena del adjetivo, como en alemano- (por alemán), catalano- (por catalán), musulmano- (por musulmán), etc. A veces, en el caso de los gentilicios, las formas terminadas en -o no son fruto de una modificación del adjetivo usado hoy, sino que se han creado sobre la forma derivada del adjetivo latino correspondiente, como en anglo- (por inglés), afro- (por africano), hispano- (por español), italo- (por italiano), luso- (por portugués), etc. La mayoría de estas se han usado o se usan también como adjetivos independientes, como anglo, hispano, ítalo o luso, normalmente como variantes estilísticas cultas o en acepciones históricas.
Alguno de estos adjetivos derivados directamente del gentilicio latino, aun sin terminar en la -o características, se usan también para formar compuestos univerbales, como es el caso de astur- (por asturiano).
Teniendo en cuenta lo dicho, en muchos casos será posible optar por emplear las formas autónomas de los adjetivos unidas con guion ( árabe-israelí, bucal-dental, infantil-juvenil, maxilar-facial, paternal-filial, sádico-masoquista, social-cultural, etc.) o utilizar para el primer adjetivo la forma en -o que permite prescindir de este signo y escribir un compuesto univerbal ( araboisraelí, bucodental, infantojuvenil, maxilofacial, paternofilial, sadomasoquista, sociocultural, etc.). Cuando la forma plena del adjetivo termina en -o, es esa misma forma la que puede emplearse para formar compuestos univerbales, con la única diferencia de que, como elemento compositivo, la forma del adjetivo, si lleva acento gráfico en su uso autónomo y en los compuestos con guion, lo pierde en los compuestos univerbales; así, es posible escribir, por ejemplo, [ análisis] léxico-semántico o lexicosemántico, [ diálogo] rusocanadiense o [ escritor] rusocanadiense.
En muchos casos, la elección de una de las dos opciones es libre, teniendo en cuenta que, cuando existen formas modificadas en -o, suele preferirse el uso de estas en compuestos univerbales a la escritura de las formas autónomas unidas con guion ( bucodental, maxilofacial, sadomasoquista, etc., más frecuente que bucal-dental, maxilar-facial, sádico-masoquista, etc.), mientras que si la variante compositiva en -o coincide con la forma plena del adjetivo, suele preferirse el uso del guion ( físico-químico, léxico-semántico, etc., más frecuentes que lexicosemántico, fisicoquímico, etc.). En otros casos, como ocurre cuando se unen adjetivos gentilicios, la presencia o ausencia del guion entre ambos componentes no es libre, sino que viene condicionada por factores que se explican en el siguiente apartado. Se ofrecen a continuación las pautas para el uso del guion según la clase de los adjetivos implicados.
4.1.1.2.2.1 Gentilicios
Los adjetivos gentilicios se unen con guion cuando se mantiene la denotación independiente de cada uno de ellos. En ese caso, la expresión resultante no es una nueva unidad léxica en la que se funden los significados de sus componentes, sino que el guion actúa como indicador de un vínculo o relación entre entidades geográficas diversas: [ relaciones] palestino-israelíes, [ guerra] franco-prusiana,
[ cumbre] luso-española, [ película] ítalo-franco-alemana. Aquí, cada uno de los adjetivos conserva, como se ha indicado, la acentuación gráfica que le corresponde como palabra autónoma, pero solo el último presenta concordancia de género y número, quedando el primero invariable en masculino singular: [ película] ítalo-francesa, [ guerras] árabe-israelíes.
En cambio, cuando su unión da lugar a un verdadero compuesto, esto es, a una nueva unidad léxica cuyo significado funde en una denotación única las nociones que expresa cada miembro por separado, estos deben escribirse soldados, sin guion intermedio, utilizando para ello las formas habilitadas para crear compuestos univerbales: [ lucha] grecorromana, [ director] francoiraní, [ lengua] asturleonesa. En ese caso, el primer elemento pierde su acento prósodico léxico o primario y consecuentemente también su acento gráfico, en caso de llevarlo en su uso autónomo o en el compuesto con guion ( araboislámico, y no áraboislámico; italoamericano, y no ítaloamericano, etc.): «Monique, mestiza italocamboyana a la que descubrió en un concurso de belleza, era su última esposa» (Leguineche Camino [Esp. 1995]).
Cuando ambos gentilicios conservan sus formas plenas no modificadas, tanto si se unen con guion como si se escriben en una sola palabra, existe una marcada tendencia a colocar en primer lugar el que termine en -o, de manera que resulta más normal y, por ello, preferible escribir palestino-israelí o castellano-leonés que israelí-palestino o leonés-castellano. En caso de que ambos gentilicios terminen en -o, lo más habitual es reservar la primera posición para el más breve: luso-germano, turcoitaliano, rusopolaco.
4.1.1.2.2.2 No gentilicios
Como se ha visto en muchos de los ejemplos ya citados, el guion puede utilizarse también para unir adjetivos relacionales no gentilicios, cuando estos se aplican conjuntamente a un mismo sustantivo y no se desea utilizar entre ellos un nexo coordinativo:
[ literatura]
infantil-juvenil,
[ análisis]
lingüístico-literario,
[ personalidad] sádico-masoquista, [ lección] teórico-práctica, [ tratamientos]
médico-quirúrgicos (en lugar de [ literatura] infantil y juvenil, [ análisis] lingüístico y literario, etc.). Los ejemplos muestran que, en estos casos, al igual que sucede con los gentilicios, el primer adjetivo mantiene su acentuación gráfica y permanece invariable en masculino singular, mientras que el segundo concuerda en género y número con el sustantivo al que se refiere.
En cambio, los adjetivos se unirán sin guion si todos, salvo el último, adoptan las variantes modificadas terminadas en -o que les permiten generar compuestos univerbales
(v.
§
4.1.1.2.2):
[ literatura]
infantojuvenil,
[ personalidad]
sadomasoquista, [ tratamiento] bucodental, [ análisis] morfosintáctico, [ rasgos]
(p)sicoso cioculturales, etc.
En estos casos, las formas antepuestas son ya elementos compositivos átonos que, consecuentemente, se escriben siempre sin tilde ( sado- y no sádo-, por sádico).
En los casos en que la forma plena del adjetivo antepuesto termina en -o, puede optarse por escribirlo unido con guion al segundo adjetivo (siempre que el primero no supere en sílabas al segundo), o por fundir ambos gráficamente, prescindiendo del guion, con la consiguiente pérdida del acento gráfico del primer adjetivo (si lo tuviere): léxico-semántico, físico-químico o lexicosemántico, fisicoquímico. Ya se ha dicho que suele ser más frecuente, en general, la primera opción, que es además la única usada cuando el primer adjetivo es largo (cuatro sílabas o más) o supera en número de sílabas al segundo: lingüístico-literario, semántico-léxico (no lingüisticoliterario ni semanticoléxico).
En el siguiente ejemplo se aprecian conjuntamente dos de los casos citados de escritura univerbal, uno de ellos fruto de la fusión de dos adjetivos ( fisicoquímico) y el otro de tres ( psicosociocultural):
«El ambiente fisicoquímico, biológico y psicosociocultural (todo lo que el hombre realiza como ser social) cambia constantemente» (Vattuone Biología I
[Arg. 1992]).
4.1.1.2.3 Para unir dos o más sustantivos
El guion puede utilizarse también para unir sustantivos, con dos fines principales: para mostrar su vinculación semántica en la formación de unidades léxicas complejas o para expresar sintéticamente las relaciones que establecen entre sí las entidades designadas por los sustantivos.
4.1.1.2.3.1 Formando unidades léxicas complejas
Como se explica con más detalle en el capítulo V (§ 1 y 2.1), existen en la lengua expresiones integradas por varias palabras gráficamente independientes que, sin embargo, constituyen unidades desde el punto de vista léxico, es decir, han alcanzado un alto grado de cohesión, fijeza y estabilidad formales, y su significado es también unitario.
Uno de los casos prototípicos de este tipo de unidades léxicas pluriverbales es el constituido por la yuxtaposición de dos sustantivos ( hombre rana, pájaro mosca, sofá cama, etc.), en las que el segundo actúa como modificador del primero, al que asigna alguna de sus propiedades o rasgos; así, un hombre rana es un submarinista cuyas aletas recuerdan a la parte final de las extremidades de una rana, un pájaro mosca es un tipo de pájaro tan pequeño como una mosca, un sofá cama es un tipo de sofá que puede transformarse en cama, etc. Se trata de secuencias cuyo orden es inalterable, en las que los rasgos de género y número se manifiestan en el primer término, que constituye el núcleo, mientras que el segundo suele permanecer invariable: hombres rana, pájaros mosca, sofás cama. En caso de que estos compuestos formados por dos sustantivos estén generalizados en el uso y sean estables, se escriben por separado, ya que su plena lexicalización e identificación como unidades léxicas pluriverbales hace innecesario mostrar gráficamente su vinculación: abeja reina, café teatro, cama nido, camión cisterna, cartón piedra, ciencia ficción, ciudad dormitorio, coche bomba, comida basura o chatarra, cheque regalo, perro guía, retrato robot, etc.
En cambio, cuando estos compuestos son meramente ocasionales, fruto de creaciones particulares y a menudo limitados en vigencia y validez al contexto concreto en que aparecen, se utiliza el guion intermedio, a fin de que puedan ser identificados como unidades léxicas complejas por el lector: «Hay quince mil coolies que arrastran a mano otros tantos rickshaws. A veces, las lluvias anegan la ciudad y el cuerpo de estos hombres-caballo queda sumergido hasta el pecho» (Calle Viaje
[Esp. 2001]); «Las lágrimas que dejó rodar ayer y en Monza, por ejemplo, dejaron paso a Schumi-hombre en lugar del Schumi-robot» ( Clarín [Arg.] 9.10.2000).
Cuando se trata de creaciones neológicas recientes, también suelen escribirse con guion intermedio durante un tiempo, hasta que se generalizan y asientan en el uso, momento en el que el guion desaparece; así ha sucedido, por ejemplo, con carril bici (‘en una vía pública, carril reservado para la circulación de bicicletas’), que hoy se escribe normalmente sin guion, aunque en sus primeros usos solía llevarlo.
También se usa el guion cuando los dos sustantivos forman una unidad compleja en la que ambos están al mismo nivel ( director-presentador, cazador-recolector, lectura-escritura, etc.), de modo que cada uno de los componentes, cuando es variable, manifiesta, en concordancia con el otro, los rasgos pertinentes de género y número: la directora-presentadora, los cazadores-recolectores. En este tipo de expresiones no es admisible la ausencia del guion ( la directora presentadora), pero sí su sustitución por la conjunción copulativa, construcción a menudo equiparable al compuesto con guion y que resulta más natural en la mayor parte de los casos: La directora y presentadora del programa recogió el premio. Existen contextos, no obstante, en los que ambos sustantivos forman una unidad inseparable, no sustituible por la construcción copulativa: «Los telediarios […] estrenaron ayer nueva fórmula con la figura de directores-presentadores» ( País@ [Esp.] 13.1.1987).
Algunos de estos compuestos se lexicalizan transformando el primer sustantivo en un elemento compositivo átono que se une directamente al segundo sustantivo, procedimiento paralelo al que se ha señalado para los adjetivos (§ 4.1.1.2.2): lectoescritura [lectura y escritura], fibrocemento [material compuesto de fibra y cemento], etc. Se trata ya de compuestos univerbales, en los que no es correcto el uso del guion: «Es la ampliación del mercado uno de los objetivos buscados cuando los Estados proponen el acceso de todos los sectores sociales a la lectoescritura»
(Marafioti Significantes [Esp. 1988]).
4.1.1.2.3.2 Expresando relación entre las entidades designadas
El guion se utiliza además para unir tanto nombres propios como comunes cuando se desea expresar de forma sintética la relación que se establece entre las entidades designadas por los sustantivos vinculados, relación que se expresaría sintácticamente a través de estructuras de diverso tipo (generalmente grupos preposicionales que
incluirían ambos sustantivos coordinados). El guion viene así a reemplazar a los conectores preposicionales y conjuntivos que deberían aparecer entre las piezas léxicas: amistoso España-Argentina [= entre España y Argentina], separación Iglesia-Estado [= de la Iglesia y el Estado], binomio espacio-tiempo [= formado por el espacio y el tiempo], etc.
El resultado de la unión no puede considerarse una unidad léxica compuesta con entidad propia ni nuevo significado —ni siquiera en aquellos casos en los que las relaciones expresadas gozan de cierta fijeza ( coste- beneficio, calidad-precio, etc.)—, ya que todos los elementos vinculados mantienen su independencia prosódica, referencial, semántica e incluso morfológica: enlace Martínez-Ibarra, oleoducto Chad-Camerún, diálogo Gobierno-sindicatos.
4.1.1.2.4 En expresiones formadas por repetición de elementos iguales o
similares
Las palabras —en su mayor parte de origen onomatopéyico— formadas por duplicación del mismo elemento o por repetición de una sílaba (a veces con vocales diferentes; v. cap. V, § 2.3) se escriben sin guiones internos cuando se emplean como sustantivos ( tictac, zigzag, chachachá, pillapilla, bullebulle, picapica, etc.):
«El muchacho se lo imagina todo en un zigzag de pensamiento» (Umbral Leyenda
[Esp. 1991]).
«Se perdió entre los puestos de helados, la fritanga de buñuelos, los pregones de los vendedores de refrescos […] y el bullebulle de los ociosos» (Alonso Flor
[Esp. 1991]).
Advertencia. No deben confundirse estos compuestos formados por repetición de elementos con las duplicaciones de valor intensivo de palabras independientes: Es un chico listo listo [= muy listo]. Le gusta el café café [= café auténtico]. Era muy muy grande [= enorme]. En estas construcciones no debe utilizarse nunca el guion.
En cambio, cuando estas expresiones iterativas mantienen su valor estrictamente onomatopéyico y se usan tan solo para reproducir o imitar sonidos, lo normal es separar mediante comas los elementos repetidos: «De pronto están unidos por una risa floja que no pueden parar, y lloran de risa, y ja, ja, ja, ja, ja…» (Beccaria Luna
No obstante, es admisible el uso de guiones en aquellos casos en que el conjunto de las repeticiones se identifica expresivamente como una sucesión continua: ta-ta-ta-ta (metralleta), taca-taca-taca-taca (taconeo), chas-chas-chas-chas (ruido de unas tijeras o una podadera).
«Nela se casa el mes que viene, y siempre que puede sube y se pone a pedalear en la máquina: taca-tacataca-taca-taca» (Rossetti Alevosías [Esp. 1991]).
«¡Dispara, dispara, Pablo, que ya sale la infantería del bosquecillo! ¡Ta-ta-ta! ¡Ta-ta-ta!» (FnGómez Bicicletas [Esp. 1982]).
4.1.1.2.5 Para unir elementos de grupos sintácticos u oraciones
El guion se utiliza para unir los elementos que integran un grupo sintáctico o una oración cuando el conjunto que forman, sin perder su significado composicional, se presenta como un concepto complejo unitario. Este uso es particularmente frecuente en textos filosóficos, pero no inusitado en otros ámbitos: «Las dos terminaciones ontológicas cardinales que en ella describe Sartre —ser-para-sí, ser-para-otro—
tienen en el “ser-para” su fundamento común» (Laín Teoría [Esp. 1983] 645); «La culpa (el-ser-para-uno- mismo) y la vergüenza (el-ser-para-los-otros) son sentimientos aprendidos» ( Mundo [Esp.] 15.6.1996); «Ulises salía vencedor, íntegro, sin titubeos, yo-sé-lo- que-quiero, de cada marejada de Ixtabentún» (Fuentes Cristóbal [Méx. 1987]).
Advertencia. Se escriben sin guion los elementos que integran compuestos univerbales de origen oracional, que forman ya pieza léxicas de sentido unitario: bienmesabe (‘tipo de dulce’ o
‘cazón en adobo’), hazmerreír (‘persona que por su aspecto o comportamiento es objeto de la burla’), nomeolvides (‘cierta flor’), sabelotodo (‘persona que luce ante los demás su saber real o pretendido’), tentetieso (‘muñeco que vuelve siempre a la posición vertical cuando se lo tumba’), etc.
4.1.1.2.6 En palabras prefijadas
Como se explica en el capítulo V (§ 2.2.2), los prefijos o elementos compositivos
asimilados deben escribirse siempre soldados gráficamente a la base a la que afectan cuando esta es una sola palabra: antisemita, exgobernadora, precampaña, proamericano, superagobiado, etc. En cambio, si la base a la que afectan es pluriverbal, se escriben separados: anti trata de blancas, ex primer ministro, pro derechos humanos, super a disgusto.
Los únicos casos en los que se utiliza el guion para unir un prefijo a su base léxica son los siguientes:
a) Cuando el prefijo se une a una sigla, para evitar la contigüidad de minúsculas y mayúsculas en interior de palabra: mini-PC, anti-UV, anti-OTAN.
b) Cuando el prefijo se une a una palabra escrita con inicial mayúscula, prototípicamente un nombre propio, por el mismo motivo señalado en el punto anterior: pro-Mandela, pos-Picasso, anti-Sadam.
Cuando el resultado de la unión del prefijo a una base, ya sea esta un nombre propio o un nombre común, dé lugar a un nombre propio, lo indicado es prescindir del guion y escribir la palabra resultante con mayúscula inicial ( Prepirineo, Sudamérica, Superratón, etc.):
«Este López a quien se refiere Arredonda no es otro que aquel que empezó de Superlópez y acabó de Infralópez» ( Mundo [Esp.] 5.3.1994).
Se procederá del mismo modo siempre que el resultado de la prefijación sea una denominación que deba escribirse con mayúscula inicial de acuerdo con las normas que figuran en el capítulo IV: Contrarreforma, Pliopleistoceno, Subsecretaría de Ciencia e Innovación.
c) En términos científicos, se utiliza el guion tras las letras del alfabeto griego utilizadas como prefijos: α-amilasa, β-talasemia. Estas denominaciones alternan con las que presentan esas letras como especificadores pospuestos ( amilasa α, talasemia β); también puede usarse el nombre de la letra como prefijo, unido a la base sin guion: alfaamilasa, betatalasemia.
Información adicional. Cuando uno de estos términos deba escribirse con mayúscula, esta afectará únicamente a la base, y no a la letra griega: β-Talasemia mayor en la Argentina [como título de un artículo científico].
d) Se usa también el guion cuando el prefijo se une a una cifra (v. § 4.1.1.2.7).
e) Excepcionalmente, el guion puede separar el prefijo de su base cuando se desea enfatizar el valor semántico del precomponente: «El mismo historietista siente su lenguaje tan pre-hecho y pre-determinado como su personaje» (Steimberg Historietas [Arg. 1977]). En ocasiones se trata de un recurso gráfico destinado a favorecer la adecuada interpretación de la pieza léxica, cuando el término, sin la presencia del guion, tendería a interpretarse con un sentido distinto al que se pretende transmitir: Ambos cirujanos co-operan los jueves por la tarde (v. cap. V,
§ 2.2.2).
f) Cuando se coordinan dos o más palabras prefijadas que presentan una misma base léxica (v. cap. V, § 2.2.2.4), es posible omitir esta en todas las menciones, salvo en la última. En ese caso, todos los prefijos, excepto el último, se escriben de forma exenta y con un guion pospuesto para evidenciar su condición de formas afijas (v.
§ 4.1.1.3.3a), mientras que el último de ellos se escribe soldado a la base: «Para determinar el carácter pre-, sin- o postcinemático de un cristal se utilizan criterios micro estructurales» (Castro Petrografía [Esp. 1989]). Cuando la base es pluriverbal, se prescinde del guion, ya que los prefijos se escriben siempre exentos en esa circunstancia: anti y pro derechos humanos.
Advertencia. No se debe aplicar este procedimiento si uno de los elementos coordinados no es una palabra prefijada:
talleres de pre- y producción audiovisual,
lesiones pre- y
cancerosas. No es posible omitir la base en estos casos, por lo que debió escribirse preproducción y producción audiovisual, lesiones precancerosas y cancerosas.
4.1.1.2.7 En expresiones que combinan cifras y letras
Las palabras canónicas están constituidas solo por caracteres alfabéticos. Por ello, en aquellas piezas léxicas constituidas por una combinación de segmentos de cifras y letras se han venido separando tradicionalmente dichos segmentos con guion: DC-10
(avión de la Douglas Company, modelo 10), M-501 (carretera 501 de la Comunidad de Madrid), R-25 (vehículo de Renault, modelo 25), sub-21 (categoría deportiva
inferior a veintiún años), super-8 (tipo de película cinematográfica), omega-3 (tipo de ácidos grasos), etc.
Este uso del guion es obligado cuando la unidad léxica es resultado de un proceso de prefijación: «Ayer regresaron los internacionales sub-21 Pablo Couñago y Pablo Coira» ( FVigo [Esp.] 28.3.2001); «En la categoría de super-8, el premio fue para El espléndido empleo de Pedro Muñoz, de Humberto Esquivel» ( Abc [Esp.] 4.8.1989); mientras que cuando se unen palabras completas y números, puede prescindirse del guion, dejando espacio entre ambos elementos: ácidos omega 3.
En cambio, en las siglas formadas por letras mayúsculas y elementos no alfabéticos (que pueden presentarse también intercalados), es cada vez más frecuente, y resulta admisible, prescindir del guion sin dejar espacio: MP4 por Moving Picture Experts Group versión 4; 3G por [telefonía de] tercera generación; G20 por grupo de los 20 [países más industrializados y países emergentes]; H1N1 por hemaglutinina tipo 1 y neuraminidasa tipo 1 (caracterización del virus de la gripe A). En estos casos, el uso del guion, aunque correcto, no es preceptivo.
4.1.1.3 Otras funciones
4.1.1.3.1 Nexo en expresiones numéricas
El guion se emplea también para separar, conectándolos al mismo tiempo, los grupos o bloques de cifras que componen determinadas expresiones numéricas, tal como se explica en el capítulo VIII (§ 5). En todos estos usos el guion debe aparecer siempre pegado a los signos que lo preceden o lo siguen.
a) De acuerdo con la norma ISO 8601, en la expresión normalizada de una fecha, el guion debe utilizarse como separador de las cifras que indican el día, el mes y el año: 27-7-1968. No obstante, en el uso común, con esta misma función puede utilizarse tanto el punto como la barra (v. § 4.2.1.4a), siendo esta más frecuente en formularios y bases de datos.
b) Aunque es preferible utilizar para ello espacios en blanco, es frecuente usar el guion para separar por bloques los números telefónicos: 91-593-12-83.
c) El guion es el nexo conector de cualquier tipo de intervalo numérico, ya se exprese
en números arábigos o romanos: las páginas 23-45; durante los siglos X-XII; 20-25 %.
En la expresión de periodos temporales, los años pueden estar escritos en su forma plena ( 1998-1999), o bien en forma abreviada, con omisión de las dos primeras cifras ( curso académico 71-72). Solo es posible combinar la forma plena del primer año y la forma abreviada del segundo cuando las dos primeras cifras de ambos coinciden: Revolución de 1688-89.
Información adicional. La expresión de intervalos de años con guion se utiliza para indicar el arco de vida de una persona, definido por el año de su nacimiento y de su muerte: Leonardo da Vinci (1452-1519). En caso de desconocer alguno de los datos, es posible reemplazarlo por una interrogación de cierre: Benedicto I (?-579).
4.1.1.3.2 Separador de sílabas
Tanto en obras de contenido lingüístico como en el ámbito didáctico, el guion puede utilizarse como signo de separación silábica. En este uso, el guion suele escribirse entre espacios finos: ma - ri - po - sa, dar - se - na, es - pin - gar - da.
Información adicional. En las transcripciones fonéticas y fonológicas, la separación silábica se marca con puntos y sin espacios (v. § 3.4.1, segunda información adicional).
Se trata de un recurso utilizado también en la reproducción escrita de la silabización enfática de una palabra: «Tú sí que tienes un pelo bonito. Ma-ra-vi-lloso» (Marsé Rabos [Esp. 2000]); «Trató de recordar la difícil palabra que aprendió en el colegio de la madre Doloritas: tran-subs-tan-cia-ción» (González Dios [Méx.
1999]).
El guion se utiliza también cuando se trata de reflejar por escrito la pronunciación entrecortada y con repetición de segmentos —no necesariamente coincidentes con sus sílabas— de una palabra, rasgo característico del tartamudeo: «Se-se lo dejaría… —
tartamudea el chaval, desesperado, porque ni siquiera recuerda claramente cuándo y cómo se hizo con el encendedor—. Mu-mucha gente se los deja en-en las mesas y yo…» (Ribera Sangre [Esp. 1988]).
En estos dos últimos casos, como puede apreciarse en los ejemplos, el guion se escribe unido a los segmentos sin espacio de separación.
4.1.1.3.3 Indicador de segmentos de palabra
En obras de carácter lingüístico, el guion se utiliza en la escritura aislada de segmentos o unidades de nivel inferior a la palabra (sílabas, prefijos, infijos, sufijos, elementos compositivos, raíces, desinencias, etc.), a fin de evidenciar que no se trata de elementos gráficamente independientes. La colocación del guion, que siempre se escribe unido al segmento de que se trate, depende de la posición que este último haya de ocupar en las palabras en que aparece:
a) Cuando el segmento va en posición inicial, el guion se escribe antepuesto: anti-, sub-, refresc-.
b) Cuando el segmento va en posición final, el guion se escribe pospuesto: -illa, -izar,
-sfera.
En el caso de algunos elementos compositivos sufijos de origen grecolatino, se escribe tilde sobre el guion cuando en las palabras en las que se integran la lleva siempre la vocal precedente (v. cap. II, § 3.2, primera información adicional): crata ( demócrata), -fobo ( xenófobo), -mano ( melómano).
c) Cuando el segmento va en posición interior de palabra, se escribe entre guiones: -
ec- ( pececito), -il- ( adormilarse), -ar- ( humareda).
4.1.2 GUION BAJO
El signo del guion bajo ( _ ) presenta la misma forma que el guion, pero se sitúa en la línea de escritura. Su longitud es, además, dos veces mayor (equivalente a la del signo menos; v. § 4.1.1).
Carece de uso en la escritura general y se emplea solo en contextos asociados al ámbito de las nuevas tecnologías de la información, donde cumple dos funciones: a) En informática, se utiliza para reemplazar el espacio en identificadores como nombres de archivos, direcciones de correo electrónico o de páginas web, en los que la inserción del espacio supondría romper su integridad. Por tanto, en este uso
no debe ir ni precedido ni seguido de espacio: ana_campos@yahoo.mx; www.guion_bajo.com.
b) En dispositivos que no admiten el uso de formatos tipográficos, el guion bajo se utiliza como signo doble para englobar la palabra o palabras que deberían aparecer en cursiva. Dado que se trata de un signo envolvente, debe aparecer sin espacio de separación respecto del fragmento destacado:
¿Le puedes prestar _Hamlet_ a mi hijo?
4.2 BARRAS
Se agrupan bajo esta denominación varios signos auxiliares que tienen en común estar constituidos por trazos rectos inclinados o verticales con respecto a la línea de escritura. Dependiendo de su forma se distinguen diversos tipos de barra: la barra propiamente dicha (/), la barra doble (//), la barra inversa (\), la barra vertical o pleca (|) y la doble barra vertical o pleca doble (||).
4.2.1 BARRA
La barra es un signo auxiliar en forma de línea inclinada que desciende de derecha a izquierda (/).
Información adicional. En los manuscritos griegos y latinos, que raramente utilizaban el espacio como separador de palabras y cuya lectura se realizaba en voz alta, se utilizaba un signo con forma de barra para separar voces o expresiones que no debían leerse unidas. Tras el triunfo del espacio como separador de palabras, la barra continuó utilizándose como signo de división de palabras a final de línea. Además de este uso auxiliar, tanto en manuscritos como en los primeros textos impresos, la barra, denominada vírgula, se utilizó como signo de puntuación con un valor similar al de la coma actual.
Hoy se emplea normalmente como signo simple, con diferentes funciones: como signo abreviativo, como indicador de final de línea o para unir palabras u otros elementos con varios propósitos.
4.2.1.1 Como signo abreviativo
La barra era uno de los signos utilizados en los textos manuscritos medievales para marcar las abreviaturas. Aunque en la actualidad las abreviaturas españolas se cierran con punto, existen algunas formas convencionales que mantienen la barra como signo de abreviación: c/ por calle, v/ por visto. Hoy este método de formación de abreviaturas solo tiene cierta productividad en la abreviación de expresiones pluriverbales: c/c por cuenta corriente (v. cap. V, § 3.1.5.1). En este uso se escribe sin espacio de separación con respecto a la letra que la precede o la sigue.
4.2.1.2 Como indicador de final de línea
Precedida y seguida de espacio, la barra se utiliza como signo indicador de final de línea en los siguientes casos:
a) Cuando se emplea para separar los versos en los textos poéticos que se reproducen en línea seguida: «¡Si después de las alas de los pájaros, / no sobrevive el pájaro parado! / ¡Más valdría, en verdad, / que se lo coman todo y acabemos!» (Vallejo Poemas [Perú 1923-38]).
b) En las transcripciones de portadas o colofones de textos antiguos, la barra entre espacios se emplea para señalar el punto en el que se produce un cambio de línea en el original: QVINTA / PARTE DE FLOR / DE ROMANCES NVE / uos, nunca hasta agora impressos.
c) En obras de ortografía, se utiliza para señalar el final de línea al ejemplificar las pautas para la división de palabras cuando no caben completas en el mismo renglón (v. § 4.1.1.1.1), o en los ejemplos sobre la conveniencia o no de separar en líneas diferentes los elementos que componen determinadas secuencias: Las abreviaturas compuestas de más de un elemento no podrán escribirse en líneas diferentes; así, será incorrecto separar S./M. por Su Majestad.
4.2.1.3 Como signo de unión o relación entre palabras u otros elementos Al igual que sucede con el guion, la barra puede utilizarse para unir o relacionar
palabras u otros elementos, con diferentes propósitos: a) La barra se utiliza para expresar división, proporción o mera relación entre los elementos que vincula; en estos casos, sustituye a una preposición: 180 km/h [=
kilómetros por hora], salario bruto 1800 euros/mes [= euros al mes], Real Decreto Legislativo 1/1995 de 24 de marzo [= primer decreto de 1995]. En este uso se escribe sin separación alguna de las palabras o signos que une.
b) Se emplea para expresar sintéticamente una disyunción, indicando la existencia de dos o más opciones posibles entre las que se establece una oposición o, más frecuentemente, una relación de alternancia u opcionalidad. Los elementos vinculados por la barra pueden ser de muy distinta naturaleza:
palabras y morfemas: Querido/a amigo/a [= querido amigo o querida amiga].
En este caso la barra se escribe siempre sin espacio de separación previo ni posterior y puede alternar con los paréntesis, que encerrarían el morfema (v. §
3.4.5.2a): Querido(a) amigo(a). La palabra plena debe escribirse con la acentuación gráfica que le corresponda (con o sin tilde), con independencia de que la opción a la que remite el morfema tenga otra acentuación gráfica distinta: examen/es (por examen o exámenes).
palabras: En el par gineta/jineta la forma con jota es la menos usada.
Información adicional. La expresión y/o (calco del inglés and/or) se utiliza en la actualidad para hacer explícita la posibilidad de elegir entre la suma o la alternativa de dos opciones: Se ofrecen plazas para pianistas y/o violinistas. Puesto que la conjunción o puede expresar en español ambos valores conjuntamente, se aconseja restringir el empleo de esta fórmula a los casos en los que resulte imprescindible para evitar ambigüedades en contextos muy técnicos.
expresiones pluriverbales, grupos sintácticos u oraciones: «La antropología moderna ha trazado unos gráficos […] basados en una oposición alimento-elaborado-naturalmente/alimento-elaborado-
culturalmente»
(Urrutia
Sistemas [Esp. 1975]); «A este predominio del recuerdo de las tareas interrumpidas sobre el de las completadas […] se expresa por la razón
“tareas incompletas/tareas completadas”» (Pinillos Psicología [Esp. 1975]).
En los dos primeros casos la barra se escribe siempre sin espacio de
separación previo ni posterior. En el tercero, sin embargo, es posible insertar un espacio fino antes y después de ella, a fin de que no se interprete que la opcionalidad u oposición se da únicamente entre las palabras contiguas.
Información adicional. En textos periodísticos, se utiliza entre espacios para separar los elementos de la firma de la noticia cuando se deba a más de un redactor o fuente: El País/EFE
4.2.1.4 Otros usos de la barra
a) Aunque la norma ISO 8601 determina para ello el empleo del guion (v. §
4.1.1.3.1a), en el uso común, y especialmente en formularios y bases de datos, se utiliza también la barra para separar los dígitos correspondientes al día, mes y año en la expresión numérica de las fechas : 15/2/2000.
b) En informática, se emplea para separar los subdominios jerárquicos de las direcciones electrónicas:
http://www.academiaperuanadelalengua.org/peruanismos/principal c) La barra se utiliza en matemáticas como signo de división tanto en la expresión de operaciones —uso en que equivale al símbolo ÷ o a los dos puntos: 15/3 [= 15 ÷ 3
o 15 : 3; ‘quince dividido por tres’]—, como en la expresión de quebrados o fracciones —uso en que equivale a la raya horizontal con la que también se representa este tipo de números: 3/4 (‘tres cuartos’)—. A diferencia del resto de los operadores matemáticos, la barra debe escribirse sin espacio de separación respecto de los números o símbolos entre los que aparece.
Información adicional. Esta barra, ligeramente más inclinada, también forma parte del símbolo del porcentaje y del tanto por mil, pero estos, al igual que la expresión de algunas de las fracciones más frecuentes, cuentan en muchos tipos de letra con un carácter tipográfico propio: %, ‰, ½, ¼, ⅝…
d) En obras lingüísticas, se utiliza como signo doble para encerrar la representación de los fonemas en las transcripciones fonológicas: /en'klabe/. En las transcripciones fonéticas se usan, en cambio, los corchetes (v. § 3.4.6.2d).
4.2.2 BARRA DOBLE
Aunque, hasta el triunfo completo del guion con este fin (v. § 4.1.1.1, información adicional), la barra doble era uno de los signos utilizados en la puntuación medieval y humanística para señalar la división de palabras a final de línea, en la actualidad es un signo auxiliar de función separadora, que se emplea en los casos siguientes: a) Cuando se reproducen textos poéticos en línea seguida, señala el lugar en el que tiene lugar un cambio de estrofa en el original. En este caso, se escribe entre espacios: «¡Más valdría, en verdad, / que se lo coman todo y acabemos! //
¡Haber nacido para vivir de nuestra muerte!» (Vallejo Poemas [Perú 1923-38]).
b) Para indicar el cambio de párrafo o el cambio de página en las ediciones de textos antiguos que ofrecen información sobre la disposición formal del original. En este último caso, la doble barra puede ir seguida del número del folio o página correspondiente (aunque también puede aparecer en el margen del texto): «Don Garçi Pérez de Toledo, notario //13v del rey en el Andaluzía, confirma»
( Privilegio [Esp. 1257]). Como se ve, la doble barra se escribe separada por un espacio previo del texto que se transcribe, y sin separación con respecto al número que la acompaña. Otro procedimiento igualmente válido es indicar el cambio de folio entre corchetes (v. §3.4.6.2b): «Quando fuere todo fondido en la sartén, mete la pez [fol. 179r] e la çera» (Córdoba Cirugía [Esp. a1500]).
c) En informática, y precedido de dos puntos, se utiliza para separar la indicación del protocolo de comunicación (normalmente http, del inglés hyper text transfer protocol) del dominio y subdominios de la dirección electrónica: http://www.rae.es; https//sfpya.edomexico.gob.mx; ftp://pascal.math.yale.edu.
4.2.3 BARRA INVERSA
La barra inversa (\), también conocida como antibarra o contrabarra, es un signo
simple cuyo uso se reserva casi exclusivamente al ámbito informático, donde se emplea, entre otros usos específicos de los lenguajes de programación, como separador de los elementos jerarquizados de carpetas y subcarpetas en algunos sistemas operativos. Este signo se escribe siempre sin espacio de separación respecto de los elementos que delimita: C:\DRIVERS\audio\
4.2.4 BARRA VERTICAL O PLECA
La barra vertical ( | ), también llamada pleca, es un signo auxiliar que actúa fundamentalmente de separador o delimitador en contextos técnicos, pero que carece de empleo en textos de carácter general.
Este signo aparece siempre precedido y seguido de espacio. Entre sus principales usos convencionales, cabe destacar los siguientes:
a) En obras sobre versificación clásica, separa los pies métricos que componen los versos, tanto si se reproduce el propio verso como si se representa solo el esquema:
El tetrámetro latino responde al esquema: - ∪∪|-∪∪|-∪∪| - ∪.
b) En obras de carácter lingüístico, señala la existencia de una pausa breve dentro de un enunciado: Aquellos que no hayan rellenado el formulario | deberán hacerlo antes de entrar al examen.
c) En matemáticas, se utiliza como signo doble para indicar el valor absoluto de la expresión que encierra: | ab| = | a| · | b|.
4.2.5 DOBLE BARRA VERTICAL O PLECA DOBLE
Al igual que sucede con la barra vertical, la doble barra vertical ( || ), también llamada pleca doble, solo se emplea en contextos técnicos, sobre todo de carácter lingüístico o filológico. Se utiliza siempre como signo simple, precedido y seguido de espacio. Se relacionan a continuación sus usos principales:
a) En diccionarios y otras obras de carácter lexicográfico, separa los distintos significados o acepciones de las palabras y expresiones definidas, cuando se
b) En obras lingüísticas, en contraste con la barra vertical que indica una pausa breve, señala la existencia de una pausa mayor: Había pasado mucho tiempo, |
demasiado tiempo. || Apenas si lo reconoció.
c) En la edición de textos poéticos, señala la cesura o pausa interior del verso determinada por el ritmo: «De los sos ojos || tan fuertemientre llorando» ( Cid
[Esp. c1140]). Es frecuente asimismo que la cesura entre hemistiquios se señale únicamente con un espacio en blanco de proporción algo mayor a la de la sangría: Buen cavallo tiene Bucar e grandes saltos faz
mas Bavieca el de Mio Çid alcançándolo va.
( Cid [Esp. c1140])
4.3 ANTILAMBDA O DIPLE
La antilambda es un signo formado por dos líneas que convergen en un ángulo a la derecha (>) o a la izquierda (<). Esta denominación se debe a que su figura es similar a la de la forma mayúscula de la letra griega lambda (Λ), aunque dispuesta horizontalmente.
Información adicional. El nombre alternativo diple responde a la denominación latina tradicional del signo >, cuya forma inversa (<) fue denominada diple aviesa (‘torcida, inversa’) por san Isidoro. La diple comenzó a utilizarse en los márgenes de los manuscritos griegos y latinos para indicar que en la línea por ella señalada había un pasaje relevante o una palabra digna de glosa.
Posteriormente, este signo fue adoptado en los manuscritos medievales para señalar las citas, en especial las bíblicas. La introducción del signo inverso (<), junto con la posterior duplicación de cada uno de ellos en los textos impresos, constituye el primer paso hacia el establecimiento de las actuales comillas (« »). Así, cuando se abandonó su uso marginal y comenzaron a insertarse en la línea de texto para delimitar claramente las citas, ya se trataba de un signo doble de carácter estrictamente ortográfico.
La antilambda puede utilizarse como signo simple o como signo doble, con una forma de apertura (<) y otra de cierre (>).
Como signo simple no puede considerarse propiamente un signo auxiliar de carácter ortográfico. Se usa en ámbitos del saber muy concretos, donde se usa con ambas orientaciones:
a) En matemáticas, el signo de cierre indica que la cifra o variable que le precede es mayor que la que le sigue (5 > 3), mientras que el signo de apertura indica lo contrario (1 < x).
b) En lingüística histórica, el signo de cierre indica que la palabra que le precede da origen a la que le sigue ( vetŭlum > viejo), mientras que el signo de apertura indica lo contrario, esto es, que la palabra antepuesta deriva de la que sigue ( cabildo < capitŭlum).
4.3.2 COMO SIGNO DOBLE
Como signo doble se utiliza en la actualidad para encerrar parentéticamente fragmentos de palabras o palabras completas, motivo por el que estos signos reciben también las denominaciones alternativas de paréntesis angulares o corchetes angulares. Sus principales usos son los siguientes:
a) En ediciones críticas de textos antiguos, encierran los desarrollos del fragmento omitido en las abreviaturas, así como aquellas palabras que no figuran en el original, pero son restituidas por el editor: P<ri>mer día de octu<br>e de mil seiscientos q<ua>tro. Como puede verse en el ejemplo, cuando estos signos afectan solo a un segmento intermedio de la palabra, se escriben sin espacios de separación, como si fueran parte integrante de ella; en cambio, si encierran toda una palabra, han de escribirse, como los paréntesis, pegados a esta y separados por espacios del resto del texto. En este uso, alterna con los corchetes y, en el desarrollo de abreviaturas, con la letra cursiva.
b) En el ámbito informático, se utilizan para encerrar las direcciones de correo y de páginas electrónicas, especialmente en texto plano o en aquellos soportes que no permiten formatos: Nuestro buzón de contacto es <oiac@msps.es>.
c) También en informática, es el delimitador que encierra las etiquetas propias de los lenguajes de marcación (SGML, HTML, XML…): <title><b>Manual de instrucciones</b></title>. Como puede verse en los ejemplos, el signo de apertura va seguido de una barra en las etiquetas de cierre.
4.4 LLAVE
La llave es un signo gráfico en forma de arco o ballesta, constituido por dos líneas sinuosas que, al unirse, forman una pequeña punta o vértice en la zona central.
Aunque en su aplicación principal se utiliza como signo simple, cuenta con una variante de apertura ({) y otra de cierre (}), que lo habilita también como signo doble.
Entre sus principales usos, cabe destacar los siguientes:
a) La llave se utiliza en cuadros sinópticos —representaciones esquemáticas de una materia, cuya disposición da cuenta gráficamente de la jerarquía de las unidades informativas que lo integran— para abarcar los elementos que, dispuestos en líneas diferentes, pertenecen a un mismo nivel. Puede utilizarse recursivamente, de modo que cada llave represente un nivel distinto en la estructura jerarquizada de la información. Normalmente, los esquemas se disponen de izquierda a derecha, presentando las unidades informativas de mayor a menor nivel de generalización y utilizando solo llaves de apertura para abarcar los elementos subordinados (aunque en esquemas complejos pueden utilizarse de forma combinada signos de apertura y de cierre):
Como puede apreciarse en el ejemplo, el concepto a partir del cual se genera la llave se coloca a la altura del vértice.
Advertencia. En ningún caso deben escribirse dos puntos tras el concepto que genera la llave, uso ortográficamente redundante.
La disposición inversa, en la que los elementos se disponen de mayor a menor grado de detalle, es menos frecuente, pero no incorrecta. En este caso, la llave utilizada es la de cierre:
Para resaltar e individualizar los elementos abarcados por este signo pueden insertarse, además, rayas, topos o cualquier otro tipo de marcador de los utilizados en las enumeraciones en forma de lista, aunque es práctica poco recomendable por ser gráficamente redundante y sobrecargar visualmente el texto.
En la actualidad, los cuadros sinópticos con llaves están cayendo en desuso y han quedado prácticamente relegados a textos manuscritos generados en el ámbito escolar, ya que en los textos impresos han sido reemplazados casi por completo por tablas, listados en líneas independientes o diagramas de flechas.
b) Como signo doble, las llaves pueden utilizarse para encerrar las alternativas posibles en un determinado contexto:
Si las alternativas se disponen en la misma línea, las diferentes opciones enmarcadas por las llaves suelen separarse mediante barras u otros signos: Prometo {venir / que vendré} mañana a la fiesta.
Viene {de la ciudad ~ de allí}
4.5 APÓSTROFO
El apóstrofo es un signo ortográfico auxiliar en forma de coma alta (’), que apenas se usa en el español actual.
Advertencia. No debe utilizarse el acento agudo (´) para representar el apóstrofo. En los teclados informáticos, la tecla que corresponde al apóstrofo se sitúa a la derecha del cero y es la
misma que contiene la interrogación de cierre.
La función del apóstrofo es señalar gráficamente la supresión de sonidos, principalmente vocálicos, que se produce en determinados contextos fónicos al pronunciar dos palabras sucesivas independientes. Dado que actúa como signo de unión gráfica de los fragmentos conservados de ambas palabras, no debe aparecer precedido ni seguido de espacios.
Si bien este signo se utilizaba con cierta regularidad en la escritura del español antiguo, en la actualidad, la utilización del apóstrofo se limita a usos filológicos o literarios, en los que tiene dos aplicaciones fundamentales:
a) En ediciones actuales no modernizadas de textos antiguos, sobre todo poéticos, indica la elisión de la vocal final que se produce en determinadas palabras, como determinantes, preposiciones, conjunciones o pronombres, cuando la que sigue empieza por vocal ( l’aspereza por la aspereza; d’aquel por de aquel; qu’es por que es, etc.): «E es otrossí Mercurio nombre d’aquella planeta» (Alfonso X
Estoria I [Esp. c1275]); «Y sepa, mi diosa, / Que ya m’es infierno / Lo que m’era gloria» ( Romance [Esp. 1600-04]).
Asimismo, aunque menos frecuentemente, puede indicar la omisión de la vocal inicial de la segunda palabra: «En esta confusión está metido, / y Alcida’stá también metida’n ella» (Montemayor Diana [Esp. 1559])
b) Se utiliza también para reflejar en la escritura la supresión de sonidos que se produce en la pronunciación de palabras sucesivas en la lengua oral: «¡Para el carro o m’acatarro!» (Moncada Otoño [Esp. 1993]). Se emplea sobre todo en textos literarios cuando el autor desea reproducir pronunciaciones características del habla popular o vulgar de sus personajes.
Advertencia. Tanto en las ediciones de textos antiguos como cuando se utiliza para dar cuenta de pronunciaciones características de la lengua coloquial o popular, cuando cae la vocal final de la primera palabra y la segunda empieza por hache, esta debe conservarse, ya que el apóstrofo no afecta a la escritura de la segunda palabra: «Puesto m’ha amor al punto do’stá el medio / de todo el bien» (Boscán Poesías [Esp. c1514-42]); «Oye tú, que t’hemos encargao una mansión» (SchzOstiz Infierno [Esp. 1995]); «Parece que en Casilda y Cienfuegos hay muchos japoneses pescando pa l’Habana» (Serpa Contrabando [Cuba 1938]).
En la reproducción de la lengua oral, es también posible, aunque menos usual, que el apóstrofo señale la pérdida de la consonante inicial de la segunda palabra:
«Yo siempre ha estao al lao’e la gente…» (González Provisiones [Cuba 1975]);
«Siguió nuestro hombre pa’l río y en llegando la vido que nadaba cerquita’e la orilla» (Güiraldes Segundo [Arg. 1926]). En este caso, tampoco deben escribirse espacios ni antes ni después del apóstrofo.
El apóstrofo no debe utilizarse para marcar ni las apócopes ni las aféresis de una voz que se producen con independencia de la palabra que les siga ( pa por para; na por nada; ña por doña o niña; orita por ahorita, etc.): «¡Ta güeno!
¡Proceda nomás!» (Cuzzani Pitágoras [Arg. 1988]); «El barrio de ña Engracia, llamado “Hueco de ña Engracia”, estaba ubicado en el lugar que hoy ocupa la plaza Libertad» (Arenas Buenos Aires [Arg. 1979]). Tampoco debe utilizarse para señalar las elisiones producidas en interior de palabra: «¡Oye!, pero ¿qué t’has creío tú, que somos tripa pa embutirnos?» (Serpa Contrabando [Cuba 1938]). En los ejemplos anteriores, sería incorrecto escribir ’ta, ’ña, creí’o o pa’.
Advertencia. Cuando se citan en textos en español, deben conservarse todos aquellos apóstrofos que estén presentes en denominaciones o expresiones propias de otras lenguas: L’Hospitalet de Llobregat; O’Donnell; five o’clock; c’est la vie; D’Annunzio.
4.5.1 USOS INCORRECTOS
a) Cuando la expresión de un año se realiza abreviadamente, omitiendo los dígitos que corresponden al siglo, no debe aparecer nunca precedida de apóstrofo. Así, es incorrecto escribir
promoción del ’97 en lugar de promoción del 97. Para la correcta expresión de los años, v. cap. VIII, § 5.3.3.
b) No debe utilizarse el apóstrofo en la expresión de las décadas en cifras: los 30’s (v. cap. VIII, § 5.3.2).
c) No se considera correcta en español la práctica, copiada del inglés, de indicar el plural de una sigla escribiendo detrás un apóstrofo seguido de s minúscula: DVD’s. Para más información sobre el plural de las siglas, v. cap. V, § 3.3.3.
d) No debe utilizarse el apóstrofo como signo separador en las expresiones numéricas de la hora:
las 15’30 h. Para la correcta expresión de la hora en cifras, v.
cap. VIII, § 5.1.2a.
e) Es incorrecto el uso del apóstrofo como separador decimal en las expresiones numéricas: 27’454. Sobre la escritura de expresiones numéricas con decimales, v. cap. VIII; § 2.2.1.2.1.
4.6 ASTERISCO
El asterisco es un signo con forma de estrella (*), que se sitúa en la parte superior del renglón. Se exponen a continuación las funciones de este signo que conservan cierta vigencia en la actualidad.
4.6.1 COMO LLAMADA DE NOTA
El asterisco puede aparecer en cualquier lugar de un texto manuscrito como llamada de nota, esto es, para indicar que habría de interpolarse en ese punto alguna glosa, acotación, advertencia o, sencillamente, un fragmento de texto olvidado; dicho pasaje se añadirá efectivamente en el margen, a pie de página o al final del texto, y habrá de marcarse, a su vez, mediante la anteposición del mismo signo empleado en la llamada.
Se trata de un sistema acumulativo, en el que incluir una nueva nota supone la adición de un asterisco más al signo de llamada. En consecuencia, en textos impresos, sobre todo si la obra incluye un cuerpo de notas de cierta amplitud, suelen resultar preferibles otros procedimientos de llamada, como el uso de cifras o letras.
El asterisco es, sin embargo, la llamada de nota habitual en fórmulas o tablas numéricas, pues evita la posibilidad de que los signos de llamada, en caso de ser cifras o letras, puedan interpretarse indebidamente como exponentes o variables.
4.6.2 CON VALOR DIACRÍTICO
En textos pertenecientes a distintas disciplinas, el asterisco puede otorgar valores muy heterogéneos al elemento al que se aplica. Se citan a continuación algunos de los
usos que se hallan asentados en determinados ámbitos; no obstante, es costumbre consignarlos y explicarlos en los preliminares de las obras en que se emplean.
a) En formularios electrónicos, el asterisco precede a los campos que deben cumplimentarse de forma obligatoria.
b) Precediendo a una referencia bibliográfica, puede utilizarse para distinguir las obras citadas de las consultadas.
c) En lingüística, se antepone a una construcción para marcarla como agramatical, es decir, para indicar que incumple las reglas del sistema de la lengua: *¿Doy a tú?
d) En lingüística histórica, antepuesto a una voz en informaciones o comentarios etimológicos, sirve para indicar que se trata de un vocablo hipotético, fruto de una reconstrucción, cuya existencia se supone aunque no se haya documentado por escrito: *bava, *appariculare.
e) Antepuesto o pospuesto a una palabra que aparece en el cuerpo del artículo de un diccionario, glosario o enciclopedia, señala que dicha palabra tiene entrada propia en la obra:
Salmodia. Se llama así a la forma de cantar los salmos* en el culto católico.
(En PzGutiérrez Música [Esp. 1985]).
Hemistiquio. Las partes en que se divide un verso, y que están separadas por una *cesura, se denominan hemistiquios.
(En Estébanez Términos [Esp. 1996]).
4.6.3 CON FUNCIÓN DELIMITADORA
Tanto en los antiguos manuscritos como en los primeros textos impresos, el asterisco podía cumplir una función delimitadora. Conservamos dos vestigios de esta función, muy poco frecuentes hoy.
a) En el estilo tradicional de edición, un bloque de tres asteriscos centrados, ya dispuestos en la misma línea, ya en forma de triángulo ( *
* *), marcaba el final de
una sección o capítulo. En la actualidad, se utilizan en su lugar una o más líneas en blanco.
b) El asterisco, precedido y seguido de espacio, se insertaba en los versículos de los textos litúrgicos (oraciones, salterios, etc.) para ayudar a la correcta colocación de las pausas en la lectura o recitación: Porque el Señor conoce el camino de los justos; * mas la senda de los malos perecerá.
4.6.4 COMO INDICADOR DE OMISIÓN
Una secuencia de tres o más asteriscos puede utilizarse para eludir la reproducción de palabras malsonantes o nombres propios que no se desea dar a conocer, reemplazando la palabra completa o únicamente su parte final, aunque se trata de un procedimiento que está en desuso en la actualidad:
«Dinner chez les M***, puede leerse en el diario de la duquesa de C***, madame de G***, comme d’habitude, préside la table à poil» (Mendoza Ciudad [Esp. 1986]).
«Saliendo a la llanura de *** después de haber vadeado el Amaime, esperé a Juan Ángel para indicarle que tomase el camino de la sierra» (Isaacs María
[Col. 1867]).
Con finalidad eufemística, hoy se utilizan más habitualmente los puntos suspensivos (v. cap. III, § 3.4.10.2c): «Somoza es un hijo de p…, pero es nuestro hijo de p…» ( Proceso [Méx.] 10.11.1996). Como huella de la omisión intencionada de un nombre propio, es más frecuente en el uso actual dejar solo sus iniciales, seguidas de punto o de puntos suspensivos: «Eduard Verne fue encontrado muerto en los arrabales del puerto de M… al amanecer de un día de 1988» (Arias Silencio [Esp.
1991]); «Indicaron que la mujer de iniciales C.M.N. era la autora material del aborto» ( País [Ur.] 12.07.2001).
4.6.5 COMO INDICADOR DE RESALTE TIPOGRÁFICO
En textos que no admiten el uso de formatos tipográficos, el asterisco se utiliza como signo doble para delimitar la palabra o expresión que debería aparecer en negrita, resalte que frecuentemente aporta énfasis visual. El asterisco precede y cierra el fragmento destacado sin espacio de separación respecto de este:
Te he dicho que no tengo *nada* que ver en ese asunto.
Este empleo moderno deriva de su uso tradicional entre editores y tipógrafos para encerrar las palabras que debían imprimirse con resalte u otro tipo de letra.
4.7 FLECHA
Recibe este nombre el signo formado por un trazo recto (horizontal, vertical o, con menos frecuencia, oblicuo) y un ángulo, vértice o punta, al menos en uno de sus extremos. Su figura reproduce de forma esquemática la del arma arrojadiza del mismo nombre (→, ←, ↑, ↓, ↔, ↕), aunque su aspecto puede variar ligeramente de un tipo de letra a otro. Como es esperable por su naturaleza icónica, se emplea básicamente para atraer la atención del lector sobre el elemento gráfico o el lugar del texto al que señala.
Información adicional. Con este mismo propósito, en el pasado también se utilizaba la manecilla, signo en forma de mano que se insertaba en el margen derecho (
) o izquierdo (
)
del elemento que se deseaba destacar.
En la actualidad, este signo se emplea en los textos de carácter general con dos funciones fundamentales:
a) Se utiliza en tablas, diagramas, mapas conceptuales, cuadros sinópticos o cualquier otro fragmento de texto con especial disposición visual para indicar implicación, secuenciación lógica o cronológica, relaciones de causa-efecto, derivación, etc.
b) Dentro de un texto o enunciado, antepuesta al identificador numérico o alfanumérico de un epígrafe, apartado o sección de ese texto, la flecha horizontal con el vértice situado a la derecha (→) se utiliza para indicar una remisión a ese punto. En este uso, la flecha puede alternar con la abreviatura v. (‘véase’).
En obras de carácter lexicográfico, es habitual que aparezca la flecha apuntando hacia un término que encabeza el artículo donde se define la voz situada a su izquierda o en el que se aporta información pertinente sobre ella.
filme. → película.
segmento. Fragmento de recta comprendido entre dos puntos (→ punto).
c) En la composición de carteles o indicaciones, cumple la función de señalar tanto la dirección como el sentido del movimiento que debe seguirse para llegar a un lugar:
4.8 CALDERÓN
Recibe este nombre el signo formado por dos barras verticales dispuestas en paralelo, en cuya parte superior izquierda se sitúa un pequeño arco o semicírculo (¶).
Información adicional. El calderón aparece ya utilizado en manuscritos medievales señalando el final de un párrafo y el comienzo del siguiente cuando no se había establecido aún la costumbre de comenzar cada uno de ellos en una nueva línea, o bien marcando estrofas e incluso versos en textos poéticos. Los primeros impresores reprodujeron el calderón en sus obras con este mismo fin al principio de cada párrafo, si bien hacia el siglo XV se inició, además, la práctica de comenzarlos en una nueva línea. Dado que el calderón y las letras capitulares solían escribirse a mano, a menudo en otro color, muchas ediciones impresas aparecían con un espacio en blanco reservado para estos signos, que terminó dando lugar a la sangría característica del comienzo del párrafo de estilo tradicional. El uso conjunto de la puntuación final, la nueva línea y la sangría hizo cada vez menos necesaria la aparición del calderón, que solo siguió utilizándose para preceder a los números de foliación.
En la actualidad no tiene uso alguno en los textos impresos de carácter general, fuera de ediciones facsimilares o arcaizantes. Sin embargo, se ha recuperado su figura en las aplicaciones informáticas de procesamiento de texto más habituales, como símbolo no imprimible que se sitúa al final del párrafo en la pantalla de visualización.
En obras de referencia o manuales se utiliza también como símbolo auxiliar para indicar que la información que sigue tiene un carácter complementario o adicional.
Así se emplea en el apéndice 1 de esta misma obra.
4.9 SIGNO DE PÁRRAFO
El signo de párrafo presenta la forma de dos eses enlazadas (§).
Aparece con mucha frecuencia en los primeros textos impresos, a menudo precedido y seguido de un punto. Inicialmente el uso de este signo era el mismo que el del calderón, ya que marcaba el final de un párrafo o verso y el comienzo de otro.
Posteriormente, su uso se restringió a los encabezamientos y a los elementos de titulación, señalando el comienzo de un capítulo, sección o apartado.
El uso actual del signo de párrafo ya no corresponde al descrito, pero sí es un vestigio de este, ya que hoy se antepone al identificador numérico o alfanumérico correspondiente a una de las divisiones del texto (de extensión y entidad variable y no necesariamente coincidente con el párrafo), para establecer una remisión a ella. El signo de párrafo y el identificador numérico o alfanumérico han de aparecer separados por un espacio y no deben quedar dispuestos en líneas diferentes: §/32.8.
Cuando la remisión se realiza a más de un párrafo, este símbolo no debe usarse por duplicado (v. cap. V, § 3.2.4a, segunda advertencia).